Pudo haber habido un malentendido. O no. Pero lo cierto y lo real es que la situación de Sebastián Prediger, de que se iba, de que no; de que pagaba por su salida, porque Tigre lo quiere, hizo que la comisión directiva explote y le diera el visto bueno a su salida de San Martín. Se pensó en el grupo, en que todo este drama no hacía más que embarrar una cancha emocional que la dirigencia no tenía ni pensando en hipotecar.

“Era el capitán y es lo que molesta y duele, por cómo fue su actitud”, se quejaron desde Bolívar y Pellegrini. El que habló fue el presidente Roberto Sagra. Aclaró lo que para ellos estaba mal y que porque esto “no daba para más” lo mejor era cortar el lazo.

“Decidimos que rescindiremos de común acuerdo el contrato con Prediger”, sostuvo el mandatario. Todo bien hasta ahí. Prediger se sintió en libertad de acción. Pero en las últimas horas, desde que se confirmó que iba a romperse el vínculo, la postura tornó a otro color. Si Prediger se quiere ir, Tigre o el propio futbolista deberán pagar por ello. “No es una cuestión de dinero, es lo que corresponde”, agregaron desde la institución.

“Desde un primer momento estuvimos dispuestos a defender los derechos deportivos y económicos del club. Por eso, aunque queríamos que el jugador se quedara, por expreso pedido del técnico (Rubén Darío Forestello), finalmente decidimos aceptar su desvinculación, previo pago de una indemnización. No existe otra posibilidad que se vaya sin cumplimentar ese requisito”, aportó más datos una fuente oficiosa vinculada a la directiva. Sagra luego se lo confirmó a LG Deportiva. Que se vaya, pero que pague. Es indudable que la salida de Prediger, que el lunes a la tarde dejó la concentración, obliga al entrenador a salir a buscar un jugador de sus características. “Es una lástima que no podamos reforzar el sector derecho de la defensa como pretendíamos (sí lo harán, confiaron), pero la ida de Prediger hizo que debamos cambiar sobre la marcha. Esperemos que podamos encontrar el jugador que vamos a salir a buscar”, se esperanzó el técnico, dando por terminada una historia que no hizo más que empañar la pretemporada de un San Martín obligado a brillar en el reinicio de la B Nacional. Porque el ascenso a Primera es el gran objetivo. Y para que ello se convierta en realidad, la paz y la calma debe ser moneda corriente en el plantel.