Exención de una obligación o ventaja exclusiva o especial que goza alguien por concesión de un superior o por determinada circunstancia propia. El privilegio suele asociarse a menudo con el poder y con los poderosos, y genera injusticias porque solo una minoría los tiene. “El privilegio, por definición, defiende y protege al privilegio”, afirmaba el historiador griego Plutarco. En estos días, la divulgación de los montos que cobraron en efectivo los diputados nacionales por pasajes aéreos y terrestres no usados desató una controversia, así como la indignación de una buena parte de la sociedad.
Esta realidad refleja la inequidad entre los mismos pares. Quienes viven en la Capital Federal o en la provincia perciben igual beneficio que un legislador del interior del país, aunque el primero viva a pocas cuadras del Congreso y otro en Jujuy. Cada pasaje aéreo cuesta actualmente $4.500, pero reciben $1.350 si los cambian. Un legislador puede llegar a percibir por mes $40.000 extras, además de su sueldo promedio de $95.000. Los que también canjean sus pasajes son los diputados por la Capital Federal (25) y por la provincia de Buenos Aires (70); es decir, 95 legisladores (257 es el total de la Cámara).
Una legisladora tucumana explicó que ellos tienen muchas limitaciones para emplear los pasajes, ya que, por ejemplo, solo pueden usar los tramos aéreos las personas que trabajan en sus oficinas, previamente informadas. “La gente del interior los usamos mucho con fines sociales. Los tramos que no se usan son por lo general, en enero, donde la actividad en el Congreso es prácticamente nula. Y el dinero mensual es de unos $5.000 o $6.000, no es más que eso. Yo, por ejemplo, ya compré computadoras e impresoras para colaborar con escuelas de Tucumán”, dijo. Afirmó que si se elimina el ítem de pasajes, se debería contemplar una partida para que los diputados puedan brindar asistencia social, con rendición de cuentas: “Unos $20.000 o $30.000 para lo social por mes”. El único de los representantes por Tucumán que no canjeó por efectivo los pasajes no empleados fue el diputado Federico Masso.
En primer lugar, no nos parece impropio que aquellos que vivan fueran de la provincia de Buenos Aires, dispongan de pasajes para poder realizar su labor en el Congreso. Lo que no corresponde es que cobren dinero por los boletos no usados quienes viven en Buenos Aires (salvo que vivan en ciudades muy distantes de la Capital Federal o en casos excepcionales). Además este servicio tiene un destino específico: viajar. La plata de los pasajes no empleados no debe destinarse para fines sociales porque en ese caso, se estarían malversando los dineros del Estado.
Si bien el sistema lo ha permitido hasta ahora, debió prevalecer siempre una cuestión de ética y llamar a las cosas por su nombre, por lo que son y no pretender disfrazar el beneficio no empleado a través de los tan mentados “gastos sociales”. Los legisladores deben entender que han sido elegidos por la sociedad para legislar, no para hacer política con los dineros del Estado. Ayudar a los necesitados es justamente una de las misiones de los ministerios de Bienestar Social, por lo tanto, es necesario que en pos de la transparencia se proceda a abolir las prerrogativas que generan desigualdades inconcebibles en una democracia. “Un pueblo que valora sus privilegios por encima de sus principios, perderá ambos”, decía Dwight Eisenhower.