La última vez que Atlético había perdido un partido fue en diciembre del año pasado. En la final de la Copa Argentina, el equipo de Ricardo Zielinski tuvo sus chances de llevarse el trofeo en el primer tiempo cuando acorraló a River con posesión y ocasiones de gol. De esas, solo pudo convertir una y luego de un bajón en el complemento, el “Millonario” se consagró campeón. Fue -quizás- la derrota que menos haya lamentado el jugador y el hincha de Atlético: era ante uno de los dos equipos más grandes del país en una final de copa y jugando a la altura de las circunstancias.
¿Quién iba a decir que, tres meses después, la siguiente caída iba a ser en condiciones diametralmente opuestas? El equipo jugó uno de los peores partidos de la temporada: no generó situaciones de peligro; perdió rápido la pelota y mostró varias fallas defensivas.
Atlético remató siete veces al arco en el partido, contra 15 de Defensa. Más del doble. Un rival que, tal como anuncian sus propias estadísticas (uno de los más goleadores y de los más goleados del torneo), vino a plantear un partido bien arriba y se lo llevó.
Por segundo fin de semana seguido su rival no sale a meterse atrás (Tigre tampoco), algo que Atlético nunca supo resolver. Una mala noticia sobre todo cuando la queja por los equipos que vienen a defenderse está siempre.
A favor del “Decano”, Silvio Trucco no cobró dos penales por una mano dentro del área y una torpe infracción sobre Luis Rodríguez. Ambos en desventaja pero hubiesen podido cambiar el marcador. También debió haber expulsado a Alexander Barboza que fue deliberadamente a golpear a Alejandro Melo, por más “código no escrito” que haya sobre devolver la pelota.
En contra, seguían apareciendo cosas: Augusto Batalla, tal vez el mejor jugador de Atlético en 2018, jugó su peor partido. Y no solo por el rebote que dio en la jugada previa al gol de Ciro Rius (los defensores tardaron una eternidad en ir a cubrirlo), sino por sus salidas en falso. Favio Álvarez y David Barbona nunca fueron una opción de pase para iniciar una jugada. Rodrigo Aliendro y Guillermo Acosta parecían los únicos en rebelarse contra un panorama desalentador, en el primer tiempo. En el segundo, Rafael García tomó esa posta pero era más de actitud que de fútbol. Lo mismo que Andrés Lamas. En la izquierda, Nicolás Romat (derecho) terminaba mal perfilado las jugadas, casi siempre.
¿Será momento de perder los estribos? ¿Desesperarse? ¿Sucumbir ante los huracanados vientos de la preocupación? No, no y no. Atlético perdió el primer partido de 2018, está a tres puntos de las copas en 2019 y a las puertas de iniciar su segunda participación en la Libertadores. Es momento de repensar ciertas cosas y volver a jugar como aquella final. Esa que pese a la derrota, dejó sensaciones muy diferentes a la de ayer.