RÍO DE JANEIRO.- Vestido con una camisa roja, Luiz Inácio Lula da Silva volvió a negar hoy las acusaciones de corrupción, y reiteró su intención de volver a la arena política para aspirar a convertirse, por tercera vez, en presidente de Brasil.
"Estoy dispuesto a pelear de la misma manera que cuando tenía 30 años", aseguró Lula.
El ex mandatario fue condenado el miércoles en primera instancia a nueve años y medio de cárcel por participar en una enorme trama de corrupción en torno a la petrolera estatal Petrobras.
La posible confirmación en segunda instancia de la sentencia, sin embargo, pone en peligro ese regreso. Aunque anticipada desde hace meses por las investigaciones del caso bautizado como "Lava Jato" ("Lavado de autos"), la condena a prisión contra Lula sacudió a todo Brasil, ya que el mandatario de 71 años sigue siendo muy popular, sobre todo, entre las clases más pobres del país.
Sérgio Moro, el justiciero de un Brasil corrupto.
De orígenes humildes y antiguo líder sindical, el carismático Lula se convirtió en enero de 2003 en el primer presidente obrero de Brasil. Al simbolismo se sumó luego el éxito real de gestión: durante los dos mandatos de Lula (hasta diciembre de 2010) el gigante sudamericano se colocó entre las potencias mundiales tras sacar a millones de personas de la pobreza gracias a un boom económico sin precedentes, basado sobre todo en los altos precios del petróleo.
Con Lula, Brasil se afianzó en el grupo de las principales naciones industrializadas del mundo, el G20, y pasó a formar parte del Brics, el foro de los cinco países emergentes más importantes. "Es el político más popular de la Tierra", decía en 2009 el estadounidense Barack Obama, respecto al líder brasileño, cuya imagen parecía entonces capaz de trascender las ideologías de izquierda y derecha.
El juez no mandó preso a Lula “por prudencia”.
La fiscalía brasileña acusa a Lula de haber sido el "comandante máximo" de la red corrupta en Petrobras, una trama que desfalcó millones en los últimos años a través de sobornos a empresas interesadas en ganar jugosas licitaciones de la petrolera.
Según los investigadores, el ex mandatario aceptó, entre otras dádivas, un apartamento de lujo en Guarujá, en el litoral de Sao Paulo, a cambio de facilitar a otras empresas contactos con Petrobras.
A ese caso se refiere la primera condena emitida el miércoles, que debe ser aún confirmada en segunda instancia. Otros juicios lo acusan de lavado de activos, obstrucción a la Justicia y de usar su influencia política para beneficiar a empresarios cercanos a él.
Dilma Rousseff calificó de "absurda" la condena a Lula da Silva.
Lula niega los cargos y acusa a sus adversarios de orquestar una "venganza política". Los movimientos de izquierda ven en la controvertida destitución en 2016 de Dilma Rousseff y la llegada del conservador Michel Temer al poder un contraataque de las antiguas élites políticas que perdieron poder durante los 13 años de Gobierno del PT entre 2003 y 2016.
Lula, ex presidente de Brasil, fue condenado a nueve años de prisión por corrupción.
"No perdonan que un obrero haya llegado al poder", clamaba el propio ex presidente en una comparecencia pública el año pasado, cuando salió a rechazar los cargos de la fiscalía vestido.
Pero aunque el desenlace de sus juicios y de su nueva candidatura aún es incierto, la imagen del "padre de los pobres" ya parece estar bastante golpeada en estos días. (DPA)