Sonriente y amable baja de la habitación del hotel donde se alojó estos días junto a su esposo, Noé Jitrik, a quien acompañó a recibir el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Tucumán. Escritora, periodista, intelectual, militante social comprometida, Nilda Mercado, “Tununa” para quienes la leen, la siguen y la estudian desde hace años, accede a la charla que le propuso LA GACETA. “Estoy junto a Noé desde hace 60 años -tienen dos hijos-. Es un compañero, un maestro, fue profesor mío cuando estudiaba en Córdoba y la verdad es que nunca trataría de igualarme a él... Yo también tengo mis preguntas sobre cuestiones del ser, de la metafísica y nos escuchamos... Pero yo tengo al sabio ahí conmigo”, sostiene.
- El exilio en México la marcó mucho. ¿Cómo analiza esas vivencias desde la perspectiva del paso de los años?
- Ese exilio fue una cosa impuesta, era el momento de la Triple A, unas amenazas selectivas, un ambiente peligroso. Recuerdo que durante ese 1974 se produjeron muertes significativas, la de Rodolfo Ortega Peña, Silvio Frondizi, Alfredo Curuchet, y hubo varias muertes en el diario La Opinión, donde yo trabajaba. Mi marido había viajado a México y nos íbamos a sumar a él con los chicos cuando terminaran las clases, pero me aconsejaron marchar en septiembre. Llegué con un significado muy grande para mí, con una escolta diría, porque bajé del avión junto Ricardo Obregón Cano, quien había sido el gobernador de Córdoba (fue destituido por un alzamiento policial) y eso signaba una pertenencia como exiliados. Pero eso no impidió que yo tuviera la percepción de que pese al traumatismo de salir expulsada llegaba a un país tan pródigo que me entregó la belleza de la gente, del paisaje, de la cultura y que me hizo sentir que era una suerte estar allí. Se cumplió lo que me había dicho mi padre: vas a conocer otras culturas, tus hijos van vivir otras culturas… y yo lo siento así.
- Y lo que allí vivió, la lucha por el feminismo, por caso, marcó su visión de la realidad...
- Yo era periodista, y un grupo de mujeres me invitó a trabajar en una revista que se llamaba FEM. Me plegué a las preocupaciones de esas intelectuales y militantes feministas que habían surgido en 1975 porque se organizó allí el primer Año Internacional de la Mujer; eso movilizó mucho la perspectiva feminista. Ese movimiento que se reflejó en la revista era sensible a las luchas campesinas, a la situación de las mujeres explotadas en los talleres de maquilas (confección de telas) y empezaban a cobrar importancia los asuntos de la trata de mujeres. Todo esto se ha visto de una manera fuerte en México y también en América Latina.
- Y desde ese momento a ahora, ¿como ve en perspectiva la situación de las mujeres?
- La cuestión se agudizó, la situación de las mujeres se hizo más crítica; hay persecuciones, hay trata de mujeres especialmente en las zona de frontera, un aumento del femicidio y eso generó un movimiento feminista fuerte en México. La situación de las mujeres ha empeorado en todo el mundo; en México se mezcla con el deterioro social, el avance del narcotráfico y la militarización, un marco genera más conflictos y las mujeres son las más sensibles ante esto, las que más sufren y las que más padecen estos embates. Yo veo a la Argentina con la impronta de México, aunque no estoy en los grupos más combativos, estoy a la par de las manifestaciones, estuve en las marchas Ni Una Menos….
- ¿Que pasó para que este cuadro de situación de las mujeres se mantenga o se agrave?
- Los datos de la realidad ponen cada vez más en evidencia un auge de los asesinatos, la violencia contra las mujeres se ha hecho más evidente. Habría que buscar una respuesta más profunda a una cuestión que se ha radicalizado. Todos los días se conocen casos de muertes, hay una exacerbación del machismo y del patriarcado porque vemos que son padres que matan y violan a las hijas, maridos que matan. Las mujeres luchábamos por el voto femenino -se lo logró-, por la inserción en el espacio público, por la cuota en el parlamento; eran luchas civilizadas, ahora se lucha para que no maten a las mujeres y esto es una regresión de la conciencia social.
- Un retroceso profundo...
- Me tiene asustada la situación y no sé si atrás hay un trasfondo político, una insatisfacción de la especie hombre-masculina que se expresa con esa violencia extrema. Pero también el movimiento feminista es más masivo en América Latina y ya lo integran hasta adolescentes que luchan por la autodefensa del cuerpo y del alma, chicas que ni sabían lo que era el feminismo pero que ahora se movilizan. Ahora bien, este panorama dramático ya se había visto, por ejemplo en la dictadura militar. Se conoce que los represores se ensañaban especialmente con las mujeres, con el cuerpo femenino; a las detenidas las violaban, las torturaba , eso aparece en los testimonios de los juicios a militares y civiles que intervinieron en la dictadura, ya eso se venía denunciando. Y ahora la violación entra como una sobrecarga en la culpabilidad, como un agravante en el castigo que le imponen.
> La impronta erótica desde la poesía
“Empecé a escribir textos que tenían una impronta erótica, pero era un erotismo llevado por la escritura, por la lengua, la palabra. En algunos momentos me calificaron de escritora erótica, pero para mí era una postulación a partir de una libertad del ser humano a entender el acercamiento amoroso con libertad, con apertura, imaginación, eso visto desde la palabra. Un trabajo del encuentro amoroso desde la poética, pero no era un kamasutra”, dice “Tununa” Mercado, ganadora de la Beca Guggenheim y de los premios Sor Juana Inés de la Cruz y Casa de las Américas. Ha escrito cuentos, novelas, ensayos y ha compuesto con Noé Jitrik uno de los matrimonios literarios y reales más reconocidos en el ambiente cultural de la Argentina y América latina.