Osvaldo Jaldo
Fue el primero en llegar a Canal 10 y dos aspectos llamaron la atención de inmediato: que dejó de lado el traje y la corbata y lució un pantalón azul con un moderno saco celeste y que llegó con una bolsa que no perdía de vista. Al entrar al estudio Osvaldo Jaldo se acercó a ver cómo era el atril y explicó que quería ir acomodando unas placas, entre las que había fotos, gráficos estadísticos y notas periodísticas. Ese era el contenido de la bolsa, su “arma secreta”. Desde su entorno explicaron que se preparó para el debate y que, incluso, no programó demasiadas actividades para ayer. ¿Y sus asesores? “No tengo. Mi señora me empilchó y me mandó al debate”, bromeó. Estuvo acompañado la mayoría del tiempo por el legislador Marcelo Ditinis, su colaboradora Cristina Robles Ávalos y los candidatos de su lista (Gladys Medina, Pablo Yedlin y Sandra Mendoza). Antes de comenzar, Jaldo caminó detrás del decorado. Cuando llegó José Cano lo miró de reojo y cruzó a zancadas el estudio. Se acercó a saludarlo y se rieron sobre sus looks parecidos. “El azul es el mío, el tuyo es el rojo o el amarillo”, lo chicaneó Jaldo sobre los colores. Durante el debate estuvo concentrado y acomodando sus placas. Se ofuscó en algunos momentos y, por consejo, se sus acompañantes evitó pelear con Cano. Lo llamó, sin embargo, “Canito” durante la discusión. “Ya queremos que pase el 22”, se sinceró con un hilo de voz. “Quienes vienen atrás se mostraron más agresivos. Era sabido que el que viene 200.000 votos atrás tiene que estar nervioso, se lo vio muy preocupado a Cano”, lanzó sonriendo antes de irse.
José Cano
Quien pega primero, pega dos veces. El refrán bien podría describir la estrategia del candidato José Cano: en las dos etapas de debate libre de Panorama Tucumano, el referente local de Cambiemos se adelantó a sus rivales y buscó abrir el intercambio de ideas. ¿Fue una postura casual? Es poco probable. Detrás de las cámaras, Cano contaba con el apoyo de tres coaches políticos -encabezados por Azul Cappo y enviados directamente por la Rosada- y de su compañera de lista, Beatriz Ávila.
El ex director del Plan Belgrano confrontó sobre todo con el candidato del Frente Justicialista, el oficialista Osvaldo Jaldo. Le preguntó varias veces porqué, a pesar de ocupar cargos de poder hace tres décadas, su pueblo natal, Trancas, aún no tiene redes de cloacas; e incluso le enrostró los bienes por más de $ 20 millones que el vicegobernador en uso de licencia registró en su declaración jurada. “No mientas más, Osvaldo” y “sos la síntesis perfecta del kirchnerismo”, llegó a exclamar el radical cuando los cruces con el postulante peronista alcanzaban picos de tensión. En las “tandas”, el trío de asesores políticos -alguna vez acompañaron en una visita a Tucumán al jefe de Gabinete, Marcos Peña- se acercaban a Cano y lo llenaban de consejos. El radical dialogaba con ellos, tomaba agua y luego volvía a su atril. Sobre el final del programa, sosteniendo la caricatura que le había entregado LA GACETA y más relajado, se rió -fuera de cámara- por su parecido con el músico tropical “Pocho, La Pantera”. “El debate fue muy positivo, la verdad que me gustó”, afirmó, una vez concluida la contienda.
Ariel Osatinsky
“Son tres caras de la misma moneda”. Con tono firme, mirando a cámara y alzando el dedo índice, el candidato Ariel Osatinsky resumió con esa frase su estrategia: diferenciar al Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) de otros tres espacios políticos en pugna. Mostró esa postura también cuando “Panorama Tucumano” propuso la discusión sobre la corrupción: mencionó el caso “Qunita”, el Plan Belgrano y las cuentas en Suiza del ex gobernador Antonio Domingo Bussi, lo que significaría un posible antecedente perjudicial para cada uno de sus rivales.
Osatinsky estuvo acompañado por tres colegas del Partido Obrero (PO, uno de los integrantes del FIT): Raquel Grassino -tercera candidata de esa lista-, Daniel Blanco y Martín Correa. No asistió Alejandra Arreguez (PTS), la segunda postulante del Frente de Izquierda, quien había participado en la emisión de la semana anterior del programa de LA GACETA TV. Además de sus compañeros de militancia, Osatinsky contó con el apoyo de varias imágenes que tenía acomodadas en su pupitre. Expuso las de Paulina Lebbos -una estudiante asesinada en 2006- y de Milagros Avellaneda -permanece desaparecida junto a su hijo Benicio desde diciembre de 2016-, y mencionó que ambos casos permanecen impunes. Al final de la contienda, exhibió una foto de Santiago Maldonado y llamó a marchar para exigir justicia. “Es importante que pueda haber un debate entre las cuatro fuerzas. En las PASO insté a que hiciéramos uno con (Osvaldo) Jaldo y (José) Cano, pero no quisieron hacerlo. Quedó demostrado por qué”, indicó.
Ricardo Bussi
Miraba a sus contrincantes y se agarraba la cabeza; se reía de manera socarrona cuando escuchaba algo con lo que no estaba de acuerdo y a cada rato se alejaba de su atril para observar a los otros candidatos. La experiencia legislativa de Ricardo Bussi (es concejal capitalino y fue legislador, diputado y senador) se traslució en la gestualidad espontánea frente a las cámaras y en cómo fue adaptando su discurso. Ni se inmutó cuando se le cayeron todos los papeles que tenía sobre su atril, tampoco se puso nervioso cuando se agachó para tomar agua en la copa que había puesto en el suelo. Bromeó sobre algunas coincidencias que tenía con el candidato de la izquierda, Ariel Osatinsky, y además, fue el que más interactuó con los conductores, haciendo chistes o pidiendo que hubiese más orden. Bussi había llegado temprano y respetó a rajatabla el límite de cuatro acompañantes para tener en el estudio. Fue el único postulante que usó corbata y rechazó el maquillaje. Lució zapatos negros relucientes con detalles de charol y explicó que sólo los había usado para los casamientos de dos de sus hijas el año pasado. Confió, además, sonriente que en unos meses debutará como abuelo también por partida doble. En los cortes se acercó a sus colaboradores, que estaban pendientes de las redes sociales, y tomó sus consejos. “Me sentí cómodo, pero hubiese sido mejor más mesura, porque obligaban a levantar la voz. No me preparé porque tengo muchos años de experiencia, es mucha prueba y error hasta que aprendés a caminar”, concluyó.