Acaso el mejor de los premios intangibles que puede recibir un técnico sea aquella canción que comienza como murmullo en el corazón de la hinchada y que crece hasta bajar, en forma ensordecedora, desde los cuatro costados de la cancha: vení, vení, cantá conmigo que un amigo vas a encontrar...
Rubén Darío Forestello debió remarla bastante para recibir ese regalo. No gozó de entrada del beneplácito de los “cirujas”. Llegaba para remplazar nada menos que a Diego Cagna, el entrenador que los había rescatado de ese infierno llamado Torneo Federal A. Para colmo, los resultados no llegaban con la velocidad necesaria para calmar la premura de los hinchas.
Pero ni Forestello, ni sus colaboradores, ni los jugadores desesperaron. Por el contrario, continuaron caminando a su ritmo, con el norte hacia su objetivo: llegar a la Superliga. Y nunca la palabra “ascenso” fue tan precisa, porque el “Santo” literalmente transitó de menor a mayor su último semestre en la B Nacional.
“Yo era uno de los que más lo puteaba a Forestello. Habíamos comenzado como un equipo mediocre. Pero con el paso de los partidos la gente fue sintiendo más confianza, porque a San Martín se veía mentalmente bien. Y en la final juega el mejor partido del campeonato”, graficó Julio Adrián Figueroa. Y añadió: “no me molesta reconocer que (Forestello) le dio al equipo la tranquilidad necesaria, en el momento justo”.
Miguel Pavón también advirtió el crecimiento paulatino que vivió el “Santo” a partir de la llegada de “Yagui”. “Llegó envuelto en dudas, porque todos confiaban en Cagna. Pero se instala como DT, cambia la mentalidad del equipo, supo encontrarle el puesto a algunos jugadores, y eso les dio confianza a los muchachos”, enumeró. Pero el mérito, según añadió, debería ser compartido con los preparadores físicos, Diego Burkhard y Leandro Ardengui. “Físicamente los jugadores mejoraron muchísimo; y a partir de ahí el ‘Santo’ fue de menor a mayor. Planteaba bien cada partido, y ya no era el equipo que tiraba pelotazos para ver qué pasaba; empezó a jugar, a triangular, llegaban los volantes, los laterales, y creció la figura de (Claudio) Bieler”.
“Forestello nos fue convenciendo, pero no solamente en lo que tiene que ver con el juego: en los últimos cinco partidos en La Ciudadela metimos de tres, de cuatro; y hoy (por ayer) de cinco goles. Y sumale que está invicto de local”, analizó Federico Córdoba.
Juan Pablo Navarro también consideró que Forestello supo hallar el fútbol que el “Santo” necesitaba. “La tranquilidad finalmente la sentimos cuando el equipo consiguió una regularidad. El DT logró potenciar a jugadores clave: Bieler, (Alejandro) Altuna, (Juan) Galeano. En especial este último nos tapó boca a muchos”, dijo.
Luego de cada partido, sea cual fuere el resultado, Forestello salía tranquilo a dar sus consideraciones. Sus palabras, pero, sobre todo, sus hechos, terminaron convenciendo al hincha. Sólo había que tener algo de paciencia para que los resultados comiencen a llegar. La misma paciencia que habrá tenido el técnico para que, por fin, aquella canción se complete con su apellido: ...que de la mano de Forestello todos la vuelta vamos a dar.
Hace 21 años que sigue al "Santo" desde Israel
Resulta difícil lidiar con la pasión por San Martín cuando se vive a casi 12.500 kilómetros de La Ciudadela. Si lo sabrá Gustavo Rochman, un tucumano que lleva 21 años viviendo en Israel. Ayer, al menos, se dio un gustito: presenciar en vivo el cuarto ascenso del club de sus amores. “Cuando terminó el partido contra Agropecuario, que define el pase del ‘Santo’ a la final, entré a la página de Aerolíneas a comprar el pasaje y le pedí a un amigo de aquí que consiga entradas”, contó a LG Deportiva.
Sabe que se trató de una excepción, porque la regla es seguir al “Ciruja” a la distancia. “Es muy difícil, porque cuando estás en otra parte del mundo se te complica seguir los partidos en vivo, por la diferencia horaria. Así que siempre estás pendiente de lo que sale en internet”, dijo. Durante las dos décadas que vivió en Tucumán siempre fue a La Ciudadela. “Iba con mi papá y con mi hermano. Luego la vida me fue llevando a otro lugar, pero hay cosas de las cuales uno no se puede desarraigar: así como soy argentino para toda la vida, también soy hincha de San Martín para toda la vida”, afirmó.