Galeristas, artistas y coleccionistas privados tuvieron en la tarde del miércoles su primera ronda de contactos para concretar compras o avanzar en las negociaciones en la feria arteBA, que recién ayer abrió sus puertas a público.
Una costumbre es realizar al final de cada exposición el balance de las operaciones realizadas, que sirven de indicación sobre la tendencia del mercado del arte contemporáneo en el país. Además, en los pasillos se exponen obras de autores consagrados que generalmente están fuera de transacción, pero concentran la mirada: este año los ojos registran pinturas de Nicolás García Uriburu (como el mapa invertido de América latina); los hombrecitos de Antonio Seguí; las esculturas pop de monos bailarines de Edgardo Giménez; o las presencias de Luis Felipe Noé y de Marta Minujín.