Alejandro Klappebanch - Especial para LG Deportiva

De haber sido un contrato, habría tenido lo más importante en letra chica. Y de haber sido una película, el suspenso nos habría mantenido alerta hasta el último minuto. El partido de Renzo Olivo contra Jo Wilfried Tsonga, ídolo e icono actual del tenis francés, por la primera ronda de Roland Garros es, al menos hasta estas horas, el pico de emotividad y adrenalina de la delegación argentina en París, lo saliente de una actuación general para destacar.

En segundo turno del estadio central, Renzo salió a intentar cerrar rápido el resto de partido que había quedado pendiente del martes, después de haber sacado para ganar, 5-3 en el cuarto set. La falta de luz motivó el corte del juego ( 7-5, 6-4, 6-7 y 5-4). “Cuando llegué al vestuario estaba con pensamientos muy negativos aunque los alejé bastante rápido. Me costó dormir. Me acosté tarde, di muchas vueltas. En mi cabeza estaba el primer punto de la reanudación. Es el que más veces imaginé en toda mi vida”.

De la falta de descanso se encargó la adrenalina generada por la mejor oportunidad de su carrera. Y la historia tuvo final feliz...después de mucho suspenso.

“Que fallara el primer saque me tranquilizó. Y esa idea del primer punto fue real. Yo estaba nervioso. Él también, tanto que falló tres derechas seguidas. Entonces tuve triple match point. Imposible imaginar algo mejor”. Renzo siguió siendo agresivo, concepto primario sobre el cual se apoyó su plan de juego. Tuvo el partido en el 0-40 y falló. Los dos siguientes fueron mérito de Tsonga que, enseguida, desvió otro drive y entregó una nueva oportunidad.

“Fue increíble la energía que había en el estadio. Una de esas ocasiones con las que uno sueña durante tanto años de sacrificios. Imposible no acordarme de mi tiempo acá en París, en la Academia Muratoglu, beca que me dieron a los 12 y por la que pude seguir mi carrera”.

El winner del último punto enmudeció al público y enmarcó en silencio un profundo grito de desahogó. La sonrisa, que no se borraría por el resto del día, exhibía plena felicidad, a compartir con su padre, que encabeza el grupo que lo acompaña. ¿Hasta cuándo? ¿Quién sabe? Al menos hubo que extender la estadía en el hotel, reservada inicialmente, sólo hasta la noche del martes.