“En seis meses se soluciona el problema del tránsito en Tucumán... si el Gobierno tiene huevos”, dice sin media lengua, en forma directa Henrik Lundorff, danés, asesor en políticas de movilidad y diseño urbano, radicado en Argentina desde hace cinco años. Lo dice con el mate bajo el brazo y un millón de otros modismos que lo hacen parecer más un local que un extranjero.
Como todos los especialistas de transporte, insiste en algo: la bicicleta. Pero no con la idea romántica de salvar el planeta de la contaminación, sino de devolverles espacio público a los ciudadanos, actualmente acorralados y relegados por los vehículos particulares.
“Me duelen los ojos cuando veo una persona mayor esquivando autos y pidiendo, como si fuese un favor, que la dejen pasar. Es una necesidad que las calles vuelvan a ser para vivir, y no sólo para circular. En esa búsqueda, la bicicleta se muestra como el medio más eficiente, sencillamente porque ocupa menos lugar”, analiza. A eso hay que sumar lo que en realidad “Kike” apunta como el principal beneficio: reducir la cantidad de muertes por accidentes de tránsito, es decir, mejorar la seguridad vial.
Precisamente Henrick llegó a Tucumán para darle algún marco teórico -y consejos- a vecinos y funcionarios de Tafí Viejo, ciudad que se envalentonó e inauguró la ciclovía más larga de la provincia: son casi 30 cuadras de camino exclusivo para desplazarse en bicicleta. ¿Poco? ¿Mucho? “Como sea, hasta que otro político se anime a hacer una ciclovía, esta es la mejor que tenemos”, contesta el danés. También dice que espera que Tafí Viejo siga creciendo en infraestructura para las bicis y que sea la punta de lanza para todos los municipios que integran el Gran San Miguel de Tucumán.
- Pero... los políticos tienen miedo de que la gente se enoje al sacarles espacio a los autos...
- Sí, los políticos argentinos son adversos a tomar riesgos; no es común que se animen a hacer cosas diferentes. Pero en el caso de la movilidad urbana tienen que hacerse esta pregunta: “¿quiénes son los que se enojan y por qué? Una madre que camina con su hijo en brazos, de la mano o en un cochecito, no se va a enojar porque haya más espacio para las bicis y menos para los autos. Un hombre mayor, que camina lento por la calle, tampoco. A un padre al que logramos hacer entender que su hijo puede volver de la escuela caminando tranquilo, sin riesgo de que lo pise un auto, no se va a enojar con las ciclovías. ¿Los niños se van a enojar con la ciclovía? No, van a tener más lugar para jugar, y van a estar más seguros. Y así comenzás a ver que la lista de los “enojados” va quedando cada vez más corta.
También, siguiendo con el derrotero de excusas frecuentes que siguen los funcionarios con miedo a producir cambios en transporte, está el tema de la inversión. “En el caso de la bicicleta, la infraestructura es indispensable. Por seguridad, pero también para que los ciclistas puedan andar a una velocidad lo más constante posible, para que se convierta en serio en un medio de transporte eficiente. La buena noticia es que la inversión es mínima. La caja de herramientas para hacer ciclovías es enorme, hay muchísimas opciones con distinto nivel de inversión, pero el costo siempre es bajo relacionado con otras obras. De nuevo, es cuestión de decidir y de tener el valor de hacerlo”.
En sus charlas llevando bicicultura al país, Henrik reconoce que tanto en su Copenaghe natal, como en Holanda por ejemplo, el contacto de la bici como medio de transporte aparece desde muy temprano: cuando los chicos pueden mantenerse sentados, ya están en su sillita arriba de la bicicleta con sus padres. No somos ni Holanda ni Dinamarca, está claro, pero el cambio no es imposible, insiste él. “Todavía nadie se animó a hacerlo bien en Argentina. Si la gente tiene la infraestructura para la bici, comprueba muy rápido que es la mejor manera de llegar rápido y seguro de un lugar a otro en la ciudad, que no gasta plata en nafta, que gana tiempo, que vuelve a tener contacto directo con la ciudad... y así la cultura de la bici comienza a crearse. Pero es imposible que eso pase sin infraestructura”, sostiene.
- ¿Cómo tiene que seguir Tafí Viejo?
- Tafí Viejo, como todas las ciudades, tiene que seguir recuperando espacio público, devolviéndoselo a la gente. Para eso les tiene que quitar espacio a los autos. Se devuelve espacio a los ciudadanos incentivando el uso de la bici, dándoles más comodidad a los peatones, organizando ferias... hay que ocupar los espacios y lograr que la gente vuelva a tener contacto directo con su ciudad y con sus vecinos.
> Qué hace falta
1. Más calles doble mano.
“Las calles en un solo sentido están pensadas para circular más rápido. A más velocidad, más peligro. Además si el lugar al que vas está en una cuadra en contra de tu sentido, tenés que dar una vuelta a la manzana, entonces no saca los autos de la calle rápidamente. Las calles doble mano en las ciudades son siempre una ventaja”, asegura el experto en movilidad.
2. Un solo carril por sentido.
“Un carril de ida, un carril de vuelta y, lo que sobre, ciclovía. No hay que incentivar que los autos se adelanten entre ellos, sino todo lo contrario. No queremos que vayan a más velocidad”, sostiene.
3. Prioridad al transporte público. Siempre.
“En un ómnibus van 34 personas. En un auto, una, como mucho cinco. ¿Cuál tiene que tener prioridad? El transporte público le regala espacio de ciudad a la gente. Que los automovilistas vayan detrás del ómnibus, o que se tomen el ómnibus”, enfatiza.
4. Desincentivar el uso del auto.
“Que los estacionamientos cobren carísimo, más impuestos al uso del auto. Es odioso, pero es algo que los gobiernos tienen que hacer para sacar los autos de la ciudad. Con el dinero que generan de esos impuestos elevados se puede seguir invirtiendo en espacio público, en transporte público, en infraestructura para peatones y bicicletas”, aconseja.
5. Eliminar las vías express de los barrios.
“Muchas veces, la congestión de las avenidas hace que los vehículos tomen atajos por calles internas de los barrios. Van a toda velocidad por una calle donde hay casas, donde hay chicos jugando. Ese espacio es de ellos, su calle no es una avenida o una autopista para que los autos vayan más rápido. En Dinamarca esas calles están cerradas al tránsito vehicular, y pensadas para que sólo entren los vehículos de quienes viven en la zona”.
> Para tener en cuenta
- 5 kilómetros
Es el recorrido que puede hacer prácticamente cualquier persona en bici. Después de esa distancia, se necesita de un compromiso mayor con la cultura de la bici, sostiene Lundorff
20 km/h
Es la velocidad promedio de un ciclista en la ciudad. Las ciclovías tienen que estar diseñadas para que sostener una velocidad lo más constante posible, para que el esfuerzo de los ciclistas sea menor. “Con esa velocidad, llegarías desde el centro de San Miguel de Tucumán a Yerba Buena en media hora. Menos que en un auto, en hora pico”.