No fue una jornada más, sino la última y decisiva. Después de un año de juicio, había llegado para el “Clan Ale” el día de escuchar la sentencia por las acusaciones de asociación ilícita y lavado de activos, sostenida por el fiscal Pablo Camuña; Martín Olari Ugrotte y Gabriel Merola (representantes de la Unidad de Información Financiera -UIF-) y María Lucía Trabadelo y Mónica Molina (abogadas de la Administración Federal de Ingresos Públicos -AFIP-).
En la previa, algunos de los imputados repitieron la rutina de cada miércoles a lo largo del juicio: Ángel Adolfo “El Mono” Ale, aguardó el inicio en un bar a media cuadra de los tribunales, donde desayunó con sus hijas. Rubén Eduardo “La Chancha” Ale y su pareja, María Florencia Cuño, llegaron temprano y esperaron dentro de la sala. María Jesús Rivero aguardó junto a la entrada del edificio, fumando para contener la ansiedad.
A las 9 ingresó el tribunal integrado por Alicia Noli, Gabriel Eduardo Casas y Domingo José Batule. Era tiempo de que los imputados emitieran sus últimas palabras. Fueron 90 minutos en los que los imputados reiteraron su inocencia y volvieron a decirle al tribunal que desconocían los motivos por los que llegaron al juicio acusados de formar parte de una banda dedicada a diversas actividades ilegales, como la trata de personas, la elaboración y distribución de sustancias ilegales y el préstamo de dinero y posterior cobro extorsivo, entre otros delitos.
Por disposición de los jueces, no fue necesario que los imputados se sentaran en el banquillo frente a los magistrados, sino que hablaron desde su lugar. “La Chancha” Ale fue el primero en formular sus palabras definitivas. “Esto empezó cuando Susana Trimarco me pidió que colaborara en la búsqueda de su hija. Lo único que hice fue apoyarla y después se dio vuelta. El único dinero que hice fue trabajando con mi empresa, soy inocente. La PSA me secuestró para detenerme y llevarme al penal de Ezeiza. Fue un calvario”, afirmó.
Le siguió su ex pareja, María Jesús Rivero. “No he pertenecido ni pertenezco a ninguna banda. A nosotros nos unía una relación de familia”, expresó.
Rivero hizo referencia a las cartas que escribió y que fueron presentadas en el juicio como evidencias en su contra. “Las escribí pensando en el futuro de mi hijo y hoy me arrepiento”, dijo, luego se dirigió al resto de los imputados, y les dijo: “Les pido perdón a cada uno de ustedes porque siento que por esa supuesta prueba clave, hoy están acusados”, señaló.
Cuando le llegó el turno de hablar, “El Mono” Ale se puso de pie y mirando fijamente a los jueces, manifestó: “Lo único que hice en mi vida fue trabajar desde los 11 años, hace más de 50 años. Un error fue pelear en el pasado, pero no cometí ningún delito. Nunca tomé nada que no fuera mío. Odio la prostitución y las drogas. Me acusaron sin pruebas”.
El tribunal convocó a las 16 a todas las partes para la lectura del fallo. Puntualmente, los jueces bajaron a una sala que estuvo totalmente colmada, como nunca había ocurrido. Luego de la lectura, la emoción se apoderó de los acusados y de los absueltos.
Fueron tres los acusados que recuperaron la libertad en el acto: Oscar Roberto Dilascio, Hernán Lazarte y Francisco Parrado. En la lectura del fallo, el tribunal señaló que aplicó el principio de la duda. A minutos de haber escuchado la sentencia absolutoria, después de un año de juicio y de haber estado casi dos años en prisión, Dilascio no ocultó su satisfacción por el fallo.
“Estoy contento porque probé mi inocencia. En la investigación no surgió ninguna prueba en mi contra. Los mismos especialistas que trajeron los demandantes fueron los que dijeron durante el debate que no había nada sospechoso en la Gerenciadora; fueron diez años de éxitos”, expresó.
“Ahora espero sentarme frente a mis hijos y decirles que llegué a este juicio por una equivocación, para no decirles que fue una persecución. Hace cuatro años que la paso muy mal, fueron momentos muy duros que no se los deseo a nadie. La condena social siempre está, pero eso a mí no me afecta. Lo que yo quería demostrar es mi inocencia.”, aseguró antes de retirarse del Tribunal Oral Federal.
Otro de los absueltos fue Hernán Lazarte, quien afirmó que espera volver a trabajar como policía. “Sé que soy inocente, les agradezco a los jueces por haber hecho justicia. Lo único que les pido es que me dejen volver a mi vida normal y recuperar mi trabajo”, manifestó Lazarte. “Fueron tres años privado de la libertad, lejos de casa, creo que me vincularon por un error, se confundieron de persona. Voy a realizar los reclamos que corresponden, pero lo que más quiero es volver a la Policía”, afirmó.
Últimas palabras
José Augusto Lucero: “Fueron dos años y tres meses privado de mi libertad sin saber los motivos. Soy inocente y al resto de los acusados los conocí en la cárcel”.
Enrique Chanampa: “Viví siempre de mis oficios, soy mecánico, carpintero y electricista. Nunca tuve relación con las drogas ni con otro delito. Soy una persona muy pobre, que vive al día. Ni siquiera tengo una casa”, ratificó.
Ernesto Catulo: “En mi concesionario se vendieron vehículos como corresponde, no hubo ninguna operación que fuera ilegal. Le pido al tribunal mi absolución”, argumentó.
Julia Esther Piconne: “Todavía no puedo creer que estoy aquí por tener una empresa con mi marido (Fabián González). Siento impotencia por las mentiras que tuve que escuchar a lo largo de este debate”.
Valeria Bestán: “No cometí ninguno de los delitos por los que me acusan, jamás administré bienes de Rubén; sólo fui su pareja y trabajé en un local vendiendo ropa deportiva. No participé de lavado de activos ni de ninguna asociación ilícita; solamente fui pareja de Rubén Ale”.
Carlos Ocampo. “A lo largo de mi vida jamás me denunciaron o detuvieron. Siempre trabajé como carnicero y las cicatrices en mis manos lo demuestran. A Ángel Ale lo considero un amigo, pero nunca trabajé para él”, afirmó. “El Mono” había expresado momentos antes que Ocampo había cobrado dinero utilizando su nombre.
César Manca: “Me inventaron una causa cuando nunca tuve problemas con la justicia. Les pido a los jueces que por favor valoren las pruebas en su real dimensión”.
Sergio Parrado: “Siempre trabajé en una panadería de mi familia y no tengo antecedentes. Nunca delinquí. Les pido justicia porque soy inocente. Pido que se acabe esta persecución”.
Hernán Lazarte: “Quiero que me absuelvan. Se equivocaron de persona y he sufrido mucho. También sufrió mi hijo, que es policía”.
Victor Alberto Suárez: “Después de dos años y seis meses detenido sin saber de qué se me acusa. Se usaron informes falsos para construir esta causa”.