¡Por fin, San Martín! Pasaron cinco meses –y siete partidos-, para que el “Santo” volviera a cosechar tres puntos en condición de visitante. En Campana cambió el fondo (el resultado), pero no la forma (el sufrimiento): una vez más el equipo de Diego Cagna terminó al borde de un ataque de nervios, sosteniendo a duras penas la victoria 2-1 sobre un desteñido Villa Dálmine en inferioridad numérica, pese a haber dominado la mayor parte del partido y generado situaciones para una goleada.
San Martín necesitó 30 minutos para calentar motores. A partir de entonces, tuvo un cuarto de hora de gran vuelo en el cierre de la primera etapa, con juego asociado y llegadas en profundidad. En el arco que da a la metalúrgica Tenaris, Ramón Lentini demostró que es un gigante de acero: pese a estar descompuesto desde la noche anterior se elevó alto y fue certero para cabecear al gol una asistencia de Gonzalo Rodríguez, tras una buena combinación previa entre Matías García y Esteban Goicoechea.
El “Santo” perdonó varias veces a un rival que se fue al entretiempo silbado por su gente. Y lo volvió a hacer en la reanudación, pese a que Pablo Burzio, explulsado por doble amonestación, hizo lo necesario para facilitarle el trámite. Un rato después, pareció que los planetas se alineaban cuando García hizo lo que practica en la semana: ejecutó un tiro libre desde la derecha, suave y medido, para que Rodrigo Moreira -figura de la cancha- mostrara ante los ojos de sus padres sentados en la tribuna que también tiene estatura de grande. Cabezazo y 2-0.
Se llenó de dudas
Pero se repitió la historia. Porque a este San Martín por ahora le cuesta disfrutar de las buenas y suele complicarse solo. Siguió desperdiciando “contras”; empezó a dividir el balón y el gol de tiro libre de Pablo Ruiz desde 40 metros -dio la impresión de que César Taborda se arrojó tarde- lo llenó dudas. Quizás los recuerdos de otros segundos tiempos se le vinieron encima; quizá algún cambio que no llegó (¿Leonardo Rizo para tener la pelota?) o que se demoró demasiado (Maximiliano Rodríguez pagó el precio de su inactividad y Agustín Briones entró mejor). Lo cierto es que San Martín terminó con el corazón en la boca debido a esa última acción en tiempo de descuento: remate por arriba del travesaño desde el punto del penal del paraguayo Ángel Alonso.
Al “Santo” lo salvó la “Campana”. El triunfo de visita vale mucho. Porque no solo cortó la racha negativa en esa condición, sino que hace cuentas y se dice a sí mismo que haber embolsado 10 de 12 puntos en los últimos cuatro partidos está más que bien. Para alejarse de la zona roja y mirar aliviado un poco hacia arriba.