Confesiones del Premio Cervantes
Por Sergio Ramírez
Las lecturas primeras persisten siempre en la memoria, como las huellas de un camino que todavía no sabemos adónde habrá de llevarnos. Y volvemos a veces a andar sobre esas mismas huellas, volvemos a leer lo leído, volvemos a encantarnos, o nos desencantamos. Recuerdo, por ejemplo, El infierno, de Henry Barbousse, al que regresé años después, encandilado aún por los fulgores que me había dejado su lectura cuando adolescente. Mejor no hubiera regresado. Sentí el libro pobre, lleno de lugares comunes, y sería seguramente porque cada lectura en cada momento está teñida por un aura particular, y por el estado de ánimo que nos domina en ese momento, y que tiene que ver con las carencias, o con los que excesos de la edad...
En mi biblioteca de Managua tengo más libros de los que alcanzaré a leer durante mi vida, y sin embargo, cada vez que entro en una librería me domina la avidez de quien no es dueño de uno solo y regreso siempre de cada viaje con las maletas llenas de libros, o me los hago enviar por correo, como la vez que compré en una librería de viejo en Clermont-Ferrand La comedia humana, de Balzac, 30 tomos empastados en amarillo por 900 francos. ¿Qué vicioso desde niño puede perderse de una ganga así?, me dije, y cuando ya cerrado el trato le pregunté al librero por qué una colección tan barata, dio una chupada a su Gauloise y me respondió que porque ocupaba mucho espacio en sus estantes. Allá él.
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*Artículo publicado el 26 de noviembre.
Las épocas y sus próceres *
Por Martín Caparrós
Es un chiste que el prócer del momento sea Belgrano, un prócer muy menor que lo único que había hecho era crear la bandera, que cualquier cuadro de los Borbones de 1800 desmiente radicalmente porque ya tenían ellos la banda celeste y blanca. Pero se convirtió en el gran prócer actual porque se supone que no se corrompió y ahora el tema de debate político es la corrupción. Reinventamos a Belgrano cuando hace 40 años era de segunda. En las épocas militares San Martín fue el gran prócer y con Cristina, Evita. Cada época tiene el prócer que le corresponde.
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* Entrevista publicada el 8 de octubre.
“Mi meta es evocar genuinamente las emociones”
Por Nicholas Sparks
Mi meta es evocar genuinamente las emociones. Para que cuando las escriba la emoción esté claramente expresada y el lector las sienta, las entienda. Si el personaje de repente muestra que está enojado el lector en verdad lo tiene que suponer desde antes. La idea es mostrar, no decir. No hay que sorprender al lector, todo lo contrario. Tiene que entender el devenir de lo que sucede... Creo que me convertí en un mejor escritor, sea lo que sea que eso signifique. Mis historias cada vez son más complejas en cuanto a su estructura; eso lo manejo mejor ahora. Mi último libro, por ejemplo, no lo podría haber escrito 20 años atrás. No sé si es una novela mejor, pero yo tengo más herramientas. Quiero que cada una de mis historias tenga determinadas cosas que las hagan sentir familiares. Quiero que los lectores sepan que al agarrar uno de mis libros se van a encontrar con el amor, pero también quiero que no tengan ni idea de cómo se van a dar las cosas.
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* Entrevista publicada el 30 de abril.
El mito de la Argentina católica *
Por Juan José Sebreli
En los comienzos del siglo XX la Iglesia católica estaba muy arrinconada. A partir de Roca estaba arrinconada, nadie los perseguía pero estaba opacada. Después recupera un poco con Yrigoyen, que se ocupa de la Iglesia por el lado populista. Luego Justo, que tal vez era masón, la toma desde el punto de vista político. Justo no tenía base política y necesitaba apoyo, lo busca en la iglesia. El primer acto de masas de la iglesia se hace bajo el gobierno de Justo, que es el Congreso Eucarístico. Pero todo esto era todavía desde un lugar secundario, realmente la iglesia recupera toda su fuerza con la dictadura del 43. De ahí en adelante va a tener, hasta 1983, un papel preponderante. En esos 40 años tanto los Ministros de Educación como los jefes policiales, que les importaban por la represión de ciertos actos, la prostitución, la homosexualidad, eran digitados por la iglesia. Ahora, Perón usó a la iglesia porque tampoco tenía base de sustentación. Perón quería una iglesia subordinada al peronismo mientras que la iglesia quería un peronismo subordinado a la iglesia. Dos totalitarismos terminan chocando. Lo mismo pasó con Mussolini, pero ahí Mussolini convivía con el poder del rey, del ejército y del Papa, que estaba ahí nomás; en cambio Perón tenía una mayor concentración de poder.
