El 1 de enero por la mañana, una mujer de 47 años fue hallada sin vida por sus familiares.
Según informaron fuentes judiciales, el cuerpo de Mirta Vallejos yacía rodeado de sangre en la galería de su casa en la ciudad de Graneros junto a un recipiente utilizado para hornear postres.
De acuerdo con los datos aportados por la Policía, la primera hipótesis del caso se centraba en un posible suicidio.
La mujer había sufrido tiempo atrás un accidente cerebro vascular (ACV), provocado por la rotura de una arteria del cerebro, según consigna el parte policial. Esto es una causa muy frecuente de muerte e invalidez en los adultos, y habría dejado a la víctima con múltiples complicaciones médicas, se agrega.
A raíz de estas complicaciones, los agentes policiales suponían que la mujer había tomado la determinación de quitarse la vida.
Inicialmente, los agentes sospecharon que la víctima se habría cortado una vena del cuello con un cuchillo en su cama, mientras sus familiares estaban reunidos por la velada festiva de Año Nuevo.
Sin embargo, una vez iniciada la investigación por parte de la fiscalía a cargo de Edgardo Sánchez, la hipótesis cambió. Luego del hallazgo del cuerpo, se abrió paso a una nueva etapa de revisión de las pruebas. En ese contexto, la autopsia realizada dio como resultado que la lesión de la mujer había sido provocada por el disparo de un arma de fuego. Específicamente, “la bala ingresó por la garganta de la mujer y salió por el sector derecho de la base del cráneo”.
Los investigadores, posteriormente, encontraron proyectiles de cartucho calibre 16 dentro de la cabeza de la víctima. Según dijeron, ello indicaba que el disparo habría sido realizado a una distancia corta.
Más tarde, las fuerzas de seguridad hallaron la escopeta con la se habría efectuado el disparo que terminó con la vida de la mujer en su habitación.
Según los datos aportados por el fiscal, la herida de bala a corta distancia terminó por eliminar las sospechas del suicidio. Explicó que el giro en la investigación se debía principalmente a que la víctima, luego de sufrir un ACV, quedó con una parálisis que afectaba la mitad de su cuerpo, y que representaría severas dificultades para levantar y disparar un arma de ese tamaño.
Pero las sorpresas no terminaron con el encuentro de la escopeta, sino que se incrementaron. A la mañana siguiente del trágico hecho, la fiscalía ordenó la detención de cuatro familiares de la víctima.
Según lo comunicado por el fiscal, el dermotest, una prueba que se realiza para identificar rastros de pólvora en la piel y en la ropa, dio positivo para cuatro de los seis parientes presentes la noche del acontecimiento.
De las cuatro personas que dieron positivo en la prueba de pólvora, dos son menores de edad y, según lo informado, “presentaban residuos de pólvora en gran cantidad esparcidos sobre su cuerpo”.
En dialogo telefónico con LA GACETA, Sánchez dio a conocer que uno de los menores de edad sería en este momento el mayor sospechoso. Añadió que se encuentran investigando la posibilidad de una relación tensa entre la víctima y el menor a causa de la pareja del ultimo.
El titular de la unidad judicial informó que los detenidos mayores de edad fueron liberados ayer bajo fianza, después de haber prestado declaración.
Las otras dos personas pasarían a ser responsabilidad del Juzgado de menores, a cargo del juez Raúl Fermoselle. Los menores aún no declararon y se encuentran en instituciones penales, con internación preventiva.