“La pedagogía Waldorf utiliza la autoeducación como método transversal. En el jardín de infantes, el niño aprende lo que ve hacer al maestro, porque actúa por imitación. Por eso el docente debe trabajar mucho en sí mismo para ser mejor persona. Porque con lo que es él está enseñando a sus alumnos, no con lo que dice. En el segundo septenio de la vida, desde los siete años, el niño es consciente de lo que siente, de lo que le gusta o no, aprende los valores, se sumerge en las emociones, a través de la guía del maestro. Recién en la adolescencia, el alumno es capaz de aprender los contenidos y de desarrollar su intelecto”, explica el docente en pedagogía Waldorf Kevin Rodenas, de España, en su paso por Tucumán.
Rodenas y su compañera, Cristina Güijarro, también con formación en pedagogía Waldorf, recorren las escuelas Waldorf de la Argentina y Chile desde hace tres años. En Tucumán dictaron un taller para docentes y padres organizado por el movimiento internacional de pedagogía Waldorf “De rumbo al cambio”.
En la Argentina, la primera escuela Waldorf se fundó hace 80 años. Se replicaron en todo el país y también en Tucumán. Están oficializadas, ya que transmiten los mismos contenidos que las escuelas comunes, pero con una organización diferente.
“En nuestras escuelas, así como en todas las de Suiza, por ejemplo, no se enseña a leer ni a escribir en el jardín de infantes. Enseñamos al niño lo que somos, no los contenidos. Esto obliga al maestro a hacer un camino interior, a trabajar sobre sí mismo, lo que no es nada fácil. En esta etapa el niño aprende el mundo desde la voluntad, los niños aprenden las cosas haciéndolas. La pedagogía Waldorf no se centra en los contenidos, va más por valores, por preparar a los niños para la vida”, define. “Sin embargo, muchos padres no comparten esta educación. Celebran que sus hijos aprendan a leer en el jardín de infantes cuando todavía ni siquiera se saben atar los cordones. A nosotros nos importa empezar cada cosa en su momento”, remarca.
A diferencia de la escuela primaria común, en el sistema Waldorf los alumnos tienen la misma maestra hasta que inician la secundaria. “Los contenidos se aprenden en forma vivencial, siempre relacionados con la vida, nunca en abstracto. El chico lo incorpora, lo atraviesa por su vivencia, y así sabe que cuatro menos dos son muchas cosas. Además se trabaja por épocas, para poder profundizar. Por ejemplo, cuatro semanas se trabajan las matemáticas, y se las mira desde todos los ámbitos de la vida práctica. El niño se va con preguntas a dormir”, dice.
Rodenas sintetiza las etapas de la educación en tres grandes estadios: el hacer (inicial), el sentir (primario) y el pensar (secundario). “La finalidad de la pedagogía Waldorf es que el joven integre el sentir, el pensar y el hacer en forma armónica en su vida”.