Apenas llegó del aeropuerto se instaló en un hotel céntrico. Después de un almuerzo rápido estaba listo para la disertación. El mendocino Emilio Tenti Fanfani es docente e investigador. Se graduó como licenciado en Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo y Diplôme Supérieur d’Études et Recherches Politiques (Tercer Ciclo de la Fondation Nationale des Sciences Politiques de París, 1968-1971). Vivió en el exilio en Francia y regresó para instalarse definitivamente en Buenos Aires. Es uno de los invitados de honor del Congreso Internacional de Educación y antes de su exposición pública charló con LA GACETA sobre las falencias del sistema educativo.
- ¿Qué dificultades afronta hoy en día nuestra educación?
- Vengo a compartir una visión acerca de los problemas que debe enfrentar la educación de hoy; no sólo en Argentina, sino en casi todos los países de mediano y alto desarrollo. Me interesan más los problemas estructurales que los coyunturales; me sorprende que cuando estos sistemas han alcanzado su madurez, o sea que hay más alumnos escolarizados, se plantea que la sociedad sospecha de la institución. En todo el mundo las políticas educativas se llaman reforma educativa, transformación educativa, la nueva escuela; en Italia, la refundación de la escuela, en Francia, es increíble: está en reforma permanente la escuela, como que hay una insatisfacción en el momento en que más crece. Hay que preocuparse en ver por qué pasa eso. Entonces quiero compartir esa idea de que la escuela de antes era mejor que la escuela de hoy; es un pensamiento que no tiene razón de ser.
- ¿Se refiere a que hay muchos factores de cambio?
- Claro. El bachillerato que yo hice no es el bachillerato de hoy en día; desgraciadamente. Tenemos la misma palabra, usamos la misma palabra para denostar realidades diferentes. Decimos el Estado argentino hoy y el Estado argentino hace 100 años era otra cosa. En el lenguaje usamos los sustantivos y creemos que existen sustancias: el matrimonio, el radicalismo, el peronismo, hoy el peronismo no es el de hace 30 años; no hay una esencia del peronismo. Está esta idea de que la escuela de antes era mejor... Los chicos de hoy no tienen nada que ver con los adolescentes de aquel tiempo; yo ni siquiera fui adolescente, no existía la adolescencia como una categoría de edad. Hoy, en cambio, hay música adolescente, hay sitios donde se juntan a bailar los adolescentes, ropa adolescente...
-¿Qué influencias ejercen las redes sociales? Porque los chicos interactúan en clases, dentro del aula.
-Es muy importante. Lo que ha sucedido en el mundo de las comunicaciones es grandioso. Qué curioso, porque la enseñanza es básicamente comunicación. La relación entre un maestro y un alumno es una relación de comunicación. Entonces, ¿por qué no se han incorporado todos los avances tecnológicos? Todos los chicos tienen un smartphone en el bolsillo. Es como si yo anduviera con la enciclopedia en el bolsillo.
-¿Entonces es bueno que los chicos usen el celular en el aula?
-Sí, pero tendría que tener un uso pedagógico. El asunto es qué hacemos con el celular. Obviamente que no podrás hablar con la novia en el aula, pero tampoco en una empresa; si uno tiene una reunión de trabajo dice: paremos ahora los celulares, los guardamos y tenemos que hablar de trabajo. En el aula tendría que usarse, pero pedagógicamente. Esto hay que incorporarlo en la formación del docente. Cómo hacer para utilizar pedagógicamente las nuevas tecnologías. Lo que pasa es que es fácil distribuir las computadoras, pero lo que no se puede repartir es la competencia, la capacidad de hacer uso del instrumento. Podés repartir libros, pero la capacidad de leer hay que desarrollarla.
- ¿Es una falla del sistema educativo?
- Sí, porque nos cuesta cambiar. Modificar una currícula de formación docente es una cosa complicadísima. Me refiero al sector público. Hay que hacer un esfuerzo, hay que estudiar y no todos están dispuestos. Nadie lo hará por amor a la infancia y a la pedagogía. Todos los seres humanos nos movemos por intereses; algunos pocos podrán hacer cosas por amor. Los médicos se actualizan no porque aman la salud de los pacientes, sino porque si no se actualizan pierdan los clientes y no comen. No lo hacen por amor al enfermo. Tampoco podemos pedirles a los docentes que se actualicen por amor a los niños. Hay que motivar a las nuevas generaciones de docentes. Yo empezaría por la primera formación, porque si no, siempre estamos haciendo perfeccionamiento, como que los hacemos imperfectos y luego los vamos perfeccionando y eso no se termina nunca.