José Cano cayó ayer más pesadamente que Usain Bolt en el Mundial de Atletismo. El radical llegaba a 2017 como el principal atleta. La derrota de 2015 le había dado la suficiente experiencia para manejarse en estas competencias, y el macrismo le había preparado el mejor gimnasio para que, durante un año y medio, entrenara a destajo en la comodidad del Plan Belgrano. Ayer, nada de eso le sirvió. El radical emuló la secuencia del jamaiquino en Londres. Se echó a correr con el mayor de los ímpetus, pero a poco del final fue cediendo posiciones y se quedó sin aire. Y cuando quiso reaccionar, acabó tendido sobre la pista, con la mirada puesta en la silueta de su verdugo.
Aunque las PASO no repartieron bancas ni definieron una gobernación, sí sentaron un precedente que será difícil de remontar para varios de los protagonistas locales. El más afectado es, sin dudas, Cano. Al radical la Casa Rosada le dio todo el respaldo para esmerilar al peronismo. El propio presidente, Mauricio Macri, y varios de sus ministros aterrizaron en la provincia más chica del país para darle un empujón. Pero no hubo caso. Cano no sólo no cubrió las expectativas que habían puesto sobre él, sino que deberá repensar seriamente cómo afrontar los comicios de octubre y, luego, su posicionamiento hacia 2019.
En un intento por no mostrarse derrotado, anoche el radical dijo que en las Primarias no compitió contra nadie, porque las PASO sólo definen las postulaciones de cada agrupación. En realidad, Cano compitió contra sí mismo. Se había puesto como objetivo achicar la brecha de 110.000 votos con los que perdió hace dos años frente a Juan Manzur. No sólo no arrimó números, sino que quedó aún mucho más lejos. Anoche empezaron ya los primeros análisis dentro de Cambiemos para el Bicentenario y, con ellos, las miradas inquisidoras. Los ceños se fruncieron al observar la derrota en Concepción, pese a que el intendente Roberto Sánchez integró la lista; y el triunfo con sabor a nada en San Miguel de Tucumán. En el principal distrito electoral, la diferencia de casi 16 puntos del 2015 se redujo a alrededor de un 3 puntos. Seguramente, Germán Alfaro tampoco pudo conciliar anoche el sueño. Se había erigido como jefe de campaña del macrismo y puso a su esposa, Beatriz Ávila, para secundar a Cano. Si el reparto de escaños fuese hoy, la ex legisladora se quedaría con las manos vacías y Alfaro, como en el truco, “dormiría afuera”. Las justificaciones en el búnker de Cambiemos son variadas, y van desde la notable elección de Ricardo Bussi -que le quitó votos a Cano- hasta el descontento de buena parte de la sociedad con la gestión de Macri. En parte, este último argumento es relativo: el Presidente ganó en varios distritos históricamente peronistas o perdió por poco en otros. ¿De quién es la culpa, entonces?
Enfrente también hubo un gran perdedor que, llamativamente, se presentó anoche en el Salón Blanco y fue el más aplaudido. El senador José Alperovich no apareció en ningún afiche durante la campaña, pese a ser el artífice de la postulación de Osvaldo Jaldo, porque Manzur y Jaldo asumieron el costo de dejarlo afuera. El resultado les dio la razón. Seguramente, el ex gobernador se acostó anoche satisfecho, pero inquieto porque con esta victoria el vicegobernador se posiciona de igual a igual para disputar la sucesión dentro de un par de años. Si ratifica estos números en octubre, Jaldo podrá apurar una ruptura entre Manzur y Alperovich para colarse definitivamente en la puja. La dirigencia peronista, ayer, demostró que está dispuesta a responderle. Eso sí, el tranqueño no tiene margen para una maniobra que lo exponga ante la sociedad: sabe que deberá asumir en diciembre como diputado y dejar la comodidad de la Legislatura. Saltar de la casilla del medio, en un juego tripartito, es conceder demasiada ventaja. Habrá que ver, entonces, cómo resuelve Jaldo ese vacío.
La derrota obliga a Cano y a Alfaro a encarar urgente una mirada introspectiva para enderezar el rumbo en el corto plazo. A partir de ahora, dentro de Cambiemos los cuestionamientos serán aún más incisivos hacia ellos, en particular de la radical Silvia Elías de Pérez y del secretario de Vivienda de la Nación, Domingo Amaya. El ex titular del Plan Belgrano, a diferencia de Bolt, tiene una chance más para ponerse en forma. La salvedad es que el jamaiquino sólo acumuló éxitos en su carrera. El radical, derrotas.