Dice que está sorprendido por el apoyo de los consejeros. Que se siente cómodo y que, en su momento como fiscal de Estado de José Alperovich, él luchó para el establecimiento del Consejo Asesor de la Magistratura (CAM). Por eso Antonio Estofán asegura estar convencido de que esta es su oportunidad en ese órgano y de que logrará superar la marca de productividad que dejó su colega en la Corte Suprema de Justicia de Tucumán, Antonio Gandur, quien en el período inaugural del CAM logró elaborar el número máximo de ternas para cubrir cargos en la Justicia. Claro que en aquella época existían los concursos múltiples (un solo proceso para varios cargos iguales), instituto cuya recuperación impulsó -sin suerte- el hoy titular de la Corte, Daniel Posse. “No, no me gustan los concursos múltiples”, expresa sin rodeos Estofán, quien, a cambio, propone una “reforma circunstancial” del reglamento con el motto de la celeridad. Consciente de que toda remodelación puede perjudicar la transparencia, explica que sus intenciones son compatibles con aquel valor supremo para la preselección de la magistratura. Y cuando se le pregunta cómo acentuar la independencia que los magistrados necesitan para enfrentar la corrupción, sorprende con un anuncio: “haremos exámenes psicofísicos a los aspirantes a juez”.
Estofán se muestra como alguien que evita las vueltas y va al grano. Mientras responde las preguntas de LA GACETA, atiende cuestiones logísticas y gestiones pendientes con la habilidad de un prestidigitador. Sabe que trazó un objetivo altísimo para 2018, cubrir las 43 vacantes existentes en los Tribunales provinciales, y que, para ello, tendrá eventualmente que aplicar una ley de subrogantes externos o jueces provisorios que genera desconfianza aunque el Colegio de Abogados de la Capital la haya avalado. La norma sancionada por decisión del oficialismo recarga las funciones del CAM, que no sólo ha de elaborar ternas para designar magistrados “en propiedad” o sin fecha de vencimiento, sino que también deberá generar los órdenes de mérito que usará el Gobierno de Juan Manzur para cubrir los cargos temporáneamente. Por esta razón, habrá más presión que nunca sobre el procedimiento, pero todo es hipotético porque la ley aún no está reglamentada. También existe una paradoja porque el Poder Ejecutivo que demora las designaciones de magistrados -hasta el punto de que el Colegio de Abogados inició un juicio para que la Corte fije al gobernador un plazo razonable- ha de ser el mismo que, so pretexto de la situación delicada de la Justicia, nombre a los subrogantes. Frente a todas estas dudas, Estofán asegura que él personalmente se encargará de “cargosear” en la Casa de Gobierno. “Los voy a atosigar”, promete con una sonrisa divertida.
- ¿Cómo le sentó la primera sesión pública que presidió en el CAM (este miércoles)?
- Muy bien. Yo pensaba que había mayor discusión allí, pero ya vieron que llevo la reunión aceleradamente. Llego 15 minutos antes de la hora de inicio de la sesión y empezamos con puntualidad. Se están acostumbrando: el primer día hubo consejeros que, como buenos tucumanos, llegaron tarde. Pero ya se están adaptando a mi ritmo. No puedo exigirles lo que yo no me exijo.
- ¿Cuál será la frecuencia de las sesiones públicas?
- No he pensado todavía en ello. Yo estoy pensando en otras cosas que creo más importantes. Por ejemplo, a la Escuela Judicial me la pidió Daniel (Posse) y yo accedí. Eso sí, consensué con él que el ingreso a la Escuela no sea por sorteo porque el azar es discriminatorio. Hay que hacer una prueba y un orden de mérito: todos están de acuerdo. Uno tiene que ser el propio gestor de su ingreso. Si fuera simplemente capacitación, no habría problema, pero ahora la Escuela dará puntos a los aspirantes a juez.
- En la sesión usted habló de transparencia. ¿Cómo la define?
- Siempre hablo de transparencia, de sembrarla para cosechar confianza. No significa lentitud, sino claridad: que todo el mundo pueda observar que no hay “dedo”. Por ejemplo, estamos iniciando concursos para cubrir nueve juzgados laborales. No voy a sortear nueve jurados distintos, sino uno para los nueve concursos, que elabore las distintas consignas de la oposición y las corrija. Ese es un punto que no afecta para nada la transparencia y permitirá acelerar los trámites. Aquí un sólo tribunal va a cobrar el dinero que correspondería a nueve. Los tipos van a decir: “me voy a llevar una buena cantidad de plata, así que me dedicaré más”. Además, necesito que los miembros del tribunal (un abogado, un juez y un académico) tengan vecindad inmediata entre ellos para que se reúnan sin problemas. No eliminaré el sorteo, pero sí lo acotaremos entre los jurados armados teniendo en cuenta el lugar de residencia de los integrantes. Y también voy a tratar de que no haya jurados de Tucumán: a mí eso no me gusta.
- ¿Por qué?
- Porque conozco las debilidades humanas. Yo soy uno de ellos también. La presión es grande y uno no debe estar sometido a ellas. Quiero que los jurados tengan un prestigio reconocido.
- ¿El cambio no implicará una concentración de poder en un momento en el que la actuación de los jurados será más relevante para el nombramiento de jueces subrogantes?
- No, no. Porque más importante que el resultado de la prueba de oposición es la suma de la entrevista y de la calificación de los antecedentes. Eso sí, yo pido y necesito apoyo, y que me digan cuando estoy metiendo la pata. Hay una emergencia en Tribunales por la acumulación de vacantes, por eso hablo de reforma circunstancial del reglamento. Después veremos.
- Parece imposible cubrir todos los cargos sin usar la ley de subrogantes...
- No sé. Cubrir con subrogantes no es suficiente: es pegar “una pintadita nomás”. A mí no me convence del todo la ley, y esta semana vi dos proyectos de reglamentación que andan dando vueltas y me gustan menos. Mi meta es cubrir los cargos en propiedad. Sí se puede.
- Al CAM le corresponde cumplir su parte: mandar ternas al Poder Ejecutivo. Pero, ¿qué se hace con un gobernador que las acumula (hoy tiene nueve) indefinidamente?
- Lo voy a atosigar. Personalmente le llevaré las ternas. Hay que cansarlos con eso. El tema es mortificar.
- Usted sabe que la persecución de la corrupción viene mal en Tucumán...
- Desde siempre. En una época hubo una Fiscalía Anticorrupción y, si no me equivoco, la mayoría de las investigaciones caían por nulidades.
- ¿Qué pueden hacer desde el Consejo para cambiar esta realidad?
- Lo que vamos a incorporar como innovación, y el 90% de los consejeros ya me dijo que está de acuerdo, es el examen psicofísico de los aspirantes a juez. Este requisito ya existe en otras jurisdicciones. Estoy buscando idoneidad física, psicológica e intelectual. Idoneidad también es ser “sanito” porque un concurso cuesta mucha plata para que el juez que resulta elegido después me esté faltando y pidiendo licencia. Si así funcionamos, en los hechos no hemos cubierto ninguna vacante.
- ¿Usted cree que el test psicofísico ayudará a seleccionar jueces capaces de enfrentar la corrupción con más valentía?
- No tengo dudas.