“Uno entabla nexos profundos cuando filma una película, porque es una actividad en la que el 50% lo hace el afecto del otro; si no, nada te sale. El cine me ha dado años sin parar de filmar y esto ha sido muy bueno para mí”.

Lo declara Graciela Borges, con la autoridad de 50 películas en las que la cámara adora su imagen. Admite su condición de “animal de cine”: “lo soy porque resisto mucho”, le dice gran dama del cine nacional a LA GACETA.

Borges fue la visitante ilustre del cierre del Festival Tucumán Cine Gerardo Vallejo, que la homenajeó con la proyección de tres de sus películas más emblemáticas, de distintos períodos, y la tuvo de estrella central en la última jornada.

Su voz profunda se ilumina en dulzura y calidez, y elegimos hablar un poquito de cine y de radio. Y también de teatro, ya que presentó su espectáculo “Entre nosotros”, en el teatro San Martín.

- ¿Qué tanto te ha dado el cine?

- Me imagino que yo le he dado, y él me ha dado en proporción; es lo que hemos intentado hacer de la mejor manera posible. Hay momentos en que una tiene menos ganas de hacer una película o piensa que se equivocó con el guión, porque a veces pasa. No es que no te vaya bien de público; una película que vos creías que iba a ser terminada a mano y no resuelve bien te carga, pero tenés que aceptar, admitir que está bien equivocarse de vez en cuando; es todo un aprendizaje. El cine implica demasiados factores en juego.

- Te ha ido muy bien, y te has adaptado a los cambios.

- En los últimos años he pasado por lo mejor de la historia del cine, con directores muy importantes, con películas como “Sures” o “Pobre mariposa”; algunas de las de Raúl de la Torre o las de Torre Nilsson. Pasa el tiempo y ahora se filma de otra manera: pensá que ahora todo se graba vamos a grabar. Detesto que lo digan; me gustaba cuando decían ‘vamos a filmar’, porque antes filmábamos. Ahora tenemos mucho material; se hacen miles de tomas sin gastar un peso. Ahora todo se graba y mucho se desecha: es más complejo esto para el actor. Cuando filmamos “Dos hermanos” con Gasalla, me di cuenta de que Burman, a quien adoro, excelente director, nos hacía hacer muchísimas tomas. Lo mismo me pasó con Trapero, y con otros directores. En la película “Las manos”, sobre la vida del Padre Mario, Alejandro Doria tenía una cámara como la de Leonardo Favio, llena de amor: hacíamos una toma o dos. Pero después todos se fueron acostumbrando a hacer como coreografías, con muchas tomas, con distintas lentes, y después diagraman como creen. No es mejor ni peor; es más desgastante para el actor. A veces funciona y a veces no. Por eso digo que el cine es de los que resistimos.

- La TV no te convoca tanto.

- Tendría que haber tres, cuatro ensayos, como hacíamos con María Hermina Avellaneda, o con Doria. Por lo menos hablábamos de nuestro personaje. Pero los actores argentinos de TV de ahora son fenomenales e improvisan mucho.

- Se te escucha muy a gusto conduciendo “Una mujer” los domingos, de 13 a 14, por Radio Nacional. ¿Qué te da la radio?

- Es sanadora, llena de magia. Te hace mucho más feliz que el cine, la tele y el teatro. Terminás el programa y la gente que está en el estudio abre el corazón de una manera que no se puede creer. Terminás como si el psicoanalista te dijera: “estás cada día mejor”.

- ¿Cómo te llevás con el personaje de diva del cine nacional?

- Soy tímida; soy lo más cotidiano del mundo; voy por la calle con la cara lavada. En el espectáculo “Entre nosotros” cuento mis cuestiones perdidas. Me encanta contar perdidas; ganadas cuenta todo el mundo. Y no podría vivir con un reinado, como se sienten a veces las estrellas. Creo que las divas van bastante tranquilas por la vida. Pero si te lo dicen tenés que aceptarlo y saber en tu corazón quién sos vos, y hacer lo que te hace feliz.

Debutó en el cine con Hugo del Carril y cautivó la lente de los más destacados actores y de directores del cine nacional reconocidos en el mundo. Entre los contemporáneos la dirigieron Lucrecia Martel, Luis Ortega y Daniel Burman. Este año lo hace Pablo Trapero, en “La quietud”, que se estrenará el 29 de agosto. Y acaba de terminar de rodar “Las comadrejas”, con la cámara de Juan José Campanella.

En esta entrevista una claqueta imaginaria marca“¡Corte!”. Y espera la orden de “¡Acción!” para la próxima escena de la Borges.