La década de 1920 fue sinónimo en los Estados Unidos de enfrentamientos de grupos mafiosos que se disputaban la explotación de la prostitución, el juego ilegal y el tráfico de alcohol. Chicago pasó a la historia como una de las “capitales del crimen organizado”, que tuvo por protagonista al hampón Al Capone. Una gran cantidad de películas y series televisivas estadounidenses se hicieron desde entonces y se llegó a pensar que estas corporaciones mafiosas oficiaban muy lejos de nuestro país o en el terreno de la ficción. Sin embargo, en Tucumán estas expresiones delictivas han comenzado a manifestarse en los últimos lustros a través de amenazas, balaceras y crímenes que tienen por leit motiv la droga.
Una buena parte de la sociedad se ha convulsionado por las derivaciones que tuvo el secuestro de una líder de Villa 9 de Julio, cuya organización está vinculada con el narcomenudeo. La mujer de 53 años había cumplido una condena por comercialización de drogas en su casa. Luego de la muerte de su marido, que habría introducido el paco en la capital, ella decidió instalarse en Villa 9 de Julio y mantuvo enfrentamientos con otros grupos.
Según fuentes oficiales, la mujer permaneció privada de su libertad durante más de cinco horas, luego de que un grupo de hombres, que se desplazaba en una camioneta, la retuviera y provocara una dura amenaza por parte de sus seguidores. El miércoles se viralizó un audio por WhatsApp con un mensaje aparentemente de un pariente de la líder secuestrada dirigido a la nuera del supuesto promotor del rapto. Algunos pasajes del mensaje afirmaban: “Ya no nos importa la ‘cana’. Esto (no) va a terminar hasta que nos matemos todos”; “con la patrona nadie se mete. Ustedes no tienen el armamento que tenemos nosotros. Les avisamos para que estén ‘pillos’. Vamos a ir mañana (por ayer) a la cancha”; “Ustedes nos tocaron el c... Espero que sepan cómo viene la mano, porque ahora nos vamos a hacer p... Este ha sido su peor error”; “Uno no lo hace de zarpado, pero tenemos la orden de hacer daño. Qué va a hacer, con la patrona nadie se mete”.
La Justicia Federal comenzó a investigar qué le sucedió a la mujer. El secretario de Seguridad dijo que el hecho generó preocupación en el entorno del Ministerio de Seguridad, aunque también centralizó ese contexto en un conflicto particular: “Son dos bandas involucradas en una causa que está en manos de la Justicia Federal”, expresó. Sin embargo, ninguna autoridad oficial se ha referido al accionar de estos grupos con causas en la Justicia que actúan con total impunidad y causan temor a la población. Han demostrado además que no le temen a la Policía y que están fuertemente armados. Llama la atención, una vez más, la pasividad de los Poderes del Estado en ocuparse con seriedad por combatir a estas bandas mafiosas involucradas en el negocio de la droga, si además se conoce quiénes son, cómo actúan, y seguramente quiénes las protegen. Las principales víctimas de estos clanes son los adolescentes y jóvenes; muchos de ellos que no pueden escapar de ese círculo de destrucción, roban y hasta matan en tren de conseguir dinero para comprar sustancias ilegales.
Tucumán corre el riesgo de convertirse en una Chicago del siglo XXI, en un “jardín del hampa”, pero a nuestros gobernantes no parece importarles. ¿Acaso los intereses creados son tan importantes que hay poca decisión para tomar el toro por las astas?