Mejorar la calidad de vida es una expresión que suele escucharse con mucha frecuencia desde hace años en los discursos de nuestros representantes, tanto cuando son candidatos, como cuando gobiernan. Sin embargo, estas palabras pocas veces se convierten en realidad, no porque no haya habido intentos, sino porque algo falla. El reordenamiento urbanístico es una asignatura pendiente en San Miguel de Tucumán. Hace casi tres décadas comenzaron a realizarse estudios a través de expertos locales, nacionales y extranjeros con la idea de lograr que nuestra capital fuera un lugar, donde su morador se sintiera a gusto y valiera la pena vivir.
Lejos de estos buenos deseos, en materia de tránsito, por ejemplo, la vida cotidiana es cada vez más caótica, y los accidentes viales son diarios. Las pérdidas cloacales y de agua potable son notables en varios sectores de la ciudad; la basura sigue siendo indomable, el índice de criminalidad se viene incrementado a paso redoblado; los espacios verdes padecen el acoso de los amantes del cemento y el hormigón.
En su fugaz visita por estas tierras, uno de los mentores de la transformación de Medellín, la urbe colombiana que en menos de 15 años pudo bajar la tasa de homicidios generando una sociedad más justa, dijo que la transformación debe darse a partir de proyectos sociales, educativos y culturales. “La obra física debe ser subsidiaria de esos proyectos pues hay que tener claridad de qué tipo de sociedad queremos y hacer entonces las obras que correspondan a ese tipo de sociedad que buscamos”, afirmó Jorge Melguizo.
El comunicador social dejó seis ideas fuerza para promover una transformación: Eliminar la corrupción, Proyectos urbanos integrales, Educación y cultura, Alianzas públicas y privadas, La política tiene que pensar en función de la dignidad; Involucrar, consultar, explicar.
El experto dijo que el principio de cualquier gestión que quiera cambiar las cosas es establecer una política pública de transparencia. Se debe impulsar la participación ciudadana, así como la coordinación de proyectos que deben ser integrales, si no, no funcionan. Si se quiere transformar una sociedad el trabajo sistemático y articulado de educación, cultura y deportes -todos con fuerte impronta social- es fundamental. La mayor parte de las inversiones, las más grandes intervenciones, el gran esfuerzo, deben concentrarse en los sectores más vulnerables de la sociedad.
En diciembre de 2005, fue presentado el Plan Estratégico Urbano Territorial de San Miguel de Tucumán, elaborado por urbanistas, funcionarios y vecinos, aprobado por la Municipalidad, pero se lo aplicó parcialmente y los resultados están a la vista. Da la impresión de que hubiese una incapacidad de nuestros gobernantes para desarrollar políticas públicas integrales, que tomen a la ciudad como un todo y se aborden soluciones que tengan en cuenta el conjunto. Una ciudad debería ser la suma de todos, es decir una urbe con más oportunidades educativas, de salud, de empleo, de circulación.
En 2006, un urbanista catalán nos preguntó: “¿Cuál es el proyecto de futuro de Tucumán? ¿Qué quieren ser dentro de cinco años? ¿Quieren estar entre las cinco ciudades más importantes de Argentina? ¿Sí o no? Me han dicho que en esta provincia hay 60.000 estudiantes, cinco universidades. A lo mejor Tucumán tiene que ser la ciudad de la inteligencia, del conocimiento”. Luego de 12 años, aún no nos hemos respondido.