La voz de Rogelio Frigerio es suave y medida. Pero ayer el ministro de Interior, Obras Públicas y Vivienda distribuyó algodones para que nadie quedara herido. O para que los entendimientos en los que está trabajando saliesen ilesos. Como un equilibrista sin red, el funcionario se cuidó de dar un paso en falso. Los escarceos y acicates entre Cambiemos y el peronismo que generaron la aprobación de la ley que limitaba los aumentos de tarifas y el posterior veto presidencial ya son parte del pasado, según Frigerio, que este martes distendió la soga que une a la Casa Rosada con el gobernador Juan Manzur. Ese tono persistió hasta el final de la visita. Antes de subirse al Tango que lo esperaba en el aeropuerto Benjamín Matienzo, Frigerio aventó los nubarrones que preanunciaban que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) podría acarrear restricciones presupuestarias locales. “El acuerdo no incluye metas para las provincias”, informó.
En la sala para very important person (VIP), y mientras José Cano, Domingo Amaya y Pablo Walter, tres protagonistas locales de Cambiemos con cargos nacionales, hacían llamados, aliviaban la sed en el minibar e intercambiaban impresiones, Frigerio dijo que la carga de la reducción del déficit fiscal recaerá sobre las espaldas de la Nación. Su perspectiva es que la mayor parte de las provincias alcanzará el equilibrio el año próximo por lo que no necesitarán ajustarse el cinturón. Y avizoró que, como esa autonomía fue posible gracias a la práctica del federalismo que impulsó el presidente Mauricio Macri, Manzur y los otros gobernadores peronistas le retribuirán. La prueba de que la fractura de las semanas anteriores ya está superada es que Frigerio no quiso ahondar en la grieta y dejó de lado la asimilación de las variantes del Partido Justicialista al kirchnerismo. Con ese espíritu conciliador, abordó el avión que lo llevó de regreso a casa luego de una jornada de supervisión de obras en Lules y de corte de cinta en Concepción.
-En las circunstancias delicadas por las que atraviesa la economía, ¿puede el Gobierno nacional contar con Manzur?
-Manzur, como otros gobernadores de la oposición, ha trabajado mayoritariamente para aportar gobernabilidad a una gestión que es la más débil de los últimos 100 años desde el punto de vista parlamentario. Muchos de nuestros logros fueron posibles gracias al apoyo de dirigentes opositores. Por supuesto que hubo otros que siempre apostaron por meter palos en la rueda, que tenían la idea de que, cuanto peor le fuese a la Argentina, mejor les iba a ir a ellos. Manzur no está en ese lugar, y en esta visita hemos hablado sobre lo que necesita el país en adelante, y de que debíamos retomar la senda de los acuerdos a partir del diálogo. Creo y espero que estos apoyo y gobernabilidad a la que han contribuido muchos gobernadores y legisladores se sostenga en el año que nos queda de gestión.
-¿Qué dice a quienes contrajeron deudas con el esquema del gradualismo y ahora se enfrentan a la perspectiva de inflación del 27% para 2018?
-Lo importante es que no se pierda el poder de compra del salario. No vamos a lograr reducir la inflación a la mitad como el año pasado pero tenemos que continuar en este objetivo. La inflación no sólo es el peor impuesto para los pobres, sino que también es una restricción para el proceso de inversión y de crecimiento. Es uno de nuestros objetivos fundamentales y estamos seguros de que lo vamos a lograr.
-Manzur anticipó que no está dispuesto a que el préstamo del Fondo perjudique sus cuentas...
-El acuerdo con el Fondo no incluye metas para las provincias. Las provincias tienen, en promedio, un desempeño fiscal muy bueno, mejor que el del Gobierno nacional, en línea con la decisión del Presidente de transferirles recursos como nunca antes y de construir un país federal en serio. Además, está la Ley de Responsabilidad Fiscal. Probablemente en 2020 todas las provincias tengan superávit fiscal. Con el acuerdo con el Fondo buscamos validar nuestro programa de gobierno mediante una financiación con tasas más baratas que las que ofrece el mercado: es la primera vez que sucede. Claramente nos pedirán que equilibremos nuestros gastos e ingresos, y que eliminemos las inequidades y privilegios que todavía tiene el presupuesto nacional.
-¿Se equivocó el Gobierno con su modelo económico?
-Sabíamos que teníamos que ir hacia el equilibrio fiscal y que el mundo nos iba a financiar durante un tiempo, y tratamos de hacerlo de la manera más gradual posible para afectar a la menor cantidad de población. Pero el mercado nos mostró que quería un cambio de ritmo y, por eso, conseguimos la alternativa del Fondo. No creo que nos hayamos equivocado.
-Mientras usted recorría la provincia, legisladores oficialistas y opositores se sentaron a hablar sobre la postergada reforma política local. ¿Qué expectativas tiene sobre este proceso tucumano?
-Espero que haya reforma; que se modernice el sistema electoral; que aumente la transparencia y que se dejen de lado ciertas figuras que no contribuyen a la democracia, como los acoples, que hay que revisar. Pero esta es una decisión de los tucumanos: quiero aclararlo.
-Por último, la discusión sobre las tarifas hizo reaparecer la polarización del Gobierno con Cristina Kirchner. ¿Cambiemos necesita revivir a quien cohesiona el frente?
-Después de mucho tiempo, el Congreso de la Nación sancionó una ley que nadie defendía porque violentaba el presupuesto; beneficiaba a porteños y a bonaerenses en detrimento de los ciudadanos del resto del país, y se inmiscuía en la fijación de tarifas que a todas luces es potestad de los poderes ejecutivos. Sin embargo, casi toda la oposición se unió para sacar esta ley: kirchneristas, variantes del peronismo y la izquierda. Simplemente llamó la atención esta norma, pero es algo que hay que dejar atrás. La Argentina no puede seguir anclada en lo que pasó.