La vida en el pueblo de La Madrid parece haber retornado a la normalidad. Sin embargo, la impresión inicial se desvanece pronto, cuando la realidad escondida tras las paredes de cada casa comienza a asomar.
“Aquí nada va a volver a ser igual. Perdimos todas nuestras cosas y nos costará años recuperarlas”, asegura María Lazarte. Y enseguida, apenada, se descarga: “el miedo a volver a sufrir otra catástrofe creo que no va a desaparecer nunca. Por eso nos desespera ver que todavía no se hace nada en el río”.
La humedad en las casas, envueltas en olores pestilentes, se mantiene con la misma firmeza que la angustia y las preocupaciones que dejaron en la gente las pérdidas ocasionadas por la peor inundación que castigó al lugar en lo que va de este siglo. Algunas calles de los sectores más bajos, aún permanecen intransitables.
Fue a principios de abril cuando las aguas del río Marapa y de otros cauces sepultaron al pueblo y obligaron a la evacuación total de los 4.000 habitantes. Las viviendas de unas 20 familias quedaron reducidas a escombros. Estos damnificados hoy se albergan en casas de parientes o de amigos. Es el caso de Julio César Lazarte que, junto a su hijo, está refugiado en el hogar de su hermana. “No sé si podré volver a tener un techo propio. Es que no tengo posibilidades económicas. Lo único que me queda es esperar que el Gobierno nos brinde alguna facilidad para acceder a un lugar donde poder vivir”, apunta.
Entrega oficial
El Gobierno provincial prosiguió con la entrega de heladeras y cocinas a las familias durante la semana pasada. Antes había entregado camas, colchones y ofrecido un crédito sin interés de $25.000 a través de la Caja Popular de Ahorros. Los beneficios no alcanzaron a aplacar los ánimos de los vecinos, muchos de ellos disconformes con la distribución de estos.
“Se tenía que entregar un crédito por casa de familia. Sin embargo se dieron hasta 10 préstamos por cada vivienda. El relevamiento se hizo mal. Para control se tendría que haber recurrido directamente a la planilla de usuarios de EDET, la que indica que hay 1.100 medidores en esta comunidad. Muchos se avivaron, en perjuicio de otros”, planteó Juan Carlos Ávila. El hombre, al igual que varios vecinos, también cuestionó la entrega de electrodomésticos y de colchones. “Algunos recibieron hasta dos heladeras y cocinas, mientras que otros seguimos esperando”, dijo. “No sirve de nada que nos den colchones, heladeras o cocinas si el río nos puede volver a llevar o destruir estas cosas el próximo verano”, amplió Camila Alvarez.
Los gestos de solidaridad que se desplegaron en el lugar a través de organizaciones no gubernamentales y de particulares de distintos puntos de la provincia y del país quedaron plasmados en la montaña de ropa que permanece acumulada en el Centro de Promoción Comunitaria (CIC). Ahí la gente va y rescata lo que necesita. Las escuelas, como la Provincia de Jujuy y la Especial, también dictan clases normalmente gracias a la ayuda de voluntarios que trabajaron sin descanso en las tareas de limpieza.
Intervención
En los hechos, la comuna local está virtualmente intervenida. Los pobladores se resisten a que el comisionado comunal Dardo Herrera retorne a su despacho. Lo consideran en parte responsable de las consecuencias descomunales que tuvo la inundación en el pueblo.
“Si hubiera limpiado los canales y tomado otras previsiones, creo que los daños hubieran sido menores”, planteó Ángel Álvarez. Para poner paños fríos, el ministro del Interior, Miguel Acevedo, designó como interlocutor al ex comisionado comunal de Taco Ralo, Carlos Ortiz. “Mi función es procurar que, a través de las autoridades provinciales, el pueblo vaya recuperando la tranquilidad que les puede devolver las respuestas a sus necesidades o inquietudes”, expresó el funcionario.
“En lo inmediato se están acondicionando las calles y restituyendo a la gente parte de los bienes hogareños que perdieron. No es una tarea fácil y genera conflictos”, advirtió Ortiz. “El Instituto de la Vivienda, en tanto, realiza un relevamiento con el afán de ver cuáles son los vecinos que realmente necesitan una casa nueva. Se tratará de brindar ayuda para los que necesiten que se las repare o reacondicione”, añadió el ex delegado rural.
Ortiz aseguró que ya está definido un proyecto de obra que apunta a prevenir un nuevo desborde del río Marapa. “A la altura del pueblo se reforzará la defensa del cauce, se lo va a dragar y a ensanchar. Río arriba, en tanto, se instrumentará otro proyecto que será definido a través de técnicos de la provincia y de la Universidad”, comentó. El proyecto está siendo analizado por la comisión de Obras Públicas de la Legislatura. Los vecinos demandan que estas obras se instrumenten lo antes posible, temerosos de que retorne el período de lluvias y continúen expuestos a otra inundación.
Hoy, La Madrid es un pueblo con una herida muy profunda que le asestó la naturaleza. A pesar de todo vuelve a mostrarse de pie, despierto, y con inquietudes para comenzar la reconstrucción. Sin embargo, los vecinos ponen el grito en el cielo para que las autoridades les garanticen que el Marapa no volverá a avanzar sobre ellos ni sus hogares. Sienten que el río es como un monstruo que ahora duerme pegado a la comunidad, pero que cuando despierta se vuelve indomable.