En la NBA un asistidor es tan importante como un definidor, pero en el fútbol son pocos los que tienen esa virtud. Leonardo Rizo tomó ese papel relevante en San Martín, que de a poco se acomoda en la tabla de posiciones. El “10” creció de golpe. Se hizo importante de la mano de la confianza de Diego Cagna y sus producciones se tradujeron en sinónimo de gol.
El enganche nacido en Trancas hace 24 años pinta para transformarse en un jugador importante para San Martín. Su velocidad de mente y su capacidad para asistir a sus compañeros fueron sus mejores cartas en el último tiempo.
Lo mejor de su repertorio comenzó el 19 de abril, contra Crucero, el día de su debut de titular en la B Nacional. “Leo” desparramó rivales de izquierda hacia el centro y dejó sólo a Leonardo Acosta, que envió el centro para que Ramón Lentini sentenciara el juego. Esa no fue una asistencia, propiamente dicha, pero Rizo se llevó más del 60 por ciento de aquel gol al “Colectivero”.
El “Santo” cortó una racha de casi 10 años sin ganar en Capital Federal
A partir de ahí comenzó a soltarse y a ganar confianza. Cuatro días más tarde, en San Luis contra Estudiantes, el “Pibe” habilitó en dos oportunidades a Lentini para abrir un partido que luego se complicó inesperadamente.
También aportó lo suyo contra Atlético Paraná, el pasado 10 de mayo. Cuando el partido se moría y la visita buscaba el empate, le cedió el balón otra vez a Lentini para que el “9” sentenciara el juego. Y claro, la del sábado a Juan Galeano para el 1-0 contra All Boys, fue su última gran obra.
“Gracias a Dios las cosas me vienen saliendo muy bien. Nunca había tenido la chance de jugar tantos partidos seguidos y esto es muy importante para mí. En el fútbol, la confianza es muy importante. De a poco me voy afianzando, aunque me falta mucho por crecer”, dice la “Joya” en diálogo con LG Deportiva, luego de un triunfo de esos que tienen un doble valor, como el del fin de semana en Floresta. “Hicimos un buen partido y ganamos; salió todo muy redondito”, agrega el volante.
El panorama y la clase fueron dos grandes virtudes que le pusieron el sello de “distinto”, a poco de haber llegado al club. “Es algo que me caracterizó desde chico. Mi viejo siempre me enseñó como tenía que jugar y cómo debía moverme. Me hizo ver la importancia que tienen los pases gol y es algo que trato de hacer. Algunas veces sale bien y se que en otras tantas me equivoco. Pero tengo que seguir creciendo”, sostiene el enganche devenido en volante por izquierda. “Contra All Boys había comenzado jugando de enganche pero no podíamos tener la pelota. Por eso, Diego me pidió que me tire a la izquierda para sumar más gente en el medio y a partir de ahí comenzamos a crecer. De a poco me voy sintiendo cada vez más cómodo en esa posición”, indicó.
San Martín, un huésped irrespetuoso
Pasó el tiempo desde aquella fría noche del lunes 17 de mayo de 2010, a orillas de la autopista Richieri y del aeropuerto internacional de Ezeiza, cuando un joven Rizo daba sus primeros pasos en Primera. Casi siete años después, el volante comienza a tomar protagonismo. “Estoy feliz por este momento. Esto es fruto del esfuerzo porque a pesar de todas las dificultades nunca bajé los brazos. Faltan varias fechas y no pierdo las ilusiones de seguir sumando minutos y experiencia ni de luchar por cosas más importantes junto a este equipo”, resalta y deja en claro que la esperanza es lo último que se pierde. “Debemos trabajar tranquilos e ir partido a partido. No tenemos que desesperarnos. Sólo hay que sumar y sumar; y tratar de dar el golpe del final”, sentenció Rizo, el enganche del pie fino y el toque sutil, que viene siendo importante en un San Martín que no se resigna a soñar.