Elsa Ledesma, Josefina Medina y Daniela Peralta dejaron de picar cebollas. Gladys Jiménez repitió para que la escuchen bien: “claro, a Juan le han prendido fuego cuando estaba en el parque 9 de Julio”. Jiménez contó cómo a su hijo de 26 años, que fuma paco, le tiraron nafta cuando dormía en el pasto a la madrugada, en un descanso de limpiar vidrios en la rotonda de Soldati y Gobernador del Campo. Lo encendieron pero sobrevivió. Ella ya enterró otros dos hijos que consumían paco y no pudieron recuperarse. Las cocineras continuaron picando en silencio la verdura para cocinar en el comedor de noche para adictos de La Costanera. “Necesitamos que construyan el centro para adictos cuanto antes. Porque cada vez se vende más droga en el barrio”, pidió Medina. “Cada vez está peor”, insistió.
En marzo, después que el jefe de Gabinete, Marcos Peña, había informado en el Congreso que no se construiría el Centro Preventivo Local de las Adicciones (Cepla), el gobernador Juan Manzur anunció que la Provincia se haría cargo de la obra. El centro de día para adictos se había comenzado a construir en 2015 con fondos nacionales, se paralizó cuando llevaba un avance del 43% y luego fue abandonado y saqueado por los transas. Por eso, los vecinos del barrio pidieron que esta vez la construcción sí se complete.
“Queremos es que se construya el Cepla, que haya un lugar para dar contención. Además queremos que el comedor de noche, que es parte del trabajo de un grupo de la Secretaría (de Adicciones de la provincia) funcione ahí”, reclamó Medina. El comedor se organiza desde hace dos años por el grupo de recuperación “Ganas de Vivir”, y sirven más de 100 raciones por noche para chicos con consumo problemático de sustancias.
En llamas
Jiménez tuvo seis hijos. A Oscar Alberto le dispararon por la espalda en 2015, cuando tenía 21. La Policía dijo que había entrado a robar limones a una finca y que le habría disparado el sereno. Había comenzado a consumir a los 13. El año pasado murió Hugo, de 15 años, y piensan que fue por una crisis de abstinencia.
“A finales de noviembre, Juan estaba en la esquina donde siempre limpia vidrios con un grupito y después se drogan. Consume desde chico. Se tiró a dormir. Alguien le tiró nafta. Lo prendió fuego. Él se desesperó y empezó a correr hasta cerca de la rotonda de la Terminal. Nadie lo ayudó ni llamó una ambulancia. Las llamas le alcanzaron la cara. Se tiró al piso y se apagó. Se fue corriendo desesperado al Centro de Salud”, narró Jiménez. Pudo recuperarse de las quemaduras, contó. También contó que Camila, otra hija de ella (20 años), estaba embarazada y no pudo dejar de fumar paco. “Ella entró en trabajo de parto fumando paco. Pensaba que tenía dolores y fumaba más, pero eran contracciones. La llevamos a la Maternidad y tuvo a la bebé. Es muy difícil dejar el paco”, dijo Melina, hermana de Camila, al lado de su mamá. Gladys y Melina contaron que a pesar de todo lo que pasó su familia colaboran en el comedor para ayudar a otros a empezar un tratamiento. “Perdí dos hijos por la droga. No quiero que otra madre pase esto. El comedor es importante porque el que está muy mal no tiene qué comer. Se están muriendo despacito. Necesitamos que el Gobierno haga algo”, finalizó Jiménez.
Quipe con fideos
El menú fue quipe con fideos. El primer año se cocinaba dos veces por semana. “Como no nos alcanzan los fondos, cocinamos sólo los martes. Y eso que recibimos donaciones. Debería funcionar todas las noches”, renegó Medina mientras mezclaba carne molida, cebolla, pimiento y ajo con trigo burgol en una palangana de plástico.
Daniel López (27 años), Juan Guerra (22 años) y Magalí Flores (17 años), armaban los quipes individuales y los colocaban sobre un mesón. Medina terminaba de encender el fuego con leña para cocinarlo frito.
“Hace cosa de cuatro meses que vengo al comedor. Charlo con los psicólogos. Ya estoy mejor. Fumaba mucha porquería. Todos los días. Pastillas y paco. Me tomaba tres tirillas de alplax por día. Andaba re duro. Ahora estoy mejor”, contó López. Dejó la escuela en primer grado y a esa edad empezó a aspirar poxi-rrán. Después marihuana, pastillas y paco. “Me gustaría salir de esto y ayudar a otros chicos. El paco es terrible. Estoy esperanzado con que se haga el Cepla y más chicos puedan salir”, continuó. “Mi historia es la misma que la de todos”, dijo Guerra mientras moldeaba los quipes. “Todo lo que ganaba trabajando lo gastaba en droga. Soy changarín. Ahora estoy lúcido porque a la mañana no quise salir a trabajar. Quiero poder salir de esto y con la plata del trabajo poner pan en la mesa de mi casa”.
Medina escuchaba triste los relatos: “esto cada vez está peor. Sabemos que el Cepla no será la solución milagrosa, pero sí será una ayuda. No sólo La Costanera necesita un centro así”, finalizó.
El PE anunció que en 30 días comenzará la obra
El titular de la Dirección de Arquitectura y Urbanismo, Alfredo Quinteros, informó a LA GACETA que en un mes comenzarán las obras para construir el centro día para adictos en La Costanera.
“Al proyecto de obra ya lo terminamos. Ya se han asignado las partidas presupuestarias. Estimamos que construirlo insumirá aproximadamente $ 22 millones. Estamos esperando el decreto del gobernador (Juan Manzur) donde se autorice a realizar el cotejo de precios”, indicó Quinteros. El funcionario provincial explicó que el Tribunal de Cuentas deberá aprobar la documentación. “De no mediar inconvenientes, esperamos que en 30 días inicie la obra. La construcción tiene un plazo de 11 meses”, agregó. “Me parece importante que el gobernador, sensibilizado por la situación social y económica de la zona, que sabemos que es un barrio marginado y vulnerado, haya tomado la decisión política de involucrarse. Es una obra importante para el barrio”, dijo Quinteros.
“No queremos dejar pasar más tiempo porque hay mucha gente vulnerable que necesita de este centro”, había afirmado el ministro de Desarrollo Social, Gabriel Yedlin, cuando la Provincia anunció que se haría cargo de la obra, luego de que la Nación informara que no la llevaría adelante. Su hermano, el diputado Pablo Yedlin, había celebrado la construcción del centro. “El 80% de los pacientes que sufren adicciones no requieren internación, por eso la Ley de Salud Mental plantea que es muy difícil tratar a una persona adicta contra su voluntad, por lo tanto, los tratamientos más efectivos son ambulatorios”. Y añadió: “el adicto es un enfermo y tiene que tener contención en el sistema de salud”.