Todavía se ven las huellas de una soldadura hecha hace menos de una semana. Es que luego de que se cayó una nena de siete años al río Gastona, el 11 de este mes, las autoridades reaccionaron y anularon el paso peatonal en el puente carretero, en el acceso norte a Concepción. En realidad, desde hace casi un año que los vecinos habían dejado de usar esa pasarela peatonal, porque el peligro estaba ahí, latente. “Caminar por la parte de los vehículos también es un peligro, porque pasan desde autos hasta camiones, pero la pasarela peatonal está intransitable desde las últimas inundaciones”, dice Eliana Suárez, que hace ese trayecto todos los días para ir a trabajar.
Tanya se cayó al río porque en la pasarela faltaba un baldosón de 55 centímetros de ancho por casi un metro de largo. Es un espacio suficiente para que caiga cualquier adulto de contextura física media. Y no falta solo uno de esos baldosones: en el trayecto de 375 metros de puente faltan 30 de esas piezas de cemento, y en algunos tramos han desaparecido dos o tres juntas. Resultado: huecos de hasta 1,65 metro, una caída asegurada al Gastona, que puede ser tanto un chapuzón refrescante como una muerte garantizada, sobre todo en momentos de crecida. Tanya corrió el riesgo de morir ahogada. Eso no pasó gracias a la inmediata intervención de Walter Monzón, que se tiró al río y la rescató.
Normas invisibles
El viejo puente carretero, uno de los accesos a la ciudad de Concepción, es una maraña de problemas no resueltos, falta de mantenimiento y, sobre todo, ausencia de controles viales. En teoría, es un paso exclusivo para motocicletas, pero en la práctica lo usa todo tipo de vehículos: desde autos hasta tractores, según el testimonio de quienes lo transitan diariamente.
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“Hasta camiones circulan por acá. Y no respetan nada, porque andan a toda velocidad y el que los tiene que esquivar es el peatón. Además, de noche no hay luz”, asevera Eliana. “Es un peligro. A los chicos y a las chicas de la escuela (Arturo) Illia les viven robando las mochilas y los celulares. No pueden andar solos por acá y menos por la pasarela peatonal”, agrega la vecina, trabajadora de una cocina comunitaria que el domingo, como tantos otros concepcionenses, se fue a bañar en las aguas del Gastona.
En el acceso norte del puente hay -de nuevo en teoría, porque en la práctica no se lo ve- un cartel que advierte que es un paso exclusivo para motos. Pero según algunos vecinos del barrio San Roque, un barrio humilde asentado en la margen norte del Gastona, al cartel (que atravesaba todo el ancho del puente) se lo llevó puesto un camión más alto que la altura permitida. Eso fue hace varios años, y el travesaño y el cartel siguen destruidos. En el acceso sur, para salir de Concepción por la vieja 38, también hay carteles que impiden el paso de vehículos que no sean de dos ruedas. Esos carteles sí se ven, pero nadie los respeta.
La espada y la pared
Por estos días, los peatones que utilizan el puente carretero quedaron entre la espada y la pared. O, más precisamente, entre la caída al río y el riesgo de ser chocados por un vehículo. Es que el milagroso rescate de la pequeña Tanya obligó, casi un año después, a que cerraran el paso peatonal con hierros soldados y carteles que indican “Tránsito peatonal clausurado”.
“El puente es un peligro. La pasarela peatonal la hicieron hace algunos años y nos daba tranquilidad, pero desde la última crecida ya no se podía usar. Sólo los changuitos se metían, por traviesos”, cuenta Yolanda Molina, del barrio San Roque.
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La crecida que castigó el puente ocurrió en marzo del año pasado. Los troncos que arrastra el río golpean la estructura, doblan los hierros de la pasarela y hacen que se desprendan los baldosones de cemento, que no están pegados sino apoyados sobre la estructura.
La otra alternativa sería caminar unos 50 metros hasta el otro puente que corre paralelo al carretero. Ambos se corresponden a la vieja traza de la ruta 38, pero por el segundo circula un mayor caudal de vehículos, de todo porte y toda velocidad. “No, eso sí que es imposible. Es mucho más peligroso ese puente para los peatones”, advierte Christian Ledesma.
Los vecinos de la zona quedaron preocupados por el accidente de Tanya, porque consideran que a cualquiera de sus hijos les podría haber pasado lo mismo en un descuido. También recriminan que las autoridades hayan tenido que esperar estar al borde de una tragedia para cerrar el paso preventivamente. Porque de arreglarlo nadie habla.
Con huecos de hasta más de un metro de largo, la pasarela peatonal del puente carretero del acceso norte a Concepción sigue siendo extremadamente peligroso. La única reacción de las autoridades fue, hasta ahora, poner un cartel para prohibir la circulación. De arreglarlo nadie habla. Los vecinos están preocupados luego del accidente de Tanya