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* Entrevista publicada el 26 de marzo.
“El antiperonismo ayudó a crear la mitología peronista” *
Por Alain Rouquié
Hay tres claves que hay que ordenar que son complementarias, pero no sé cuál es más importante. La primera tiene que ver con que en este país antes de Perón, no existía el Estado de bienestar. (Juan Domingo) Perón dispuso leyes que implementaron este tipo de Estado en Argentina, desde la dictadura autoritaria, entre 1943 y 1946, como el estatuto del peón, los asuetos, entre otras medidas. Y él utilizó ese patrimonio social de la dictadura para ganar las elecciones presidenciales y gobernar. Eso es esencial. El segundo punto, vinculado con el primero, es el antiperonismo, que fortaleció al peronismo. Pero no sólo aquel antiperonismo que decía “este señor es un dictador”, sino aquel que denunciaba al estatuto del peón por violar su derecho a la propiedad. Hay un antiperonismo que creó a Perón como representante del pueblo, y eso él lo manipuló perfectamente bien. La violencia con que se trató de erradicar su nombre, la marcha, los retratos y la mención del “tirano prófugo” transformaron a Perón en víctima y mártir. El pueblo que sufrió la dictadura consideró que era la salvación, el justiciero, el hombre providencial... Por último, Perón ha creado una nueva cultura política nacional. Impuso una ruptura con la cultura nacional anterior que era la Argentina liberal, de país blanco. La perennidad del peronismo se entiende por eso. En el libro cito al personaje de No habrá más penas ni olvido, de Osvaldo Soriano, que dice: “Yo siempre fui peronista, nunca me metí en política”. Ser peronista es participar de la cultura nacional, es decir, de la cultura peronista.
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* Entrevista publicada el 1 de octubre.
La presión de escribir*
Por Paula Hawkins
Siempre hay presión al escribir. Sólo que ahora es diferente. Cuando escribía La chica del tren la presión era por dinero, porque no lo tenía. Hoy las presiones cambiaron porque tienen que ver con las expectativas de las editoriales y de los lectores. Pero siempre hay presión. Uno tiende a pensar que lo que le pasa ahora es lo peor. Si en el pasado me hubiesen preguntado, habría dicho que la presión de no tener dinero es la peor. Pero hoy es otra: colmar las expectativas...
Trabajo todo el tiempo, pienso todo el tiempo en cómo escribir. Cuando empiezo me concentro más en un personaje y no tanto en la trama o el argumento. Recién con los personajes ya pensados me focalizo en hacer un buen comienzo, que sea dramático, atrapante, como para enganchar a los lectores. Lo mejor es escribir unas 50 páginas. Después de esa cantidad, si uno está conforme, entonces puede continuar. Convencer a los lectores lleva cierto tiempo.
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* Entrevista publicada el 5 de septiembre.
