Cansados y acorralados, los cuatro hombres se entregaron a la Policía. Los sospechosos estuvieron escondidos en el monte de Termas de Río Hondo casi dos días luego del asesinato del tucumano Guillermo Héctor Ramos, alias “Kim Acevedo”, hijo del ex jefe de la barrabrava de Atlético Sergio “Chupete” Acevedo. La policía ingresó a buscarlos ayer a las 17 y los persiguió durante cuatro horas, hasta que fueron encontrados en el techo de una casa. Además, se les quitó un arma de fuego, que será sometida a pericias balísticas para saber si es la que le quitó la vida al integrante del Clan Acevedo.
Según confirmaron fuentes judiciales de esa localidad, aún están prófugos otros dos hombres. Sin embargo, los principales sospechosos, dos hermanos de apellido Carrizo, ya se encuentran tras las rejas. Hasta el cierre de esta edición, no había declarado ninguno de los acusados ante el fiscal Ignacio Guzmán.
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Los detenidos ya habían logrado evadir a la policía en dos ocasiones, durante los allanamientos que se realizaron en sus casas el domingo, día en que asesinaron a Ramos en la Villa Balnearia. Según la principal hipótesis del homicidio, el tucumano se encontraba con un amigo cuando llegó un grupo de hombres y comenzó a golpearlo. Luego, uno de ellos le disparó en el pecho un balazo que le salió por la espalda. Por último, antes de huir, uno de los implicados le habría partido una botella de vidrio en la cabeza al “barra” de Atlético, de 27 años.
Pese a que, por miedo, no se pudo encontrar a muchos testigos de la escena, se pudo saber que los que se animaron a hablar indicaron que los Carrizo fueron los responsables del crimen.
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Por otro lado, durante la jornada de ayer se reforzaron los controles en la frontera de las dos provincias y en la zona donde murió “Kim”. Según las fuentes, Guzmán temía que la familia del fallecido viajara hasta la ciudad turística para cobrarse una venganza por el crimen.
Estos temores nacieron a partir de la presencia de un allegado a “Kim”, que se acercó a la escena del crimen y ante los policías presentes comenzó a gritar: “voy a volver, no va a quedar así esto”, sabiendo que la casa de los principales sospechosos estaba a 30 metros. Al cierre de esta edición, no habían ocurrido nuevos episodios violentos.
Se sospecha que fue un ajuste de cuentas. Un día antes de que muriera Ramos, el padre de los hermanos Carrizo había denunciado que el tucumano le había tiroteado su vivienda.