Desde una alcantarilla, como si fuera una cascada, brota agua de color verde y sucia que recorre la calle Bolivia. El cauce se inicia a la altura del 1.000 y sigue hacia el este. En la intersección con la avenida Siria, los dueños y empleados del supermercado “El Tiburón” colocaron de forma provisoria unas tarimas que sirven como un improvisado puente para que los peatones puedan cruzar por ese especie de río. Ya hace un mes el paisaje es el mismo, según el comentario de los vecinos: el líquido corre ocupando todo el ancho de la calle.
“En la otra cuadra -señaló Francisco Iriarte, empleado del supermercado- viven una señora en silla de ruedas y un chico discapacitado mental; para ellos es imposible acercarse hasta el negocio. Para evitar que crucen o se caigan, nosotros les recibimos el pedido y les alcanzamos lo que compran. De todos modos, es un peligro para todos los vecinos”.
En esa intersección el agua no termina su recorrido, ya que cruza la avenida impidiendo a los peatones caminar por las esquinas. Los motociclistas, a pesar de ir atentos, más de una vez se han ganado un baño inesperado. Iriarte añadió que es muy riesgoso cruzar la calle sin tomarr precauciones porque el pavimento está lleno de musgo y es resbaloso, pero nadie lo ve porque todo está tapado de agua. Otro tema son los chicos que tienen que tomar el colectivo para ir a la escuela: caminan más cuadras de las que deberían para llegar a la parada o a sus casas.
El agua afecta a más vecinos todavía, porque sigue su curso por Bolivia hasta Junín. Hasta este sector el agua no tiene olor nauseabundo, pero cuando desemboca en Chile se suma a la lista de pérdidas cloacales que ornamentan esa parte de la ciudad. Las quejas, por esa zona, también aumentan.
Incertidumbre
“No sabemos de dónde viene tanta agua porque no sale de la tapa de cloaca de la cuadra, sino de una alcantarilla”, sostuvo Félix Magno, un jubilado que vive en diagonal a la pérdida. “A la mañana no sale tanta. Pero al mediodía y a la tarde la calle va bote a bote, tapando hasta el cordón de la vereda”, agregó.
“Hasta el año pasado teníamos problemas con las cloacas y los desagües que se trancaban. Por el problema que tenemos ahora llamamos a la SAT y no nos dieron soluciones, ni tampoco nos dijeron de dónde es ese líquido”, comentó Teresa Caram, dueña del supermercado. “Cortamos la calle, como un modo de llamar la atención a las autoridades. Pero fue en vano”, detalló.
Francisco Iriarte se sumó al pedido de soluciones de los vecinos: “nunca deja de salir agua de la alcantarilla. Hemos cubierto la tapa de las cloacas con ramas, basura y con un palo largo para evitar accidentes. Porque los conductores, al no visibilizarla por el agua, corren riesgo. Los que van en moto se pueden caer o chocar, y los automovilistas pueden romper el vehículo o reventar una rueda”.
Sin responsables
Luis Chrestia, secretario municipal de Obras Públicas, sostuvo que de la alcantarilla -de por sí- no tiene que salir ningún líquido, porque su función es desagotar el agua de lluvia. “Si no está lloviendo y sale agua, lo más probable es que se trate de una fuga en la conexión de la red cloacal o de agua corriente que se vuelca en el sistema de alcantarillado”, explicó el funcionario. Añadió que de ser así, la solución a los vecinos debería darla la SAT.
Por su parte, la Sociedad Aguas del Tucumán (SAT) informó que no se hace cargo de los problemas relacionados con las alcantarillas. Además, de acuerdo con su último informe técnico, la SAT resaltó que el problema de la Bolivia al 1.000 es pluvial. Por todo ello -agregó-, a la Municipalidad capitalina le corresponde hacerse cargo.