Si hacemos una encuesta sobre cuál fue el peor fracaso de una Selección argentina en un Mundial, nueve de cada diez personas, con un poquito de pasión por el fútbol, contestarán que el de Corea-Japón 2002.
El 12 de junio de 2002 es una fecha siniestra. Ese día, el equipo dirigido por Marcelo Bielsa igualó 1 a 1 con Suecia y debió armar las valijas para volver a casa en primera ronda.
Que una Selección quede eliminada durante la fase de grupos, si bien no es nada lindo, no llamaba tanto la atención. De hecho, a lo largo de la historia fueron varios los seleccionados importantes que tuvieron que volverse a casa rápidamente. Pero lo de Argentina en 2002 fue casi una catástrofe.
La “albiceleste” arribó al Mundial en Oriente en medio de un exitismo supremo. Apoyados en jugadores de la talla de Gabriel Batistuta, Juan Sebastián Verón, Hernán Crespo, Ariel Ortega y Roberto Ayala, y liderado por Bielsa, ese grupo parecía sentirse campeón mundial antes de comenzar a jugar.
La Selección había arrasado en las Eliminatorias sudamericanas y, durante los juegos previos, había mostrado un enorme rendimiento que invitaban a soñar con volver a los más alto del fútbol internacional. Pero no, nada fue como todos imaginaban.
En medio de una euforia suprema, Argentina debutó con el pie derecho en el certamen. Con gol de Batistuta le ganó con lo justo 1 a 0 a Nigeria; sin convencer, pero asegurando al menos los tres puntos. Pero lo peor llegó después.
En el segundo juego, un equipo apático, inexpresivo y que nada tenía que ver con el que había deslumbrado en la previa de la máxima cita futbolística cayó a los pies de la Inglaterra liderada por David Beckham. Fue 1-0 a favor de los ingleses con un gol de penal, anotado por su estrella.
Única alternativa
Esa derrota y los resultados ajenos obligaban a ganar en la última jornada para asegurar el pasaje a octavos de final. Enfrente estaba Suecia, que también luchaba por un lugar en la siguiente ronda.
Argentina volvió a mostrar mil y una flaquezas y las ideas dijeron ausente sin previo aviso. Así, el primer tiempo de ese juego decisivo pasó sin pena ni gloria. Pero al volver del descanso, la cosa se puso muy cuesta arriba, tanto que la eliminación parecía sentenciada.
Anders Svenson, con un tiro libre brillante que hizo inútil la estirada del arquero Pablo Cavallero, adelantó a los suecos en el inicio de la segunda parte y el empate Crespo (aprovechó un rebote tras el penal fallado por Ortega) a minutos del final no sirvió para nada. Argentina se quedaba sin vida y le daba forma al fracaso más rotundo de la historia.
Diferentes rumores
Miles de hipótesis se tejieron en torno a esa eliminación. Se dijo que los jugadores habían llegado extenuados por la exigente temporada en el fútbol europeo, que los trabajos físicos que el cuerpo técnico diagramó en las semanas previas a la competencia terminaron por desgastar a los futbolistas, y hasta se llegó a hablar de una relación tirante entre Bielsa y algunos jugadores. Lo cierto es que nada de ello pudo comprobarse; y lo único concreto es que un equipo que entre 1998 y 2002 estuvo casi todo el tiempo en el puesto número uno del ranking FIFA, y que había superado a todas las selecciones importantes durante ese lapso, debió pegar la vuelta rápidamente.
Fue un mazazo al corazón para todos en Argentina. Una Selección que parecía infalible pegó el tropezón más grande de los últimos tiempos. Así Corea-Japón se transformó en la peor pesadilla de un grupo que nunca pudo entender cómo el fracaso entró en escena en el momento menos esperado. Y para colmo de males, el título fue a manos de Brasil.