Carlos Duguech - Analista internacional
Hoy, Israel conmemorará el septuagésimo aniversario del día en que se declaró su independencia. El 14 de mayo de 1948, David Ben Gurión proclamó la existencia de Israel como un país independiente y soberano.
Dos años clave jalonaron ese arduo peregrinar por una idea y una necesidad de los judíos dispersos en el mundo: 1897, cuando se publicó por Teodoro Hertz su libro fundamental, “El estado judío”; y 1907, con la declaración que lleva el nombre del ministro de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, Arthur James Balfour, en carta dirigida a Lionel Walter Rothschild, líder de la comunidad judía en Gran Bretaña, con destino a ser entregada a la Federación Sionista de Gran Bretaña e Irlanda.
Cuando Gran Bretaña resuelve desprenderse de su obligación de mandataria de la Sociedad de las Naciones sobre Palestina, ex provincia otomana, fijando la fecha, 15 de mayo de 1948, las organizaciones judías se anticipan (por razones del Shabat) y el día 14 declaran la independencia de Israel.
El parto de los siameses
El 29 de noviembre de 1947, se votó la Resolución 181 de “Partición de Palestina: un Estado judío, un Estado árabe. Entre los dos estados se debe establecer una unión económica, aduanera y monetaria y una zona (Jerusalén) bajo régimen internacional particular por la ONU por diez años. Fueron 33 países los que votaron a favor, 13 en contra (Afganistán, Arabia Saudita, Cuba, Egipto, Grecia, India, Irán, Irak, Líbano, Pakistán, Siria, Turquía y Yemen) y 10 se abstuvieron. Entre ellos, Argentina.
La reacción de la comunidad judía fue de entusiasmo, aunque con algunas observaciones al diseño de los mapas. En cambio, la de los países árabes fue de rechazo total y con amenazas de acciones violentas que empezaron a concretarse casi de inmediato.
Fue un error táctico, por una parte y, esencialmente, una irresponsable manera de descalificar el sentido de su voto en la Asamblea General de la ONU. Lo coherente hubiese sido no legitimar la votación participando como lo hicieron.
Igual conducta asumió Israel al participar, legitimando la Asamblea de la ONU que el 21 de diciembre último, por una mayoría de 128 votos, por el rechazo global a la decisión de Trump sobre Jerusalén. Criticó después de perder en la votación.
Hoy mismo, si los países árabes hubiera aceptado, aún con reservas, la partición, los siameses nacidos de ese “parto” vivirían separados y sólo unidos por fronteras reconocidas internacionalmente.
Cada uno por su parte y en su tiempo, Israel y Palestina hubiesen podido evitar tanta muerte, tanta destrucción, tanto enfrentamiento sin pausas, salvo los fallidos intentos de acuerdo que se suceden como una burla de la realidad.
Sólo los acuerdos Israel-Egipto resolvieron cuestiones territoriales y de relación. Nobel de la Paz (1978) compartido, por ello, para Beguin y Sadat.
Independencia
Durante 2018 se cumplen 70 años y 30 años, respectivamente, de las declaraciones de independencia de Israel y de Palestina. En mucho difieren, pero tienen puntos de contactos esenciales, que no son otros que mencionar a la “partera de los siameses”: las Naciones Unidas.
La Declaración de Independencia de Israel la menciona siete veces. Y una vez a la Sociedad de las Naciones.
Parte del texto dice: “por consiguiente nosotros, miembros del consejo del pueblo, representantes de la comunidad judía de Eretz Israel y del movimiento sionista, estamos reunidos aquí en el día de la terminación del mandato británico sobre Eretz Israel y, en virtud de nuestro derecho natural e histórico y basados en la resolución de la Asamblea general de las Naciones Unidas, proclamamos el establecimiento de un estado judío en Eretz Israel, que será conocido como el estado de Israel, declaramos…”.
Un párrafo esencial de la Declaración de Independencia configura un contra sentido con lo que se viene actuando por parte del gobierno de ultraderecha de Netanyahu.
Sólo baste transcribirlo: “el Estado de Israel está dispuesto a cooperar con las agencias y representantes de las Naciones Unidas en la implementación de la resolución de la Asamblea General del 29 de noviembre de 1947, y tomará las medidas necesarias para lograr la unión económica de toda Eretz Israel”. Nada de eso ocurre. Israel casi siempre arrincona en el peor lugar a la ONU y a sus resoluciones.
La Declaración de Independencia de Palestina, proclamada el 15 de noviembre de 1988, desde Argel, en el exilio, por Yasser Arafat, más extensa que la de Israel, contiene párrafos de exaltado patriotismo.
Y, al igual que Israel, liga su independencia al protagonismo de la ONU: “A pesar de la injusticia histórica sufrida por el Pueblo Árabe Palestino resultando en su dispersión y en la privación de su derecho a la autodeterminación, luego de aprobada la resolución 181 (1947) de la Asamblea General de las Naciones Unidas -que partió a Palestina en dos Estados, uno árabe y otro judío- es esta misma resolución la que le provee al Pueblo Árabe Palestino las condiciones de legitimidad internacional asegurándole el derecho a la soberanía y a la independencia nacional”.
Y más adelante hay un compromiso de hierro: “En el contexto de su lucha por la paz en la tierra del amor y de la paz, el Estado de Palestina llama a las Naciones Unidas pidiendo se arrogue una responsabilidad especial hacia el Pueblo Árabe Palestino y su Patria. Hace un llamado a todos los pueblos y estados amantes de la paz y la libertad pidiendo se le asista en el logro de sus objetivos, proveerle seguridad, aliviar la tragedia de su pueblo, y ayudarle a poner fin a la ocupación de Israel sobre los territorios palestinos”.
Ambas declaraciones de independencia de dos países, tan ligados y enfrentados, configuran un programa que no puede- en ningún contexto- permitir propiciar la exclusión del otro, definitivamente.
Es bueno que la llevada y traída “Comunidad Internacional de Naciones” no dirija su mirada de soslayo, sino que oriente sus capacidades y sus determinaciones hacia el eje principal: la constitución de dos estados independientes, con fronteras reconocidas internacionalmente y con la vigencia plena e irrestricta del derecho internacional.
Sólo así tendrá sentido que las declaraciones de independencia de Israel y de Palestina sean piezas operativas y no partes de un archivo de museo.
Dos declaraciones
La declaración de Israel, hace 70 años, conformó en los hechos y en el derecho un Estado soberano. La de Palestina, hace 30 años, todavía sobrevuela los cielos del Medio Oriente. ¿Será porque fue dictada por un poeta, el palestino Mahmoud Darwish?