“Para ganarle a Sudáfrica no alcanza con ser muy bueno. Hay que jugar un rugby casi perfecto”. Las palabras que Juan Martín Leguizamón virtió durante la previa fueron la moraleja que resonó durante toda la semana en la cabeza de Los Pumas después de la dura derrota sufrida en Puerto Elizabeth. Por desgracia, lo único que cambió para la revancha en Salta fue el paisaje. El seleccionado argentino volvió a conceder demasiadas ventajas para un equipo que pretende competir al nivel superlativo y fue nuevamente superado con claridad por los Springboks, que ganaron 41-23 en lo que fue el cierre de la segunda fecha del Rugby Championship.
Uno de los rasgos que distingue a las potencias de los demás es su falta de misericordia: prácticamente no desperdician nada de lo que generan o de lo que el rival les regala. Los Pumas, en cambio, están lejos de esa efectividad. Por caso, no se puede fallar en oportunidades como la que se generó con la intercepción de Ramiro Moyano: el wing de Lince metió una corrida espectacular y, aunque le faltó confianza para llegar al ingoal, amontonó rivales y dejó servido el try por la otra punta. El que falló fue Juan Martín Hernández, tirando un kick sobrado para Joaquín Tuculet, que estaba completamente solo. Realmente insólito.
Y es que fue un partido para el olvido el de Hernández. Hourcade apostó por él y por Tomás Cubelli para la revancha, y sólo “Cubo” salvó el pellejo, jugando siempre la pelota rápido y poniendo el equipo adelante. El apertura, por el contrario, tomó malas decisiones, entregó pases exigidos y regaló varias pelotas con kicks sin sentido. Que es un virtuoso está fuera de discusión, pero su nivel no es el mismo desde hace ya tiempo, y es la falta de alternativas la que lo sostiene en el puesto.
Otra cuestión urgente a revisar es la de la disciplina: otra vez Los Pumas regalaron penales a diestra y siniestra, y pasaron más de media hora con un hombre menos por la tarjetas a Juan Manuel Leguizamón y a Tomás Lavanini (se fue expulsado cuando faltaban más de 15 minutos de partido). Jugar en inferioridad numérica frente a Sudáfrica, acaso el seleccionado más físico del mundo, es sumarle dificultad a lo que ya es muy difícil. Se trata quizás del problema más urgente a corregir de cara a lo que viene, ya que Nueva Zelanda es especialista en aprovechar espacios, y jugar con uno menos será casi como echarse la soga al cuello y patear la silla.
Para destacar, algunos rendimientos individuales, como el de Moyano (bien atento para madrugar ese mal pique en el fondo sudafricano y anotar el primer try) y el de Emiliano Bofelli, escurridizo y de gran patada, metiendo dos penalazos desde atrás de mitad de cancha. Tratándose de un equipo que corre con desventaja ante las potencias, sumar un pateador efectivo y potente es algo para celebrar.
Ahora Los Pumas tendrán dos semanas para preparar la gira por Oceanía, el segmento más difícil de su fixture. Recomponer aspectos de su juego y recuperarse del impacto psicológico que dejan las derrotas como las de ayer será tan indispensable, como llevar consigo el pasaporte.