“De pronto, un ruido muy fuerte y un viento muy fuerte nos levantó (por el aire) y me arrancó al nene (niño) de la mano”, rememora Rosa, madre de Sebastián, la víctima más joven causada por el atentado cometido en 1994 a la mutual judía AMIA en Buenos Aires.
En un video, difundido por la dirigencia de la AMIA a pocos días de conmemorarse hoy 24 años del ataque, la mujer repasa por primera vez en casi un cuarto de siglo los últimos minutos junto a su hijo, de cinco años, la mañana de aquel 18 de julio mientras caminaban por la calle Pasteur, en el populoso barrio de Balvanera, en la capital argentina.
La mujer revive que aquel día despertó a su hijo, le dio el desayuno, lo vistió y partieron rumbo al Hospital de Clínicas, situado a 300 metros de la AMIA y que se convertiría, minutos después del atentado, en el principal centro de atención de las víctimas.
Hacia allí viajaron en metro porque su hijo, recuerda la madre, quería comprobar si los túneles se parecían a los que veía en el dibujo animado de “Las tortugas ninjas”.
Madre e hijo se detuvieron a pocos metros de la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), corazón de la comunidad judía en el país, porque a ella le había llamado la atención un comercio de venta de ropa.
Como si presintiera algo, destaca la mujer en el video, observó que a pocos metros había estacionado un automóvil de la policía pero que no había nadie en su interior.
“Lo agarro (tomo) de la mano y empezamos a caminar hacia el hospital. No sé la cantidad de pasos que hice” cuando, según la investigación judicial, una camioneta cargada con explosivos detonó en la puerta del edificio de la mutual.
La zona quedó destruida casi por completo. Los vidrios y escombros de los edificios vecinos a la AMIA cayeron a la calle y provocaron una nube de polvo.
En ese escenario, la mujer empezó a buscar a su hijo, que ya no estaba a su lado. Caminaba aturdida y descalza porque había perdido sus zapatos, pero nada le importaba, comenta.
“Cuando lo vi, lo quise levantar y no podía. Empecé a gritar. Un muchacho entró a la cuadra y agarró (tomó) al nene (niño) y se lo llevó al hospital. Nunca más lo volví a ver”, expresa.
La historia de la víctima más joven del atentado también fue recordada en las últimas semanas en una canción que compusieron el músico Pedro Aznar y el payaso argentino “Piñón fijo”, y en un cuento que escribió Eduardo Sacheri, autor de la novela “La pregunta de sus ojos”, luego llevada al cine como “El secreto de sus ojos” y ganadora del Oscar al mejor film extranjero en 2010.
“Cada 18 de julio es otra bomba, siguen pasando los años y sigo igual que en el ‘94”, finaliza la mujer el relato. (DPA)