“Hay que pedirle perdón a los vecinos de Yerba Buena”, fue una de las frases que dijo el concejal peronista Walter Araóz, ayer durante una nueva sesión frustrada del Concejo Deliberante de Yerba Buena. El año está cerrando sus puertas y con él se termina la oportunidad de que el Concejo de Yerba Buena normalice su situación y funcione aceitadamente: debata proyectos y los convierta en ordenanzas.

Ayer, durante una sesión extraordinaria a la que había convocado el intendente Mariano Campero, sólo cinco de los nueve concejales se sentaron en sus bancas: Aráoz, Javier Jantus, Marcelo Rojas, Héctor Aguirre y José Macome. Desde las 9.30 hasta las 10.40, permanecieron en el recinto. Como no podían debatir temas, se limitaron a discutir la manera de conseguir el quórum para avanzar con la renovación de autoridades y para insistir con la asunción del décimo concejal, Rodolfo Aranda.

Los cuatro restantes, Benjamín Zelaya (presidente del cuerpo), Lucas Cerúsico, Maximiliano García y Pedro Albonoz Piossek -a quienes se consigna como la oposición-, no fueron. Incluso, Zelaya envió una nota señalando que no correspondía el llamado a sesión por parte de Campero. Por la tarde, ante una segunda convocatoria, los díscolos se hicieron presentes, pero se levantaron luego y dejaron nuevamente sin quórum el encuentro.

Aguirre y Aráoz pidieron que, en caso de un nuevo llamado a sesionar, se notifique a los concejales no sólo a través de sus bloques políticos, y en el domicilio particular. “Si es necesario que se los compela con la fuerza pública”, insistieron los dos peronistas del cuerpo.

No faltaron las menciones al legislador radical Ariel García, sindicado como quien maneja los hilos de los demás concejales. Primero desde una silla donde se ubica el público y luego desde una banca, Aranda, el dirigente que espera hace un año poder asumir un escaño, presenció la sesión en minoría sin emitir opinión.

“Hay temas importantes que tratar, no solo la asunción de Aranda, también la adquisición de materiales para la Guardia Urbana municipal”, mencionó Macome, quien agregó que la posición de Zelaya es infantil y que está “usurpando un cargo que no le corresponde”.

El grupo de los cinco concejales insiste en que el 28 de noviembre se venció la presidencia de Zelaya, y que por lo tanto hay que renovar ese cargo. Como no se llamó a una sesión durante el período ordinario, ahora quieren que se trate el tema en sesiones extraordinarias.

Para los opositores esto está fuera de lo legal; pero para los otros cinco, es una cuestión de interés público, por lo tanto el intendente está facultado para llamar a sesiones las veces que sea necesario.

Según el reglamento -y esto también se discutió en el recinto- después de reiteradas inasistencias de los concejales se pueden aplicar multas o hasta destituirlos. “Sin permiso del cuerpo, los concejales no pueden faltar a más de tres reuniones consecutivas o no (…) Si algún concejal incurriera en esta situación, no se le abonará la retribución correspondiente…”, reza el artículo 17 de la ordenanza 1.649.


POR LA TARDE. A las 18, el presidente Zelaya leyó un escrito en el que desconoció la citación a sesión y se fue; quedaron en soledad los cinco oficialistas. 

En tanto, el artículo 21 de la ley 5.529 (Orgánica de Municipalidades) señala: “El Concejo o la minoría podrá compeler a los inasistentes por medio de la fuerza pública o por multas que fijará el reglamento. Asimismo, podrá declarar cesantes a aquellos concejales que injustificadamente no concurran a cuatro reuniones consecutivas”.

Según Araóz y Rojas, las internas políticas han entorpecido la aprobación de ordenanzas importantes para los vecinos, sobre todo en lo que hace a las obras públicas. Lo mismo señaló Aguirre, quien dijo que están frenados emprendimientos inmobiliarios y pavimentaciones que hubiesen dado trabajo genuino.

También se mencionó en el recinto que de las 12 sesiones convocadas este 2017, solo se realizaron siete. Y que nunca se pudo conformar la comisión de Salud. Los concejales presentes les achacaron todas las culpas a los cuatro opositores a la intendencia.

“El grado de acefalía es grave. Esto jamás se vio, imaginemos que mañana (Mauricio) Macri no quiere llamar a elecciones para renovar la Presidencia… ¿qué dirían los radicales, los peronistas y el pueblo?”, argumentó Rojas.