Sesgos mentales *
Por Facundo Manes
Muchas veces no es la realidad la que coarta los proyectos, sino nuestros propios sesgos. ¿Qué son para las neurociencias los “sesgos mentales”? Son una suerte de atajos moldeados socialmente que nos permiten resolver de manera simple y sin demasiado esfuerzo cognitivo problemas en la vida cotidiana. Para entender mejor esto, imaginemos que estamos en un almuerzo familiar este fin de semana, en la sobremesa hablando de política. Por un lado, el cuñado, simpatizante de un partido político, y por otro, el primo del otro partido. Se ponen a charlar. ¿Saben que pasa? No se escuchan. Mientras uno habla, el otro piensa de qué modo reafirmar sus ideas. Esto se llama sesgo de confirmación. Uno, en vez de escuchar al otro, internamente busca nuevos fundamentos que consoliden su posición. No se puede desarrollar una sociedad con esta lógica de pelea continua. Quizás esto puede servir a algunos comoestrategia electoral pero no nos va a permitir que nos desarrollemos. No se puede pensar el futuro de un país a partir de la división, de la pelea. Debemos comprender que en el otro, aún en nuestro adversario, existen semillas de verdad. Eso no quiere decir que no tengamos diferencias unos con otros. La gracia de la armonía es lograrla no solo cuando tenemos ideas comunes, que resulta siempre más confortable y menos estimulante, sino también posiciones divergentes.
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* Nota publicada el 23 de abril.
El infantilismo argentino *
Por Marcos Aguinis
Juan Bautista Alberdi decía: la miseria no delibera, se vende. Para que haya esclarecimiento es necesario terminar con la indigencia y con la ignorancia. En estos tiempos se ha generado la falsa imagen de que la Argentina está dominada por bandas de filibusteros, encapuchados y con palos. ¿Argentina se merece esto? Es un país que ha hecho, en estos meses, un gran esfuerzo para avanzar por caminos de un progreso genuino. La democracia se define en las urnas y no en la calle, como pretenden instalar estos grupos...
La Argentina está llena de irresponsables que creen que los problemas de la sociedad se resuelven golpeando, pegando, destruyendo; en lugar de buscar una solución entre todos, negociándola. No estoy en contra de la protesta. La protesta y la crítica son saludables. Son parte de la democracia. Pero la protesta no implica el derecho de dañar al resto de la sociedad. No conlleva el derecho a impedir que los niños vayan a clase. No implica sabotear al país. Hay dos cosas que deben ser aclaradas. Los paros empobrecen a un país. Un piquete es un delito.
Hay un aspecto infantil en los argentinos que esperan que todo lo resuelva el gobierno. Freudianamente hablando, es esperar que lo arregle papá. El problema es que los gobiernos son improductivos. El gobierno es una especie de director de orquesta; orienta, dirige, pero no produce.
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* Nota publicada el 9 de abril.
Escribir el secreto de sus ojos
Por Eduardo Sacheri
Fue muy laborioso trabajar primero con el director, con Campanella, en el sentido de que un escritor habitualmente trabaja solo y sos absoluto dueño de lo que estás haciendo para bien o para mal. Escribir un guión entre dos, como fue El secreto de sus ojos finalmente, significó buscar acuerdos, debatir, renunciar, insistir, esperar, argumentar, a lo largo de dos años de trabajo muy intenso con Campanella. Esto de aceptar la mirada del director es ya la mirada de otro lector, digo, aceptar esta cuestión tan evidente, pero no es tan fácil de aceptar para quien escribe una novela. Pero es una mirada sobre ese texto y ya el lector se apropia de determinado modo sobre el cual vos no tenés control y si encima ese lector es un director de cine que va a hacer una película, con todo lo que significa la envergadura estética receptiva que tiene una película. Bueno, el desafío me parece mayor, el de aceptar que hay cosas que van a cambiar porque hay cosas que no son adaptables de lo literario a lo cinematográfico, que hay cosas que van a cambiar por el gusto del que va a hacer la película. Entonces, esto de aceptar que por más que vos digas “pero mirá que en el capítulo 14 sucede esto, esto y esto”, y el otro contesta “pero yo me imagino que pasa tal otra cosa”. Si el otro quiere que suceda esto, ¿cómo hago yo para que mis personajes sigan siendo los mismos? Creo que ese es el gran desafío de una adaptación, la fidelidad a la esencia de los personajes.
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* Entrevista publicada el 5 de febrero.
