Hace ya tiempo que para muchos dejó de ser un amigo para convertirse en un enemigo al que hay que combatir por los perjuicios a la salud que ocasiona. Y si bien el cigarrillo ha cedido terreno entre los consumidores de algunas franjas etarias, está aún lejos de ser derrotado. Por esa razón, la Organización Mundial de la Salud aprovecha el 31 de mayo, el Día Mundial sin Tabaco, para recordar el daño que provoca el tabaquismo y promover por políticas efectivas que tiendan a reducir su consumo; este año el lema es “Tabaco y cardiopatías”.

El tabaco causa la muerte de alrededor de siete millones de personas al año; de esa cifra 5,1 millones son hombres y dos millones, mujeres. El 80% de esos decesos se produce en los países de ingresos medios o bajos. Casi un millón de personas muere cada año por culpa del humo de cigarrillos ajenos. Se estima que hay 1.100 millones de fumadores que le cuestan a la economía mundial unos 2 billones de dólares, lo que representa alrededor del 2 % del PBI del planeta, de acuerdo con un informe de OMS divulgado en marzo pasado.

En junio pasado, la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) dio a conocer un estudio que reflejó el consumo de tabaco había disminuido en la sociedad en general, pero había incrementado en la población de 12 a 17 años. La estadística señalaba que el 25,1% de los adultos argentinos consumía tabaco; 31,5% de quienes tenían entre 25 y 34 años eran fumadores; el 93,6% de la población consideraba que fumar genera altos riesgos para la salud; 8,5 cigarrillos por día fumaban quienes tenían entre 15 y 24 años; 17,7 puchos consumían los mayores de 50 años; 8 de cada 10 casos mortales de cáncer se asociaban al tabaco; el 95% de las muertes por males cardiovasculares se atribuían atribuibles al cigarro.

En mayo pasado, dos referentes del Programa Provincial de Lucha Antitabáquica afirmaron que durante la última década muchos adultos habían dejado el hábito, pero que, entre los adolescentes y jóvenes, la situación era preocupante, porque había descendido la edad de iniciación. Según un relevamiento efectuado por las especialistas en varias escuelas tucumanas, el 15% de los chicos de entre 8 y 12 años ya había probado el cigarrillo. El pico del consumo de tabaco se daba entre los 12 y 14 años; la prevalencia de consumo de tabaco en estudiantes era de entre el 30% y el 50% en escuelas que no se habían declarado libres de humo, mientras que en las instituciones que sí lo habían hecho habían hecho era del 5%.

En Tucumán entró en vigencia el 3 de agosto de 2016 la nueva ley provincial N° 8.894 (complementaria de la ley antitabáquica N° 7.575) que establece que solo se podrá fumar en la calle y en las casas. Se prohíbe la comercialización de cigarrillos por menudeo y a menores de 18 años.

La adicción al tabaco, al alcohol, a la marihuana, a pastillas o a drogas más pesadas muestra el aspecto autodestructivo del ser humano. A menudo, la incomunicación, el aislamiento, la falta de afecto, la soledad y la desorientación conducen a los chicos por estos caminos. Si pese a la ley, un 22,2% de los tucumanos sigue fumando, significa que algo no se está haciendo bien en materia educativa o, por lo menos, es insuficiente. Si antes de encender un cigarrillo, pensáramos un instante que estamos acortando la vida, tal vez no lo fumaríamos.