El público tucumano no es fácil de conquistar, pero La Oreja de Van Gogh supo ganárselo con paciencia, canción a canción, en su presentación del lunes (anoche tuvo la segunda). La banda española presentó su nuevo material -“Planeta imaginario”-, aunque (como si fuese una jugada de pizarrón) mezcló el nuevo repertorio con los clásicos de siempre para sacarle algún coro a la platea. La puesta fue sencilla: tres lámparas en medio de los instrumentos y un globo terráqueo a un costado. No hubo pantallas ni videos que le robaran el protagonismo a la cantante Leire Martínez.
Los más jóvenes llegaron en grupo, eufóricos y apresurados por ocupar sus asientos. Los más grandes no desentonaban: sus entradas estaban arrugadas de tanto manoseo, por la ansiedad y los nervios. A pesar de la diferencia de edad coincidieron casi en todo, incuso hasta en el silencio que mantuvieron durante el show.
Todos aplaudieron discretamente cada canción. Y así, una tras otra. La excepción fue la primera fila, que arengó con banderas y de pie el comienzo de cada tema. Pero no hubo coros ni gritos. “La canción más bonita del mundo” y “El último vals” fueron las elegidas para arrancar con el repertorio que tuvo más de 20 temas.
El plan de luces del escenario cambió por completo en la quinta canción. El teatro se pintó de verde, violeta y azul y Leire dio el primer mensaje: “acompañamos a todas las familias que tienen algún pariente con Alzheimer; esta canción es para ellos”. Entonces tocaron “Estoy contigo” y dio la impresión de que recién ahí el público comenzó a sentirse parte del show.
Se encendieron las luces rítmicas y los tucumanos ya entonaban cada tema. Más tarde llegó el segundo mensaje; quizás el más fuerte o por lo menos con el que se mostró más empatía. “Hay un único mundo para todos. El problema es que no todos se han dado cuenta de eso. Hay diferentes religiones, razas, orientaciones y sexos. Ser mujer, hoy, es un handicap (condición de desventaja). Ojalá dentro de unos años podamos ver en las noticias que no hay ni una mujer menos en manos de la violencia machista”, sentenció la española. Ahí arrancó “No vales más que yo”, que tuvo como resultado a cientos de tucumanos de pie aplaudiendo.
Después nadie volvió a sentarse. La banda invitó a bailar en las primeras filas del Mercedes Sosa, que estrenaba nuevo sonido. De pie el silencio volvió a adueñarse del lugar cuando cantó “Jueves”, que habla del atentado en Madrid del 11 de marzo de 2004.
La Oreja impactó sobre todo con esta canción que narra la muerte de una pareja que tuvo una historia de amor en medio del atentado. Tanto que hubo completo silencio durante la introducción musical.
El silencio fue necesario, siempre. Así pudo valorarse a la cantante y a Xabier San Martín (teclados), Pablo Benegas (guitarra), Álvaro Fuentes (bajo) y Haritz Garden (batería), que antes de abandonar el escenario recibieron los aplausos y los gritos (y algunas lágrimas) más fuertes de la noche. Los bis del final sirvieron para confirmar que los tucumanos son exigentes, pero que si se logra encantarlos, son fieles hasta que la banda levanta los instrumentos y dice “hasta la próxima, público hermoso”.