Hace 20 años, Rosario fue sede de la primera Fiesta Nacional de Teatro fuera de la Capital Federal, organizada por el entonces flamante Instituto Nacional de Teatro (INT). Desde hace varios días, la principal ciudad de Santa Fe respira la alegría del retorno de los elencos de todo el país, con avisos publicitarios que convocan a llenar las salas y un clima de efervescencia en el sector, que hace olvidar la crisis que atraviesa la actividad.
Entre ayer y hasta el sábado, las preocupaciones de los teatristas se tomarán un recreo. Hasta el mal clima de los días previos le hace un guiño a la propuesta, y el sol brilla sobre el río Paraná. Es una señal de buen augurio, porque bastante actividad está programada al aire libre o en espacios costeros, como el Centro de Expresiones Contemporáneas, un complejo de salas y oficinas donde está el INT y es el punto de encuentro de los artistas viajeros, que está entre el río y el convenientemente bautizado Paseo de las Artes. En esa zona conviven el Galpón de la Música, la explanada donde se expresan las artes callejeras, los espacios de exposiciones de plástica y fotografía (incluyendo ex silos graneros reconvertidos), la Isla de los Inventos y las propuestas infantiles (pensadas desde el concepto de la Ciudad de los Niños, del italiano Francesco Tonucci, en beneficio de la accesibilidad de los más pequeños), mercados de artesanías y oferta gastronómica.
Precisamente, la apertura fue al aire libre, en la explanada del Parque de España, un punto de encuentro de jóvenes en skate o de rondas de canciones y guitarras que al cierre de esta edición era ocupado por las destrezas circenses del grupo local Mano a Mano y por una versión de los cordobeses de Cirulaxia Contraataca del célebre "Ubú", de Alfred Jarry, texto precursor del absurdo a fines del I800.
La ciudad comenzó a sufrir desde temprano de la mañana de ayer una invasión silenciosa de 300 teatristas invitados de toda la Argentina, entre creadores, críticos, funcionarios, estudiantes y público. Los convocados están alojados en cuatro hoteles céntricos (uno de ellos, ocupado íntegramente por elencos) y son atendidos por 57 personas afectadas a sus necesidades, desde logísticas hasta artísticas. La ansiedad fluye cuando el horario de las funciones se acercan, como lo atestiguan los integrantes de las 32 obras seleccionadas en las regiones del país (dos de ellas, tucumanas). La grilla se completa con homenajes, presentaciones de libros, mesas panel, talleres y espectáculos en adhesión. En total, en el máximo encuentro escénico argentino, la agenda abarca más de medio centenar de actividades.
Luego de la inauguración, estaba listo para presentarse anoche el elenco tucumano de "El circo de los Marsilli", que dispuso de una combi para cubrir los poco menos de 1.000 kilómetros que distancian Rosario de Tucumán; cuando se superaba esa marca, los tramos eran por avión. Llegaron sobre el mediodía, tras I2 horas de viaje y ocho antes de subir a escena.
El grueso de las tareas organizativas recaen sobre el secretario general del INT, Miguel Palma, y su equipo. A diferencia de otras Fiestas, como las realizadas hace dos años en Tucumán y el año pasado en Mendoza, no hay empleados porteños atendiendo las necesidades, sino contratados locales.
Ayer, antes de la inauguración, se esperaba la llegada del director ejecutivo del organismo, el rafaelino Marcelo Allasino, sobre quien recae la responsabilidad política del organismo, y del ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto. En cambio, desde el comienzo se sabía que para la abertura no iba a estar su par santafecina: María de los Ángeles González, Chiqui para todos los artistas locales, está participando de una reunión internacional en Canadá y regresará el martes al país. Abogada, gestora cultural y directora teatral, es considerada un paraguas protector del arte de primer nivel en la provincia. Su lugar, a la hora de los discursos, iba a ser ocupado por la secretaria de Cultura de su cartera, Mónica Discépola. Por la Municipalidad, tercera pata de los aportes para el encuentro que costará más de $I0 millones, iba a particiopar la intendenta Mónica Fein.
Al público poco le importa la presencia de políticos. Su atención está centrada en las obras, con la promoción muy tentadora de que las entradas están a $80, la mitad de lo que cuestan normalmente tanto en Rosario como en Tucumán. En tiempos de bolsillos flacos, se auguran salas llenas, lo cual es para festejar en sí mismo.