De las imágenes de los últimos días que permanecerán en las retinas sobresalen dos: la de Juan Manzur con Mauricio Macri y otros gobernadores peronistas, y la del propio mandatario tomado de la mano con el senador José Alperovich, en el jardín de la casa de su mentor político. La primera incógnita a desentrañar es si el titular del Poder Ejecutivo salió fortalecido o debilitado con la difusión de esos retratos. Por ahora, la primera opción es la que prevalece.
La delicada situación económica y política del país torna incierto el futuro institucional. Y esa tormenta, por más que se haya posado sobre el macrismo, amenaza con arrastrar las gestiones provinciales y las ambiciones personales de sus referentes. Manzur necesita de un escenario estable para proyectar su reelección en 2019, si es que así lo quiere. No basta con tener cuentas equilibradas y pagar los sueldos al día. Son obligaciones de las que ningún gobernante debería jactarse. El descontento social suele ser mucho más complejo y abarca demasiadas variables que exceden ese simplismo. Por otro lado, ¿cuánto demoraría en esmerilar la estabilidad local una crisis nacional?
Con esa certeza salió el gobernador de su encuentro con el Presidente. El contexto descripto por Macri a los peronistas fue dramático. A sabiendas de que haber acudido al Fondo Monetario Internacional (FMI) tira abajo su imagen y apabulla las expectativas de la sociedad –el gran capital que ostentaba el macrismo-, el jefe de Estado buscó sumar a los referentes provinciales y formar un scrum “institucional” para frenar la arremetida social. Puntualmente, Macri les solicitó que acompañen el acuerdo con el FMI y que frenen en el Senado el proyecto que aprobó la oposición en Diputados para limitar los aumentos de las tarifas en los servicios públicos. Los dos adelantados fueron el cordobés Juan Schiaretti y el misionero Hugo Passalacqua. El primero habló de garantizar la gobernabilidad y el segundo de que el préstamo “colabora”.
Manzur se enfrenta a un dilema un tanto más complicado, porque había arrancado la semana anterior instando a los tres diputados que le responden a votar la iniciativa opositora y porque su vicegobernador, Osvaldo Jaldo, expuso sin rodeos el rechazo del oficialismo local a los aumentos en las boletas de luz y de gas. Con ese mensaje, Pablo Yedlin, José Orellana y Gladys Medina cumplieron sus directivas. ¿José Alperovich y Beatriz Mirkin harán lo mismo? Ese fue el motivo de la visita que el viernes realizó Manzur al senador. Le transmitió los detalles de lo conversado con Macri y en ese ping pong ambos coincidieron en que la realidad del país es preocupante. Ahora deberán definir qué postura adoptar cuando el proyecto contra los incrementos tarifarios deba ser tratado en la Cámara Alta. Alperovichistas y manzuristas coinciden en que el senador y el gobernador acordaron resolver más adelante qué postura adoptar; es decir, optaron por ganar tiempo para ver cómo se desarrollan los acontecimientos en los próximos días. “Hay que hacer equilibrio”, resumió un encumbrado oficialista.
Volviendo a la pregunta del inicio, de lo que Manzur diga en público y haga dependerá la respuesta. Hay dirigentes que mascullan bronca porque entienden que el gobernador está frente a una oportunidad inigualable de definir su perfil opositor y levantar las banderas del peronismo en contra del acuerdo nacional. Pero esa foto con Macri y la tibieza de su postura posterior no lo favorecen. Aún más, en este caso no le resultaría difícil encontrar argumentos para arrinconar a Cambiemos, un espacio que llegó jactándose de que sabía cómo resolver los problemas económicos de la Argentina y de repente da señales de impericia y de lanzar manotazos sin dirección. En lo único que no podía fallar, el macrismo está fallando. Si la situación se torna más dramática, ¿cómo quedará Manzur en caso de haber apoyado al Gobierno nacional? Respecto de la segunda imagen, en el jardín de la casa de Alperovich, el gobernador afronta dos inconvenientes. El retrato se contradice con los mensajes que había enviado hacia abajo hace una semana: varios funcionarios dicen haberlo escuchado advertir que en 2019 no hay dos caminos, sino uno solo. Y, por otro lado, ¿qué ocurre si Alperovich aprovecha esta circunstancia para capitalizar la crisis, esmerilar la imagen de su sucesor y refrescarse hacia el próximo año? Además de quedar desautorizado, Manzur pondría nuevamente en duda su rol de conductor del peronismo, justo cuando más se le reclama una definición.