Con el resultado adverso y el tiempo corriendo a pasos agigantados, su nombre comenzó a retumbar en cada rincón de La Ciudadela. No hubo nadie que no recordara ese testazo lleno de gloria con el que Iván Agudiak firmó la agónica victoria sobre Guaraní Antonio Franco para dejar con vida a San Martín en el Federal A de 2016, donde finalmente aseguró el regreso a la B Nacional.
Y cuando Juan Galeano marcó el 3-3 en el cuarto minuto de adición (idéntico momento al del gol de “Toro”) a más de un hincha se le escaparon lágrimas de emoción al ver que la historia se repetía al pie de la letra. “Vi el partido y a medida que el equipo iba en busca del empate comencé a recibir mensajes de amigos, que me decían que yo tenía que estar en la cancha”, le cuenta el punta a LG Deportiva, en una charla telefónica desde Mendoza donde hoy busca el ascenso a la B Nacional defendiendo la camiseta de Gimnasia y Esgrima.
“Toro” fue un hincha más a la distancia. Hizo fuerzas para que llegara el empate y casi que se “metió” dentro del cuerpo de Galeano para, entre los dos, impulsar con más fuerzas la “bomba” salvadora que desató el festejo alocado en Bolívar y Pellegrini. “Grité el gol como loco y con mucha alegría porque fue todo muy intenso y emocionante. Presentía que podía empatarlo y la jugada fue muy rara. No entró en la primera, pegó en todos; pero por suerte Galeano definió muy bien. Ese gol me trajo sentimientos muy lindos”, confiesa el delantero dejando en claro que nada se compara como aquel tanto ante Guaraní. “Es diferente cuando lo vivís como jugador. Pero vi una euforia similar. Los chicos corrían para todos lados, igual que lo hice yo aquella vez”, agrega.
Agudiak encuentra similitudes entre ambos momentos, aunque también ve algunas diferencias. “En aquel momento nosotros estábamos en el infierno, por lo que ese gol nos salvó de seguir en esa categoría. Hoy el club está mucho mejor, aunque es verdad que no está en el sitio que merece. Por historia, por lo que es como club y por sus hinchas, San Martín tiene que estar en Primera”, asegura.
Luego de ese gol que tuvo tintes mágicos, el delantero asegura que el equipo fue otro. Cambió el chip, se hizo mucho más fuerte y terminó ascendiendo a base de garra y fortaleza anímica. “A nosotros nos dio muchas fuerzas esa clasificación y creo que ahora a San Martín le va a venir muy bien también. El otro día, volviendo de un entrenamiento, con Agustín (Briones) charlábamos de que en el Reducido el “Santo” iba a tener un plus. Es un equipo fuerte y que tiene un apoyo gigante. Esta clasificación le dará otro envión”, afirma el delantero.
Mística propia
Pasaron casi dos años de aquel gol y de su partida de La Ciudadela. Pero Agudiak explica que no es fácil despegarse de San Martín. Según sus palabras, luego de ponerse la camiseta “santa” todo lo demás parece minúsculo, no hay vuelta atrás. “Jugar en San Martín no tiene nada que ver con hacerlo en otro club. Te pasan cosas que son difíciles de explicar, algo que no pasa en ningún otro club. San Martín tiene una mística propia que es La Ciudadela, y lo que siente en esa cancha no se siente en cualquier estadio. Cómo alientan los hinchas, la cancha siempre llena y las tribunas bien pagadas al campo hacen te hacen sentir cosas que no se las siente en ninguna parte”, sentencia Agudiak que tiene muchos más motivos para llevar su corazón pintado de rojo y blanco. “Siempre seré un hincha más, desde el primer momento en que me fui de ese club. Allí jugué dos temporadas en el Federal A, en la primera fui goleador del equipo y en la segunda logré el ascenso. Además, en Tucumán nació mi primera hija. Son muchos lazos con esa provincia, además el hincha de San Martín es único y me llena el pecho de orgullo cuando veo cómo se acuerdan de mí”.
San Martín logró el pasaje a semifinales con un hincha de lujo pegado al televisor; ese mismo hincha que lo empujará a la distancia implorando que este sea el año del esperadísimo regreso a la máxima categoría. “Voy a rezar para que esta vez se le dé y San Martín pueda volver a Primera, el lugar que merece por lo que significa como institución. Espero que los chicos tomen el mismo envión que tomamos nosotros con la clasificación ante Guaraní; creo que así será”, concluye Agudiak, cuya alma sobrevoló Bolívar y Pellegrini el domingo. Sí, bajo la lluvia, haciendo más heroica una clasificación soñada; esa como la que él supo asegurar tiempo atrás.