“Ha sido un día complicado, con muchos momentos de tensión, difícil de manejar, pero queríamos hablar, no patearla para el costado”. Así abrieron esta semana su programa radial “Final de Juego” (radio “Urbe”, 97.3) los jugadores de Temperley Leonardo Di Lorenzo e Ignacio Bogino. Forman parte del plantel que, en su momento, fue el más valiente de Primera para pedir la aparición de Santiago Maldonado y que tampoco miró hacia otro lado, sino todo lo contrario, en la última huelga que tuvo el fútbol. Integran un club cuyo presidente, el cineasta Alberto Lecchi, fortaleció además un fuerte vínculo de la institución con la comunidad, que busca exceder el simple resultado deportivo. Un club que, en las últimas horas, quedó en la mira porque allí juega Alexis Zárate, el jugador condenado a seis años y medio de prisión por la violación a Giuliana Peralta el 16 de marzo de 2014.
Di Lorenzo y Bogino aclararon que no eran voceros del plantel, pero que sentían necesidad de decir cuál era su posición. Dijeron, sí, que ningún jugador de Temperley avala la violencia de género, se declararon ambos “muy respetuosos” del fallo judicial y saludaron la decisión del club, que decidió dar licencia por tiempo indeterminado a Zárate. “Este es el caso más duro que viví como dirigente”, aceptó a su vez Lecchi. “Afecta la sensibilidad, la ética y la moral de cada uno. Está en juego lo que queremos para el club y la vida de una persona”. A Luciana Peker, periodista de Página 12, especialista en violencia de género, le pareció “maravilloso” que jugadores de Temperley hayan tomado postura pública. Pero, entrevistada por la AM 1110, sigue crítica hacia las protecciones y ciertos discursos que, según dice, sigue teniendo la industria del fútbol.
Peker recuerda que Zárate era jugador de Independiente cuando se produjo la denuncia. Y que Javier Cantero, por entonces presidente “rojo”, decidió separar al jugador y que fue su sucesor, Hugo Moyano, quien decidió reincorporarlo. Y que Temperley lo fichó luego a préstamo, todos subestimando la situación, acaso convencidos de que nada cambiaría hasta la sentencia definitiva. La abogada de la víctima, Raquel Hermida Leyenda, cree inclusive que el fútbol presionó para que nada avanzara. “¿Por qué durante un año y medio no se hizo nada? ¿Por qué estaba el expediente literalmente paralizado? ¿Tiene que ver esto con el fútbol? Sin dudas que sí”, afirmó la abogada al programa radial “El Lobby” (FM 89.9).
“Zárate no volverá a jugar al fútbol nunca más”, dijo también, tajante, la abogada tras la sentencia del miércoles pasado. Ni aún cuando otro tribunal indique que Zárate deba ir ya mismo a prisión, parece esa la frase más feliz. No está bien que un futbolista, por mucho que valga, tenga prerrogativas especiales. Pero tampoco estaría bien que el futbolista, por su fama, o por el ruido que produce siempre la pelota, deba sufrir más castigo que el de cualquier otro ciudadano. Tal vez el fútbol se confió porque en 2014, cuando estalló el caso, buena parte de la prensa deportiva pareció benévola respecto de Zárate y, como dijo la abogada Hermida, puso “foco en la víctima”, no en el victimario. Que Giuliana no era exactamente novia de Benítez. Y que Giuliana, más aún, era “fiestera” y buscaba fama o dinero.
“Giuliana buscó esa noche a Benítez y Giuliana quería tener sexo con él. ¿Y qué? ¿Qué piensa el fútbol de una mujer que desea? ¿Que entonces se puede hacer cualquier cosa con esa mujer? No es no. Y, aún en un ambiente más relajado, también hay límite en cada práctica sexual que se realiza”. Lo dice Luciana Peker, la periodista que siguió más de cerca la situación de Giuliana, incluyendo a su madre y a su padre, docente universitario. Peker, que ama el fútbol y de adolescente iba a La Bombonera y bien cerquita de “La 12”, cuenta que hasta un abogado especializado en derechos humanos le preguntó por qué estaba defendiendo a “una fiestera”. Giuliana tuvo esa noche sexo con Benítez, pero cuenta llorando que jamás quiso tenerlo con Zárate, que entró a la habitación y, según estableció la Justicia, la violó.
Otro letrado conocido, Jorge Rizzo, presidente del Colegio de Abogados de Capital Federal, hincha de Independiente, dialogó con periodistas del programa “Orgullo Rojo”. “Vaaamos, todos sabemos lo que se dice en Independiente”, dijo Rizzo, en clara sugerencia sobre Giuliana. Rizzo aclaró que a Zárate le corresponde la presunción de inocencia hasta que no haya sentencia firme (inclusive si se llega hasta la Corte Suprema de la Nación) y los periodistas le preguntaron entonces si acaso Independiente podría reincorporarlo y hacerlo compartir plantel otra vez con Benítez. “Mientras no pongan una chica en el mismo cuarto todo bien”, respondió Rizzo. Rápido, aclaró que lo dijo en broma. Hasta los periodistas se sonrojaron.
Afortunadamente, en tiempos de “Ni una menos”, la reacción social contra la violencia de género es cada vez mayor. El fútbol, sabemos, refleja como pocos otros ámbitos de una cultura históricamente machista. Peker publicó este año el libro “La revolución de las mujeres no era sólo una píldora”. “En las revoluciones -me dice- hay privilegios que se caen. Y eso tiene un costo”. Ojalá el fútbol comience a darse cuenta.