“Ya no quiero vivir”, gritó Yolanda Esther Díaz. La mujer había llegado en una moto con el papel de compra de una casa cuando se encontró con una fila de policías que le cerraba el paso en Marco Avellaneda al 900. Del otro lado estaba el cuerpo de su hijo, Mario Oscar Díaz, (22) asesinado de un balazo en la cabeza. Es el segundo hijo asesinado de la mujer en menos de tres meses.
El crimen ocurrió a las 16.30 y llenó de tensión la zona. Una muchacha esquivó a los policías presentes, llegó hasta el cuerpo, lo descubrió de la manta que lo tapaba y comenzó a gritar: “¡Es mi hermano! ¿Por qué te han hecho esto? ¡Levantate!”. Poco después, otro pariente del fallecido comenzó a discutir con los efectivos presentes porque quería mover el cuerpo que estaba tirado sobre un nauseabundo hilo de agua que corría al lado del cordón, aunque aún no había llegado Criminalística. Mientras el nerviosismo se apoderaba del ambiente, una pequeña de la familia salía y entraba de la casa llevando té a los más nerviosos, y haciendo cariños en la espalda de los más afectados.
Según la madre de la víctima, todo se desató por una propiedad. “Compré esa casa el 20 de junio para mi hijo. Hubo una pelea durante la siesta y hasta vino la Policía. Me fui a buscar el papel de la compra, y cuando volví me dijeron que ya estaba muerto. Sólo quiero que se haga justicia”, lamentó Díaz.
Fuentes policiales le confirmaron a LA GACETA que el 911 asistió al lugar durante la siesta, por la discusión, e identificó a uno de los implicados como “Miguel”. Cuando se calmaron los ánimos, los efectivos se retiraron. Según se baraja en la investigación, este hombre y otros amigos esperaron a que se fuera la Policía para atacar a Díaz, quien habría estado sentado en la vereda con su esposa y su hija. “Es un hombre grande, peligroso, con antecedentes”, deslizó una familiar del fallecido, en relación al homicida. Luego de disparar, habría escapado en una motocicleta azul.
“Escuché dos tiros y gritos. Cuando salí a ver, el chico ya estaba tirado. No lo conocía mucho a él, pero esa familia es de gente humilde, trabajadora, sin problemas. Es que aquí todos somos de trabajo, por eso nunca había visto pasar algo así aquí”, afirmó Mary, una vecina. Como el clima estaba caldeado, un grupo de policías de Infantería que custodiaba la entrada a la cárcel de Villa Urquiza (ver “Huelga en el penal...”) llegó enseguida para apaciguar a los más revoltosos. Sin embargo, salvo un amague de ingresar a la casa del acusado, no hubo incidentes.
El caso quedó en manos de la fiscala Mariana Rivadeneira, y de la división Homicidios, a cargo de Hugo Cabezas , Sergio Juárez y Daniel Cuellar.
Dos víctimas
La madre del muchacho fallecido contó que el 1 de junio le habían asesinado a otro hijo, Ramón Rosa Gerez. El hecho ocurrió en el barrio 1° de Mayo de El Colmenar y el asesino sería un tal “Cabra” -aún prófugo-, que lo arrinconó en un garaje y le disparó varias veces. El balazo que lo mató fue el que ingresó por la axila izquierda.
Fuentes policiales dijeron en ese momento que ambos implicados habrían tenido viejas diferencias y que los dos tenían antecedentes policiales por delitos menores. Sin embargo, la mujer dio otra versión: “él le dijo a su asesino que no fumara marihuana frente a los chicos y el otro lo mató”.