Podría anticiparse que el oficialismo se prepara para provocar una detonación controlada. Controlada porque, a juzgar por los resultados de los últimos comicios provinciales, la anunciada eliminación de los partidos municipales y comunales no generaría ningún daño no previsto a la estructura del Gobierno tucumano.
El miércoles, en sesión, la bancada mayoritaria tiene previsto convertir en ley el proyecto anticipado en marzo por el gobernador, Juan Manzur; y por el vicegobernador, Osvaldo Jaldo. El texto, levemente modificado en la comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara, suprime directamente en el capítulo III de la Ley 5.454 lo dispuesto en el título “Partidos Municipales y Comunales” (artículos 7, 8, 9 y 10).
Efectivamente, como justificaron desde la Casa de Gobierno cuando presentaron la iniciativa, automáticamente quedarán fuera de carrera para los comicios de 2019 alrededor de 600 potenciales agrupaciones que podrían presentar candidatos a intendentes y concejales en los 19 municipios o postulantes a delegados rurales en las 93 comunas rurales. Aunque la medida podría liberar los cuartos oscuros en el interior de varias papeletas, se presenta como inocua a la hora de evaluar el riesgo que representaría su aprobación para las ambiciones electorales del oficialismo. Sencillamente, porque los números de 2015 dan cuenta de que las agrupaciones municipales no lograron sentar a ningún intendente y que apenas obtuvieron 22 de las 182 bancas en los concejos deliberantes; es decir, poco más del 10% de los escaños en juego. En las comunas rurales la situación no varía: ninguno de los 93 comisionados electos en 2015 se postuló a través de una fuerza de alcance comunal.
Esa veintena de bancas de agrupaciones vecinales se reparten en 11 municipios. La mejor performance se dio en Tafí Viejo, en Famaillá y en Monteros, con tres cada una; y Yerba Buena, Concepción, Simoca y Tafí del Valle, con dos. Cierran Burruyacu, Alberdi, Alderetes, Las Talitas y Bella Vista, con uno. Salvo excepciones, como las de Yerba Buena, los ediles electos representan a espacios aliados al oficialismo gobernante en la provincia.
La eficacia de los sellos municipales y comunales, frente a la estructura de los partidos provinciales, fue escasa si se tiene en cuenta que en 2015 se presentaron 14.572 candidatos a concejales. El municipio que encabezó el listado de postulantes a ediles fue Tafí Viejo, con 1.680 aspirantes para 12 bancas. También hubo una sobreoferta de pretendientes a las intendencias; en Yerba Buena, por ejemplo, hubo una quincena de candidatos. Las cifras de aquella elección son categóricas: se presentaron 1.457 listas y 25.537 postulantes totales. Las combinaciones de acoples posibles fueron exactamente 1.275.
La expectativa del oficialismo es que con la eliminación de los partidos municipales y comunales los cuartos oscuros ya no estén abarrotados de votos. Seguramente, ese objetivo se logrará, y a un costo electoral prácticamente ínfimo. Lo que se dice, negocio redondo.