Más allá de las discusiones sobre la idea de que el rock y lo sinfónico son mundos aparentemente opuestos y distantes, cuando ambos se combinan, algo especial sucede: una experiencia que abre espacios nuevos y derriba barreras y preconceptos.
Para muchos, sobre todo jóvenes, la de este fin de semana quizás haya sido la primera visita al teatro Alberdi. Ese auditorio estuvo desbordado gracias a las dos funciones que presentó la banda rosarina "Música para volar", que contó además con la participación de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Nacional de Tucumán, dirigida por el maestro Roberto Buffo, y con el Coro de la Facultad de Medicina UNT, a cargo de la maestra Mariana Stambole.
Es que allí, en el Alberdi, hubo un (hermoso) encuentro cara a cara del rock con la música sinfónica, y todo fue gracias al legado que dejó Gustavo Cerati en sus canciones. En el teatro se respiraba una mezcla de expectación por el recital que entregarían los músicos, pero también de agradecimiento.
El poder estar allí, un ámbito al que muchos, seguramente por falta de información no acceden habitualmente, fue algo mágico. Y por algo se agotaron las entradas de las dos presentaciones que hubo -viernes y sábado- y con varios días de anticipación.
"Con estos ejemplos nos damos cuenta de que los conciertos tradicionales sinfónicos pueden coexistir con la música popular. Hacer este tipo de cosas con una banda de rock, es ampliar la oferta desde la orquesta sinfónica de Tucumán hacia la comunidad; hacia otra gente. Soy el primero en admitir que quien viene a escuchar "Cerati sinfónico" quizá no venga a un concierto tradicional, pero tal vez sí a un multimedial, como pasó con el de los dibujos animados, donde sólo era de música clásica. Entonces tenemos que saber que la orquesta se tiene que amoldar a los nuevos tiempos", cuenta el maestro Buffo, orgulloso de poder ver repleto el teatro.
"He visto gente en los conciertos sinfónicos tradicionales que empezaron a venir por el pop. Y eso no es poca cosa. A nivel mundial, la música clásica tiene una audiencia de canas. Y no es cuestión que sea así; puede ser desde un niño hasta una persona grande. Esa es mi obligación: lograr que todas las personas se interesen en venir y escuchar lo que ofrece la orquesta de la provincia", agrega.
El show duró casi dos horas y estuvo integrado por diversas composiciones que recorren la amplia discografía de Gustavo Cerati -tanto de Soda Stereo como de su carrera solista-, con momentos de diálogo con música rock, electrónica, arreglos de cámara y arreglos para orquesta. De principio a fin, el público no paró de aplaudir, de gritar y hasta de emocionarse.
Y muchos de esos recuerdos tiene que ver la banda "Música para volar", compuesta por José Matteucci en batería y voz; Alexis Thompson en guitarra; Julieta Sciasci en bajo; y Bruno Moreno en teclados y arreglos.
Es que la sonoridad del homenaje sinfónico propuso un paseo emotivo en los tucumanos por las canciones inmortales de Gustavo Cerati. Al sonido de guitarras, bajo, batería, piano y sintetizadores, se le sumó un ensamble musical con instrumentos de cuerda y viento, además de un coro polifónico, todos de esta provincia.
El resultado combinó la potencia del rock con las sutilezas y expresividad de la música sinfónica. Y el espectáculo se completó con una serie de proyecciones audiovisuales sincronizadas que acompañaron los diversos climas del repertorio y generaron una experiencia de profunda implicación para los que estuvieron presentes en el Alberdi.
Sin dudas, los objetivos se lograron, y no solamente hubo gran aceptación: los tucumanos no habituados a las orquestas agradecieron que se haya realizado un concierto de rock sinfónico, ciertamente. Como así también los netamente clásicos.
"Es el mejor concierto que vi en mi vida", dijo alguien al salir. Y no se refería sólo por haber escuchado los temas de Cerati. Era, por cierto, su primera vez en el Alberdi y había vivido una experiencia extraordinaria con la orquesta sinfónica de Tucumán.
Por eso el público agradeció la riqueza sonora que esta vez se le estaba entregando. Por ello se puso de pie para ovacionar a la orquesta y, claro, a los cuatro músicos rosarinos que, definitivamente, hicieron "Música para volar".