Ellos afirman que es una cuestión de fe. Ellos sostienen que no son más que un medio por el que algunas personas logran recuperar el bienestar que les arrebató cierta dolencia. Ellos son los “curanderos” que reciben a decenas de familias a diario, y aunque rechazan que se los denomine de esta manera, este es el término con el que la sociedad tucumana hace referencia a quienes aseguran que pueden curar del susto, de la ojeadura, del empacho y de la insolación.
Quienes acuden a ellos suelen hacerlo después de haber visitado a un médico. Así lo relató Hortencia Delgado, quien en diversas ocasiones llevó a sus tres hijos a visitar a una curandera. “Los chicos comienzan con vómito y diarrea. Cuando vamos al médico y no pasa nada venimos a la señora que cura”, relató. “Los traes a los chicos pálidos y de acá se van relucientes”, agregó. “Mi hijo vino (a visitar a una curandera) una vez porque mi marido le dijo. Tenía un malestar de estómago que todo le caía mal. Si vieras, salía re bien”, contó Juana Duarte, vecina de La Rinconada. “Yo no sé qué le hacía o qué será, pero es creer o reventar, como digo yo”, opinó.
Las autodenominadas “personas que curan” no son capaces de explicar en detalle por qué ellos tienen la habilidad de erradicar algunas dolencias. Cuando se los interroga por este aspecto, ellos sonríen, responden que es Dios quien cura, destacan la importancia de la fe. Se detienen en este aspecto, permiten que el silencio se estire después de mencionar a la gracia divina, como si no hiciera falta dar más explicaciones. Al notar que su interlocutor busca una respuesta más concreta profundizan casi con condescendencia. “Mi abuela es la que me dejó el don a mí, cuando ella vino de Italia ya venía curando de allá. Ella me enseñó la oración en italiano cuando era chica, y yo con esa oración y con la voluntad de Dios, curo”, explicó Doña Pepa, quien afirma que puede solucionar la caída de la paletilla, el empacho y la ojeadura.
“No sé… Cuando los curo, los curo en nombre de Dios…”, respondió Doña Sarita cuando se le preguntó por qué ella tendría una capacidad de curar de la que carece la mayoría de las personas. Luego contó que siempre había observado cómo curaban otras personas y que comenzó a imitarlas hace 30 años. “Yo sólo sé que funciona porque ellos me lo dicen, dicen que después están mejor”, agregó. “Yo no empleo la palabra curanderismo. Yo creo que la fe hace muchas cosas”, aportó Manuel, esposo de Doña Sara, quien también afirmó que podía ayudar a quienes acuden en busca de una solución a diversos malestares.
Las dolencias y las curas
“Los chicos a veces ven algo en el sueño y gritan, ahí se les abre el pechito, el esternón, y no están tranquilos, no pueden ni dormir. Y se lo cura en el nombre de Dios”, afirmó Doña Pepa, quien frota un aceite en el pecho y en la espalda de quien padece la “caída de la paletilla”, una de las razones más frecuentes por las que se acude al curandero.
Pero, ¿qué es la paletilla? “Vendría a ser el término con el que hacen referencia al apéndice xifoides, que es la parte cartilaginosa que se encuentra en la terminal del esternón”, explicó Daniel Díaz Vélez, médico cirujano. Añadió que es una difundida creencia popular el pensar que esta parte del cuerpo se deprime (o “se cae”) ante un sobresalto, sobre todo en los niños. Hay quienes sostienen que esto provocaría cierta susceptibilidad en la criatura que lo padece. Según Díaz Vélez, no le consta que este fenómeno haya sido comprobado científicamente.
Doña Sara, por su parte, utiliza otro método para tratar esta dolencia. “Para la paletilla le estiro las piernitas, porque se le acorta una piernita, entonces yo trato de que queden bien”, explicó. “Y para el empacho les tiro el cuerito”, añadió, presentando otra de las prácticas más difundidas del curanderismo, aunque esta, según profesionales de la salud, sí tendría una explicación científica. “Se coloca al paciente, al niño, boca abajo, se le tira el cuerito (de la espalda baja) y eso hace que un conjunto de ganglios y nervios que están en el abdomen se traccionen”, explicó Díaz Vélez. “Esto desencadena un aumento de la motilidad intestinal haciéndolo evacuar al niño y calmándole sus dolencias estomacales”, añadió.
“Ni un centavo”
Tanto Manuel y Sarita como Pepa se diferenciaron de aquellos curanderos que cobran por sus servicios. Ellos sostuvieron que no pretenden obtener un pago a cambio de su ayuda, pero aclararon que en ocasiones las personas que acuden a ellos les dan “lo que sea su voluntad” o les obsequian alguna figura decorativa o religiosa. “Acá nadie les dice ‘vale tanto’ o ‘te voy a cobrar esto’, en mi vida voy a decir esa palabra”, aseguró Manuel.
“Ni un centavo. Es la voluntad, si tienen… Te asombrarías de que a veces uno piensa ‘como tendrá plata’, porque vienen en 4x4. Pero siempre es la voluntad nomás”, respondió Sarita cuando se le preguntó si cobraba algo a quienes acudían a ella. “Lo que sí me hace la gente son regalitos. Si quieren filmar les muestro, tengo una colección de elefantes”, contó a “Panorama Tucumano”. “La gente colabora bastante, pero a veces no lo recibo, siento que no sería justo. Varias veces me regalaron vírgenes que tengo ahí en la gruta. También Tengo un San Cayetano y un San Expedito que me regaló una colega de mi nieta”, enumeró Doña Pepa.
Hay quienes acusan a los curanderos de estafadores que se aprovechan de la vulnerabilidad de las personas. También están los que acuden a las “personas que curan” porque consideran que prestan un servicio o una ayuda. Para estos últimos, entre los que se encuentra Duarte, “es una cosa de creer o reventar”, como dice ella.
Un médico explicó que es necesario distinguir el origen de las diversas dolencias
Daniel Díaz Vélez, médico cirujano, hizo énfasis en que los curanderos no están legalmente habilitados para ejercer la medicina. Añadió que, al analizar la supuesta efectividad del curanderismo, hay que atender a la causa de la enfermedad. “Si el malestar es orgánico (el curandero) no va a solucionar nada. Pero si es psicosomático (producido por ciertas situaciones estresantes), quizás sí”, aclaró el profesional.