Muchas son las formas de vivir un partido en el marco de un Mundial. Algunos lo hacen en sus casas; otros, en sus trabajos. Pero en el cuartel de Bomberos Voluntarios de Tafí Viejo la experiencia fue diferente. Minutos antes del inicio del encuentro, jefes, voluntarios y cadetes reunidos en ronda abrazaron la Bandera Argentina en busca del milagro que luego permitiría el pase a octavos de final.
“Yo iba a traer el televisor de mi casa, pero Darío se ofreció. Siempre priorizamos elementos para la protección del bombero y para brindar el servicio”, comentó Ángel Aguilar, Jefe de Bomberos, orgulloso del gesto de su compañero, Darío Ferreyra, segundo jefe del cuerpo, que prestó su proyector y cedió los datos de su celular para la ocasión.
PANTALLA. Desde un celular proyectaron las imágenes del encuentro ante Nigeria.
Risas nerviosas, comentarios por lo bajo, sufrimiento, desesperación y miedo -aunque con esperanza- eran los sentimientos que embargaban al grupo que, si bien se mantenía alerta a cualquier llamado, alentó a la “Albiceleste” durante los más de 90 minutos que duró el encuentro ante Nigeria.
Algunos tomaban mate, otros comían mandarinas; todos festejaron el agónico gol con misma emoción, aunque con algo de extrañeza: ocurre que algunos segundos antes de que la pantalla muestre a Marcos Rojo en plena acción goleadora ya habían escuchado el griterío que llegaba desde las casas vecinas. Cosas del delay de la transmisión. “Como siempre dicen, los bomberos tardan en llegar al incendio. El partido fue igual”, decía Joaquín, entre las risas de los otros cadetes.
DELAY. El gol de Rojo se celebró con algo de demora en las distintas habitaciones.
Pero no sólo se festejó en momentos distintos de un edificio a otros, sino dentro del mismo cuartel. El guardia Juan Pablo Leccese gritó el gol varios segundos antes que sus compañeros, que estaban viendo el encuentro un piso más arriba. “Tenemos la señal más rápida. Veíamos por la cámara de seguridad que arriba no gritaban el gol. Yo festejaba y los veía a todos quietos”, contaba, divertido.
Mientras tanto, los cadetes -de entre 14 y 16 años- comentan que su motivación para formarse dentro del cuerpo de bomberos voluntarios era la de ayudar a la gente. “Todos los sábados tenemos capacitación; aprendemos la historia del cuartel y el manejo de herramientas”, contaron.
Pasada del emoción del gol, sobrevino la victoria. Tafí Viejo pasó del silencio causado por la incertidumbre a la alegría que llenó las calles de celeste y blanco, de bocinazos, de bombas de estruendo, de gritos. Pero sobre todo, de un pueblo unido ante este triunfo argentino.