Traía consigo la música. A los cuatro años, en Cali, su mamá la arrullaba y ella movía la cabecita y tarareaba. Marta Gómez, colombiana en y para el mundo, vuelve hoy a Tucumán con su poesía hecha canción -y viceversa-, esta vez al teatro Mercedes Sosa.
- ¿De dónde te viene la inspiración para componer tantas canciones?
- No lo sé. Creo que viene en uno. Crecí en Colombia; veía a los niños pidiendo plata en las esquinas y me afectaba mucho, mientras mis amigos los veían como parte del paisaje. Me imagino que de ahí esa sensibilidad te lleva a componer. De muy chica me recuerdo escribiendo canciones.
- ¿Desde entonces, han cambiado los temas?
- No creo que uno cambie mucho su forma de escribir, pero sí lo que vivo es diferente. Antes de ser mamá me imaginaba cómo sería serlo. Ahora lo hago desde el dolor de haber parido, de amamantar. Obviamente, son circunstancias que mueven a una; son distintas y eso se ve reflejado en la música, pero del resto me conmueven las mismas cosas.
- ¿Permanecen el paisaje colombiano y tu idiosincrasia viviendo en Barcelona?
- Creo que conozco más Colombia estando lejos, como que la distancia me ayuda a que nunca se me haga corriente ver un niño en la calle, a que nunca me acostumbre a la guerra porque no la vivo en mi ciudad. Es muy bonito volver para intentar cambiar las cosas; finalmente ese es el objetivo del arte, poder cambiar el mundo, y obviamente como pensamos que no se puede, por lo menos morimos en el intento.
- “Para la guerra nada” es una canción de 2014 que crece cada vez más.
- Surgió como cualquier canción, pero al cantársela a mi compañero, Julio, me dio la idea de enviarla a los amigos músicos, y que cada uno le agregue una estrofa. Nunca pensé que ocurriera: ya tiene 3.000 versos y se siguen sumando. Para no terminar, desafortunadamente, porque siempre hay guerra en algún rincón del mundo. Está en YouTube y en Facebook, por donde pueden sumarse quienes quieran.
- Te nominan y te premian en el rubro world music, ¿cómo te llevás con el concepto?
- No me incomoda; tengo amigos que reniegan de ello porque es muy propio de EEUU, pero yo lo veo más como que es música de raíz. Sí, me gusta el folclore, pero yo no hago música folclórica tradicional, y la expresión world music describe eso: alguien que toma la raíz y la va transformando a medida que va escuchando otras cosas.
- Tenés muchos amigos en Tucumán. Ahora te encontrarás con Lucho Hoyos y con Manu Sija.
- A Lucho lo conozco hace muchos años; lo conocí en Boston porque lo llevó un grupo de estudiantes a la universidad. Hemos cantado mucho juntos; he grabado en sus discos. De hecho él como productor, me invitó a Tucumán. También estará otro amigo tucumano, Gastón Pourrieux, y Manu Sija es mi motor en este proyecto musical. Lo conocí hace algunos años y en este momento es ya parte de mi música; gira con mi banda; me guía un montón, confío mucho en su criterio y me gusta que tenga su espacio para lucirse en el escenario.