Macri *
Por Laura Di Marco
El libro tiene tres travesías: uno es el viaje personal de Macri y otro es el de un país, la Argentina, que elige a Macri en un determinado momento y en una determinada coyuntura como emergente de una clase social, que es el tercer viaje, que es el de una élite que accede al poder por elecciones libres, cuando antes accedía por otros métodos. Y una élite además que se fue ampliando porque yo digo que hay tres viajes porque Macri hace tres años, como miembro de esta élite, nunca hubiera podido liderar al radicalismo o a la Coalición Cívica de Elisa Carrió, sin embargo, en un determinado momento de la Argentina que queda atrapada en el populismo, y donde casi perdemos la democracia tal como la conocemos. Finalmente, Macri tiene chances, ese niño rico que hace diez años tenía un 60% de imagen negativa y que cuando se bajaba para hacer los timbreos tenía miedo que la gente lo saque a zapallazos -porque realmente por la mala imagen del Grupo Macri parecía que Macri no tenía futuro político- finalmente después de 10 años de kirchnerismo, lo tuvo. Y la gente lo elige como la figura más potable para escapar del populismo que es de donde quería escapar.
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* Entrevista publicada el 11 de junio.
Lo que fue *
Por Tomás Abraham
Tengo la sensación de que como comunidad hablamos de lo mismo, no podemos cambiar de tema. Hay palabras que vuelven siempre. Es algo de estancamiento. Lo veo como un estanque, no como un río. ¡No cambiamos las aguas! Las palabras Perón y peronismo están todos los días. Siento que en los últimos cuarenta años pasó de todo, desde Menem al 2001, y hablamos de lo mismo: neoliberalismo-estatismo. consumo-producción, derechos humanos-juicio, ingleses-Malvinas. ¡Julio Grondona estuvo cuarenta años como presidente de la AFA! Justo cuando el mundo va a una velocidad impresionante, donde la primera potencia capitalista que asoma es China, en donde antes estaba Mao, nosotros parece que tenemos una persistencia aferrada a nuestros mitos, a nuestro modo de ser, a nuestras ilusiones, nuestros odios y nuestro modo de separar. No sé si pasa en todo el mundo. No me interesa. Pero veo una persistencia muy fuerte. También en Uruguay. El estanque debe ser el Río de la Plata. Dos sociedades que siguen hablando de su época de oro. Que ya fue. Todos hablamos de una época que fue mejor. Siempre vemos como bueno lo que fue.
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* Entrevista publicada el 24 de septiembre.
Talento y escritura *
Por Leila Guerriero
No todo lector se transforma en un escritor. No toda la gente que lee mucho quiere escribir, como no toda la gente que va al cine quiere dedicarse al cine ni toda la gente que va a la ópera quiere cantar ópera. La vocación es algo un poco misterioso, no se sabe cómo surge. Ahora, una vez surgida esa vocación de escribir creo que hay mucho de eso, que vos llamás el talento. Como en todos los oficios y profesiones, hay gente que tiene un talento, predisposición natural o lo que fuere, que destaca por sobre encima de otro montón de gente que tiene esa vocación pero no tiene tanto talento. Pero también creo que el talento no es algo sobre lo que vos te puedas acomodar panchamente y decir: “ah bueno, tengo talento entonces no lo trabajo”. Es como cualquier persona que tenga una profesión o un oficio relacionado con la creatividad, sea músico, sea pintor o sea lo que fuere, sabe que no puede confiar solamente en lo que llamamos la inspiración. Si un pintor solo va a pintar cuando está inspirado, o un escritor solo va a escribir cuando está inspirado, no se logra tener una producción acorde con lo que uno necesita producir. Entonces, la inspiración, como decía aquel escritor, te tiene que agarrar trabajando. Yo creo que lo mismo pasa con el talento, tenés que nutrirlo. Y ahí entra la lectura como entran, para una persona que escribe, tantas otras cosas. Creo que mucha gente que quiere escribir va buscando fórmulas, como la fórmula mágica de que alguien le diga: “para escribir bien tenés que mezclar tantos adjetivos con tantos sustantivos con tantas frases largas, con tantas frases cortas, con tantos puntos aparte y ya. Escribís bien”. No existe eso.
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* Entrevista publicada el 2 de septiembre.