Las compañías tecnológicas como Facebook o Twitter deben tomar parte en las estrategias de mitigación de los “mensajes de odio” que circulan por la red propalando discursos e imágenes racistas y discriminatorios de todo tipo. Quien lo dice es el rabino Abraham Cooper, director del programa Global Social Action del Centro Simon Wiesenthal, la organización judía que desde 1977 lleva registros de los crímenes de guerra nazis, y que se ha convertido también en un espacio de docencia en contra de cuaquier forma de discrimiminación.
Ayer, invitado por el gobierno de la provincia, el rabino Copper expuso ante un auditorio colmado cómo internet se ha convertido en un canal privilegiado para la circulación de millones de mensajes que incitan al odio. Luego, en un aparte con LA GACETA, reconoció que el organismo ha ampliado sus objetivos, pero que, sin embargo, mantiene los valores fundacionales de ser un faro en contra del racismo en todas sus expresiones.
- Ya casi no quedan jerarcas nazis. ¿El centro Simon Wiesenthal ha ampliado su mira ante esa realidad?
- El mismo Wiesenthal anticipó ya un mundo diferente; y la consigna ya entonces no sólo era ir por la cuestión nazi. Cierto que hoy acaban de deportar a Nueva York a un guardia nazi de Auschwitz. Pero, en los últimos años, hemos estado, por ejemplo, persiguiendo a grupos extremistas en Europa del Este. Nuestro esfuerzo para capturar nazis es solo una parte de lo que hacemos en el presente. Yo dirijo el programa Global Social Action desde hace 25 años. Y comenzamos antes de que yo tuviera una computadora; y yo no sé nada de tecnología, pero sé de odio. Nadie hubiera podido concebir que las culturas más avanzadas de Europa habrían de crear nuevos vocablos, como genocidio o crímenes contra la humanidad, entre otros. Por eso ahora el mensaje es educar hacia la paz, pero también avanzamos sobre otros temas, por ejemplo, cuando en Corea del Norte han gaseado a gente inocente. Nuestro mandato es amplio, y parte de ello se observa en nuestro museo en Los Angeles, donde se puede ver tanto lo relativo a la Shoah pero también hay un museo contemporáneo. Se trata de trabajar sobre los valores y enfrentar los desafíos contemporáneos.
- Ese mensaje de odio, que siempre ha existido, se ha trasladado a internet ¿Cuáles son las herramientas técnicas para contrarrestarlo?
- No nos amedrenta el “big brother”. No le tememos, lo hemos creado voluntariamente. Facebook “sabe” todo de nosotros: es un big brother creado por algoritmos. Todas estas compañías son muy poderosas. Una de las tres grandes compañías empezó hace 10 años a enviarles mails a adolescentes que habían detectado que podrían ser un target vulnerable al suicidio. Les decían: “ponte en contacto con nosotros, y te ayudaremos”. De un lado, pensamos, qué bueno, pueden ayudarlos. Pero el segundo punto era: “¿cómo diablos supiste que ese niño podría ser una víctima?” En esencia, es una suerte de penetración en la privacidad, no es tan simple. Las respuestas no son tan simples. Por ejemplo, los grupos anti odio son echados porque los algoritmos “ven” que están hablando “en contra de”: vieron la cita, y no el contexto. Los algoritmos solos no van ser la solución, tienen que ser combinados con un recurso humano. Que las compañías tecnológicas pongan al 1% de los genios que tienen a trabajar para contrarrestar el discurso del odio. Twitter se molestó cuando en el Congreso norteamericano yo dije que sólo Isis tuvo 200.000 tuits en un día. Finalmente, entendió que su modelo de negocios no iba a prosperar si no le incorporaba la perspectiva de la responsabilidad social. Facebook tiene grupos de jóvenes expertos en todos los continentes que usan algoritmos para chequear billones de mensajes. Facebook no es perfecto, pero es un ejemplo de algo que deberían tener otras compañías: hay que tener reglas, hacerlas transparentes a todo el mundo que las lea, y poner recursos humanos en el tema. Los ingenieros son genios, necesitamos a esos genios en internet. Algunos de ellos son los que deberán trabajar para contrarrestar el marketing de Isis (EI). El tema es cómo erosionamos el poder de ese marketing. Es imposible eliminar el mensaje de odio de internet. Necesitamos que las compañías se involucren en el liderazgo para reconocer a las generadores de mensajes de odio. Y la llave son las compañías teniendo sus propias herramientas tecnológicas usadas con responsabilidad social. Cuando voy a Silicon Valley, yo soy el más viejo. Pero la gente a la que yo conocí hace años ahora está casada, tienen hijos. Y al final dicen: “yo no he creado esto para las cosas horribles que están pasando.
-A veces resumimos la cuestión racista en el judaísmo. Pero el Holocausto alcanzó a muchas otras minorías. Y el racismo, hoy, es una realidad en Europa y en América latina...
-Yo me paro en el lugar del judío, porque eso es lo que soy. Pero Simon Wiesenthal solía decir que los judíos somos los canarios en la mina de carbón. Que, si miramos a la Historia, muy a menudo los judíos eran la primera víctima, pero no la última.
-¿Cómo es eso del canario en la mina de carbón?
-Antes, en las minas, los mineros bajaban con un canario; si se moría, significaba que no había oxígeno. Y todos se iban. Yo no quiero ser un canario.
-¿Qué dice ante quienes afirman que en países como la Argentina no hay racismo?
-Entre las cosas más difíciles está mirarte al espejo, reconocerte; todos hemos pasado por estas defensas.