La mayoría de los hinchas “decanos” tuvo que tachar más de 50 casilleros en el almanaque para ver nuevamente a sus ídolos. Otros, en cambio, gozan del privilegio de tenerlos en casa. Es el caso de Paula Velárdez, esposa de Luis Miguel Rodríguez. La pausa estival le permitió disfrutar un poco más de “Pulguita”, e incluso de cruzar unos días a Chile, antes de que la reanudación de la temporada se lo quitara de nuevo.
“Igual, ya estoy acostumbrada. Es más, cuando se queda mucho tiempo en casa, le digo ‘ay, ya no veo la hora de que te vayas’ ja ja. Es que él tiene muy metido en la cabeza ese relojito de que se tiene que levantar temprano para ir a entrenar. Es muy puntual, y no puede estar sin hacer nada”, describe Paula al hombre con el que se casó hace cinco años.
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Fruto de esa relación nacieron Bautista, de tres años, y Milo, de ocho meses, con quienes asistió al primer partido oficial del año, acompañada por su cuñada Karina y sus sobrinas.
Bautista todavía no dimensiona lo que su padre significa para todo un pueblo. De hecho, no disfruta tanto de ir a la cancha, porque se asusta con el grito de los goles. Milo, en cambio, ni se entera; sólo duerme. “Antes de tenerlos a ellos, no me perdía ni un partido. Ahora estamos de nuevo”, dice la guardiana de uno de los mayores tesoros de Atlético.