Comerciantes atendiendo sus locales detrás de las rejas; vigías barriales recorriendo la zona de día y de noche; negocios que levantan las persianas más tarde para evitar que los asalten; vecinos con miedo a salir a la calle después de sufrir un violento robo y viviendas con puertas reforzadas con chapones y enormes candados. Así se vive en Villa Santillán, donde los asaltantes alteran la rutina.
La populosa barriada está ubicada en el sector oeste de la capital. Su zona comercial se encuentra en avenida Bulnes, entre las calles Colombia y Chile. Esa arteria está ocupada por decenas de negocios. Panaderías, carnicerías, tiendas de celulares, agencias de quiniela, farmacias, negocios de venta de ropa y minimercados pueblan la avenida a lo largo de siete cuadras.
Inseguridad y alarma azulEn la mañana, la avenida Bulnes es transitada por colectivos (las líneas 7, 9 y 109 la recorren), taxis y otros vehículos. A esa hora, los vecinos van y vienen haciendo sus compras. A pesar de ese incesante movimiento, quienes residen o trabajan en la zona dicen que son víctimas permanentes de la inseguridad. Y las historias son muchas. Algunas de las víctimas se comunicaron con la línea de policiales de LA GACETA (381-6311910) para difundir los hechos de inseguridad que ocurren en la zona.
“Me robaron tres veces en pocos meses. Eran boqueteros. Después tuve que colocar rejas hasta en el techo y electrificar la verja de la puerta de entrada y de la vidriera. La inseguridad es terrible. Aunque es una zona muy comercial, también es bastante peligrosa y no se ven policías”, cuenta Franco Olea, quien tiene un local de venta y reparación de teléfonos celulares.
Olea explicó que en todos los casos los ladrones boquetearon el techo de su negocio y lo desvalijaron. “La última vez se llevaron de todo, hasta una bolsa de residuos donde había tirado las cajas de los equipos. Actuaron con total impunidad”, comenta.
“Se llevaron todas mis herramientas y unos 30 equipos que eran de clientes. Tuve que trabajar muchos meses para poder pagarlos. Por suerte muchos me comprendieron. A algunos les devolví el dinero con trabajo. También mi familia me ayudó para que no cerrara el negocio”, explicó.
Dante y Sebastián atienden un polirubro. El jueves 19 de abril, desconocidos rompieron los candados y pasadores del portón y se llevaron máquinas por un valor de $ 80.000. “Fueron escruchantes que actuaron con impunidad. Por la noche esto es tierra de nadie; necesitamos mayor presencia de policías”, se quejaron.
Adriana Parrado trabaja en una panadería. Cuenta que sufrió cuatro robos en menos de un año. “Hasta el último asalto teníamos vigilancia, pero ahora prefiero cuidarme sola”, dice, y explica que desde entonces, por la mañana, no abre la puerta y atiende desde atrás de la reja.
“La última vez fue hace cuatro meses. Llegaron dos en motocicleta y encañonaron a una clienta. También se llevaron la recaudación. Fue terrible. Aquí falla la prevención”, opinó.
Denuncias por WhatsAppLA GACETA cuenta con un canal directo para que los lectores puedan difundir los hechos de inseguridad delos que fueron víctimas. Los datos (que también pueden estar acompañados por imágenes y videos) deben ser enviados vía WhatsApp al número 381-6311910.