La evolución de la severa crisis política que atraviesa el Instituto Nacional de Teatro es (o debería ser) tema de preocupación para los teatristas de todo el país. La pelea a fondo que enfrenta a Miguel Palma (secretario general del ente, quien cuenta con el respaldo de los representantes de las provincias y de otros miembros del político Consejo de Dirección) con Marcelo Allasino (director ejecutivo del organismo, apoyado sin condicionamientos por el Ministerio de Cultura de la Nación) tuvo otro round en Rosario, donde transcurrió la reciente y masiva Fiesta Nacional de este arte escénico.
La importancia de la definición de esa pelea está dada por el impacto enorme que tiene el INT en el territorio, Tucumán incluido obviamente, sobre todo cuando lo que está en debate es el sostenimiento del precario sistema de realización artística del teatro independiente argentino.
Aparte de los subsidios al montaje de las obras (vital para afrontar los gastos de cada puesta en escena para algunos elencos), es trascendente el aporte que se les da a las salas para tener y mantener espacios propios. En lo primero, el año pasado se autorizó un desembolso de $5 millones para que La Gloriosa compre un nuevo lugar, pero la operación se complicó por la situación del mercado a partir de la devaluación del peso frente al dólar en diciembre (ni hablar en estas últimas semanas) y por idas y vueltas de los vendedores. Y este año se supo de la aprobación de una suma (también millonaria aunque menor) a Casa Luján, el proyecto artístico de César Romero, para que tenga su propia sala.
Ahora esperan con ansias buenas noticias El Círculo de la Prensa (necesita refacciones urgentes), Sala Ross y Fuera de Foco. Todo depende de las cartas que les toquen en las barajas, con la esperanza de que no estén marcadas a favor de otros. Ya se aprobó que tanto la sala Paul Groussac de la capital (dependiente de la Universidad Nacional de Tucumán ) como el Centro Cultural San Martín de La Cocha reciban equipamiento, lo que demuestra el grado de penetración del INT en el interior de cada provincia. La Sodería, en tanto, recibió un auxilio económico para la parte técnica pero no para refaccionar su sala, como también pretendía. También se quedó a la espera la Sociedad de Socorros Mutuos de Aguilares, el lugar de origen del actual representante del ente en la provincia, Roberto Toledo, que se desdobla en la búsqueda de recursos.
Pero cuando se logra tener la casa propia, aparecen otros dolores de cabeza vinculados a sostenerla sin que el techo se venga encima. La actividad teatral está afectada por una tormenta perfecta: confluyen la merma de público en las salas por los problemas económicos y el aumento de las tarifas de servicios públicos y de los costos fijos, lo cual hace que la subsistencia esté en serio riesgo. Y con ella un mecanismo de producción que vincula lo público con lo privado que sólo recibe elogios internacionales y envidias de otros ecosistemas culturales de la región.
Por pocas horas
Pese a comandar el ente organizador de la Fiesta, Allasino sólo estuvo en la ciudad santafesina pocas horas, y luego viajó a reuniones oficiales en el exterior en representación del país. Palma operó constantemente con su grupo para mostrar que la relación entre ambos está quebrada y que la puja es por ver quién acumula más poder y le tuerce el brazo al otro. Nada indica que ello será posible, por lo que en vez de “todos ganan” se puede estar cerca del “todos pierden”. En política, el equilibrio es inestable por naturaleza, pero es peligroso que se arriesgue lo que se tiene sin una red de resguardo.
“Jugar a la explosión del INT, sea quien sea el que apriete el detonador, sería un acto irresponsable hacia el futuro y un agravio hacia el pasado, a la memoria de todos los teatristas que pelearon por su existencia. En el presente, sería simplemente suicida”, se escribió en esta columna el 30 de mayo del año pasado, luego del festival teatral anual realizado esa vez en Mendoza. Que tenga todavía vigencia el párrafo es un signo de preocupación antes que un hallazgo de anticipación periodística.
En un año, en vez de tender puentes y mejorar vínculos, todo empeoró. Algunos representantes provinciales congregados en Rosario llegaron incluso a escribir una carta dirigida al ministro de Cultura, Pablo Avelluto, pidiendo (en un tono casi de exigencia) el relevo de Allasino, nota que el propio Palma desautorizó. La salida de Federico Irazábal del Consejo de Dirección y su reemplazo por Florencia Pérez Riba en representación del Ministerio nacional implicó por su parte el cambio de un estudioso conocedor a fondo del quehacer teatral del país y efectivo operador político a una eficiente técnica cuyo fuerte es más la burocracia y los expedientes que la realización artística y los escenarios.
Allasino retiene el apoyo del Ministerio de Avelluto, así como Palma lo tiene de su grupo diseminado en las provincias. En pleno plan nacional de ajuste, se vuelve a mencionar la posibilidad de que Cultura pase a ser una secretaría (frecuentemente desmentido, aunque siempre aparece) y que el recorte de fondos alcance a los distintos entes autárquicos del área: INT, Inamu (de la música) e Incaa (del cine). Si se concreta, podría haber cambios en las cúpulas de los tres organismos en conjunto, no de uno solo.
Por su parte, Palma comienza a vivir lo que en política se conoce como “pato rengo”: el último año de mandato de un funcionario que no puede ser reelecto. A fin de año dejará su cargo y el INT, donde está desde su origen hace 20 años, en distintas labores. No se sabe aún quién lo reemplazará.
Lo cierto es que la peor herencia que pueden dejar los máximos responsables del INT a los que vendrán es la mecha encendida de un gran paquete de dinamita. Hay que soplar para el mismo lado para apagarla.