Hay pueblos que se sienten orgullosos de su idiosincrasia y se preocupan por conservar su patrimonio cultural y explotarlo turísticamente. Otros tienden con frecuencia a eliminar los vestigios del pasado, como sucede con Tucumán. Pero más grave es cuando se atenta contra un bien que cumple un papel fundamental en la salud del medio ambiente. El Parque 9 de Julio fue un orgullo para los tucumanos y está considerado como una de las joyas de la ciudad; sin embargo, su extensión original de 400 hectáreas ha sido sistemáticamente diezmada y cuenta actualmente con 90 o 100 ha. En contrapartida, Rosario de Santa Fe sumará cuatro hectáreas a las 126 del Parque de la Independencia, inaugurado el 1 de enero de 1902.
En la sesión del jueves, la Legislatura aprobó un proyecto de ley por el cual se autoriza al Poder Ejecutivo a transferir en donación al club Cardenales Rugby Club 1,34 hectárea del Parque 9 de Julio para ampliación de sus instalaciones deportivas. A tal efecto, dispone en el art. 1°, la desafectación de las disposiciones establecidas en las leyes N° 6.478 (creación del Parque Centenario 9 de Julio) y N° 7.500 y sus modificatorias (protección del patrimonio cultural), de una fracción del inmueble de propiedad del Gobierno provincial, lindero con el club y el barrio Tiro Federal. No se especifica si se había consultado a los organismos pertinentes y si se contaba con su autorización.
Una iniciativa similar fue aprobada en diciembre de 2016, cuando expiraba el año del Bicentenario de la Declaración de la Independencia. Los legisladores dispusieron la cesión por ley de una parte del Parque 9 de Julio a una universidad. La medida alertó a la Comisión de Patrimonio de la provincia, a entidades ambientales y a intelectuales. En este caso, se había aprobado la donación de 17 hectáreas a la Facultad Regional Tucumán de la UTN para que construyera su campus deportivo y tecnológico. Se consignaba en la iniciativa sólo podía edificarse un 10% del terreno total, sito sobre la avenida Papa Francisco, entre la terminal de ómnibus y el hipódromo. Para lograr la aprobación de la norma, los legisladores desafectaron el terreno de las leyes N° 6.478 y N° 7.500. Se había ignorado el artículo 145 de la Constitución provincial, donde se indica el Estado es responsable de la conservación, enriquecimiento y difusión de su patrimonio cultural, arqueológico, histórico, artístico, arquitectónico, documental, lingüístico, folclórico y paisajístico. Tampoco se había consultado a la Comisión de Patrimonio.
La directora de Patrimonio de la Provincia dijo en la ocasión que le sorprendía que se continuaran tomando decisiones de este tipo sin consultar. “Es agobiante ver cómo se le ha ido quitando espacio al parque. Si no tomamos alguna medida ahora y decidimos el futuro de ese espacio se va a terminar construyendo todo”, dijo la funcionaria. Tras las numerosas críticas, el gobernador decidió vetar la ley.
En tiempos en que el hormigón ha invadido las ciudades, cobran mayor significación los espacios verdes, que no sólo son beneficiosos para la salud, sino que moderan los extremos de temperatura y reducen el efecto urbano de isla térmica, lo que ahorra energía y mejora la calidad del clima en las urbes. El Parque 9 de Julio es hasta ahora el principal pulmón verde de la ciudad, pero da la impresión de que nuestros representantes no lo supieran porque con cierta frecuencia tratan de seguir mutilándolo. En otras ciudades se privilegian los pulmones verdes, pero en la nuestra se los achica. Al parecer, este paseo emblemático se ha convertido en una suerte de oscuro objeto del deseo para los legisladores y probablemente terminarán convirtiéndolo en una plaza.